¿Palomas en el parque?, LIBRE

Volví al edificio donde habíamos llegado a aquella ciudad y continué caminando. No quería volver a aquella habitación. Al final, llegué a un parque. Odiaba tener que moverme entre las sombras, escondiéndome detrás de árboles y caminando muy deprisa. Si los fherals querían comer carne humana, deberían comer la mía sosa e insípida. Había visto un grupo de cinco al final de la calle dos horas antes, me había quedado parada y me había escondido en un edificio, oscuro y húmedo, durante una hora y media. Iba en silencio y casi corriendo.

Aquel parque parecía tranquilo. Entré por el camino que debía ser de tierra. Estaba todo poblado de malas hierbas. Caminé lentamente hasta ver un banco de madera, todo desgastado. Lo toqué, esperando que se rompiera en mil pedazos; pero no lo hizo. Apoyé una pequeña parte de mí, necesitaba descansar. Había malas hierbas por todas partes, y arbustos por doquier. El banco quedaba resguardado en gran parte. Me senté y me relajé. Cerré los ojos y pensé en todo aquello. ¿Qué mierda es esto?

Abrí el diario, esperando encontrar la tranquila letra de mi abuela. Leí la primera página y una pequeña lágrima cayó por mi mejilla. Nunca te rindas, siempre hay algo por lo que luchar. Aquella tenía que ser una señal. Tenía que salir de allí, tenía que encontrar algo por lo que luchar... el objetivo final de salir de allí era un buen punto.

-Mierda de ciudad... -murmuré y me senté como un indio en el banco. De repente, una bandada de palomas alzó el vuelo. Instintivamente, cogí el diario y me levanté, esperando echar a correr. Debía estar aterdeciendo, ya que la luz iba disminuyendo poco a poco. Si era un fheral, comenzar a correr. Si no lo era, volvería a la catedral a rezar y, si encontraba una, encendería una vela. Que sea una persona, que sea una persona, que sea una persona...

Nota: segundo post de Cass. Solo ha visto a los fherals de lejos, nunca se ha enfrentado a ellos.

Oí un saludo por detrás de mí y me sobresalté. Al girarme vi una chica con el cabello oscuro y unos grandes ojos claros. Gracias Dios, Virgen, Alá...

-Hola -saludé, aunque no sonreí. Me giré y la analicé, se notaba que llevaba allí un tiempo. No tenía la misma cara de asustada que yo debía tener en aquel momento -¿Llevas mucho tiempo en esta ciudad? -pregunté curiosa. Si me decía que sí, querría decir que no estaba sola. Si me decía que no... tampoco importaba. Estábamos en aquella gris ciudad.

-Soy Cassie, me hubiera gustado conocerte en otro lugar la verdad -admití. No era la típica chica sociable, realmente todas mis amistades habían venido a partir de otras. La gente venía a mí, normalmente para practicar alguna obra de ballet o algo. Era la más pequeña de mi clase y los chicos decían que era un gusto bailar conmigo. Aunque poco importaba, la única persona que podía considerar un amigo en Londres era Alan. Ahora todo daba igual, estaba sola en aquel horrible lugar con horribles zombies de horrible nombre.

-¿Has visto algún zombie... digo fheral por aquí cerca? -pregunté, preocupada. Quería vivir para poder salir de allí.

-En la ciudad, había un pequeño grupo... No los he visto bien, me he escondido al oír ruidos no-humanos. He preferido no esperar a comprobarlo, si te soy sincera -contesté. Intenté sonreír a la chica, Emie se llamaba.

-Yo llegué hace poco, ayer exactamente. Todo parece una broma... La catedral muy bonita la verdad -bromeé -¿Harán los fherals misas? -reí por la tontería que acababa de decir -Lo siento por lo de la misa, realmente quiero irme de aquí. Hay que encontrar una torre... ni idea de donde está. La única torre que conozco es la de la Catedral, así que intentaré sobrevivir lo máximo que pueda -me encogí de hombros, resignada. Sólo quedaba tener suerte, una suerte que no esperaba que llegara.

-Me alegro de haberte encontrado, eres mucho más guapa que los fherals -aseguré con una sonrisa. Era verdad, la chica era muy guapa, aquellos ojos le sentaban genial.

-Cantarán el Aleluya y pedirán a su Dios zombie carne fresca -comenté pensando como sería una misa zombie -comerían pan podrido y beberían... bah, da igual. Si hacen una creo que no iré, aunque me inviten.

Me reí ante la imagen de aquella misa, era algo bastante... extraño. No tenía intención de estar con aquellos seres, si podía evitarlo. Arma. Aquella palabra me había despertado ideas en mi cabeza. Tenía que conseguir una, una que matara a muchos fherals a distancia y muy eficaz... ¿Una bomba?

-¿Torre? ¿Dónde? -pregunté curiosa -Me gustaría, por curiosidad. El que escribió esa cosa en la pared debía tener alguna razón para hacerlo. Yo no me arriesgaría a escribir eso y a morir para adverti a los nuevos llegados -admití. Quien lo hubiera escrito, se había sacrificado por todos los demás. Muy valiente. No sé si sería capaz de hacer lo mismo.

-¿Cómo llevas lo de estar aquí durante dos semanas? -pregunté -¿Hay mucha gente por aquí? ¿Alguien ha construido un refugio? Solo he visto a cuatro o cinco personas... La verdad es que he estado escondiéndome todo el tiempo, no hay ganas de nada más; a parte de sobrevivir, claro.

-Torre, torre... -miré hacia donde señalaba y vi aquel pico y sonreí -allí está. Gracias.

Mentalmente tracé un recorrido en línea recta. Se tardaría unas horas en llegar, debería dejarlo para otro día. Ahora debería centrarme en poder sobrevivir aquella noche y ya pensaría cómo ir a la torre.

-No te desesperes tanto, al final aparecerá un fheral y te dará un pamfleto para que te unas a su secta -reí -así captan a sus seguidores. Primero buscan a los más desesperados y después... ¡zas! Os vais al Saturno fheral.

Vaya tontería, pero aquellos pensamientos eran los únicos pensamientos que podían sacarme una sonrisa verdadera en aquel lugar. Había sido una suerte encontrarme con Emie, era muy agradable y parecía buena persona. Estaba segura que lo sería.

-Y si nadie te lo había dicho antes, bienvenida a Zombieland.

-¿No crees que se caerá? -pregunté en referencia al banco -Me da un poco de mal rollo, la verdad. Hará unos cincuenta años, o más, que nadie se sienta. Es lo mismo que... bah, no hay nada parecido en Londres a esta ciudad -suspiré. ¿De dónde sería Emie? ¿De dónde habría desaparecido? ¿Alguien la estaría buscando? ¿Alguien me estaría buscando a mí?

-Soy de Londres, como puedes suponer -sonreí -Aunque he estado seis años en un internado al norte de Reino Unido -admití- ¿De dónde eres Emie? -pregunté curiosa. Me gustaba conocer a la gente. Al menos, para tener algún tema del que poder hablar.

-Iré a la torre, por curiosidad. A lo mejor aparece un príncipe, la secta fheral o, un avión con destino Sydne -reí -Siempre he querido ir allí, con los conguros -sonreí, recordando algunas tardes con Bianca soñando sobre países exóticos y lugares increíbles.

-Un internado es como un hotel, com profesores, sin vida privada -me quejé -Siempre hay algún profesor en todas als esquinas, la madrona que vigila las habitaciones, de cinco personas cada una -reí -Si veían a alguien que no tocaba fuera de hora, estabas castigada lo que quedara de semestre. Era un internado femenino, chicos en las fotos de los libros y poco más .

Al principio, el no haber chicos era algo genial. No tenías que preocuparte de si alguien te deshacía la coleta o la trenza, te tiraba pintura en la clase de arte o te arrugaba las hojas con los deberes. Pero con el paso de los años, a partir de los trece o catorce, comienzas a necesitar chicos. Necesitas a alguien con quien salir, de quién enamorarte. Había un internado masculino en la otra orilla del lago, a cinco kilómetros del nuestro, un horror.

-Los chicos los veíamos los fines de semana en el pueblo o en Edimburgo, poco más -me encogí de hombros -Un poco aburrido, pero al final no tuve tiempo de preocuparme por eso -más que eso, no me lo permití. La muerte de Bianca hizo que me centrara en la danza, sólo la danza.

-Tarántulas... espero que en esta ciudad no hubiera un zoo, podrían estar sueltas -sentí un escalofrío -Pero... ¿Ya se las habrás comido los zombies no? Es carne fresca... un poco peluda y asquerosa, pero carne fresca -reí un rato. Con la tontería de los fherals, se podían llenar horas y horas de monólogos del Club de la Comedia.

Al final me senté en el banco, esperando un crujido o un golpe seco. Pero nada de eso sucedió, aguantó mi peso a la perfección.

-Banco banquito... Me caes bien.

-Soy bailarina, no me volví lesbiana -reí abiertamente -Me pasaba el día ensayando para entrar al Royal Ballet de Londres -expliqué -Al final entré, pero aquí estoy, desperdiciando mi vida en esta ciudad de zombies pálidos y calvos -suspiré -Bueno, tú también tendrás algo que hacer fuera de aquí. No entiendo porqué estamos aquí. Mi vida no era una maravilla, ni siquiera era feliz completamente; pero nadie se merece esto.

Era verdad, mi vida no era de lo que se podía llamar feliz. Vivía para la danza. Lo era todo para mí, hay más cosas. Llegar allí me había hecho darme cuenta de ello. Necesitaba amigos, amigos que estaba haciendo en aquel lugar. Tampoco había superado la muerte de mi abuela ni la de Bianca, extrañaba a mi hermano y no me gustaba pasar tiempo con mis padres y mi hermana; pero no era una mala persona.

-Me parece que te estoy contando demasiado, mi vida es bastante triste, monótona y aburrida -comenté, diciendo la pura verdad -Seguro que la tuya es más interesante. ¡Cuéntame algo divertido! Pero que no sea sobre una función de circo zombie, por favor -reí. Aquella charla se estaba volviendo realmente agradable. Era fácil hablar con Emie, se hacía querer la chica.

-Es un poco complicado bailar por aquí -comenté divertida -No tengo ni zapatillas, ni ropa, ni un lugar donde hacerlo. Además, no me gustaría tener público fheral, son un poco... como decirlo, tienen unos instintos asesinos demasiado violentos para mi gusto.

-Puedes contarme lo que quieras, tenemos todo el tiempo del mundo -le dije -Amores, anécdotas, una pequeña biogradia -su vida seguramente fue más divertida que la mía, eso seguro. En la mía predominaban las desgracias, los lamentos y las discusiones en casa. Tampoco tenía demasiados amigos con los que pasar momentos divertidos, así que sería un poco aburrida.

Lo único interesante de mi vida son las actuaciones de ballet. Son bastante aburridas de contar; sería mejor que las vieras, pero lo tenemos un poco difícil. Los fherals controlan la red wi-fi para poder jugar a juegos del facebool -reí abiertamente ante aquella tontería. Red wi-fi...

-Yo sólo me he roto el brazo una vez, en clase de gimnasia a los ocho años. Estábamos jugando a la pelota y un niño me la tiró tan fuerte que al cogerla con la mano, me quebró los huesos -comenté riendo aún por su comentario de los operadores telefónicos -Además, que no es que sea muy fuerte -suspiré. Fue un golpe bastante tonto, pero tres meses con escayola.

-Te daré entradas en primera fila... al menos intentaré que me den más de una entrada. Mis padres están tan ocupados con su trabajo, a lo mejor deberías venir -le dije. Sería más agradable ver a alguien que como mínimo le interesaba el show, que unos señores que al acabar, te felicitaban y se iban a casa para descansar para ir al trabajo el día siguiente.

-Los fherals tienen su sociedad secreta, con aistencia técnica lenta incluída -reí. Me los imaginaba con uniformes y tonterías varias.

-Me encnataría estar en Julliard -comenté -Desde siempre he querido ir, pero es muy difícil entrar -me quejé -Solo van los hijos de padres muy ricos o algún que otro genio. ¿Qué estudiabas en NY? ¿O trabajabas? Que ciudad tan bonita NY. Mi hermana viajó allí para ir a una conferencia, que suerte tiene -la miré -Mi hermana es la favorita, la hija perfecta, inteligente y con pareja perfecta -me quejé -Mis padres la prefieren a ella, se nota en como la miran. Yo la quiero, pero prefiero a mi hermano pequeño -le expliqué -Os llevaríais bien -añadí recordando a Matt. Hacía meses que no le veía, pero normalmente hablábamos por teléfono durante una hora diaria.

Me senté como una india en el banco, cruzando mis piernas. Con cuidado apoyé la espalda en el banco y me giré para poder hablar con Emie más fácilemente.

-Este lugar me está haciendo darme cuenta de todo lo que no tengo y antes tenía. O al revés, dependiendo de como lo mires.

-Ahora tengo vida social -comenté -Supongo que si no hubiera venido, nunca te habría conocido. No soy demasiado sociable -admití -Pero bueno, espero salir de aquí pronto -continué -Medicina, serías la hija perfecta para mis padres. Tan inteligente, tan perfecta -comenté -Ellos quieren que alguno de sus hijos gane un premio nobel, y de momento mi hermana lleva el camino. Seguro que lo ganarías tú antes -comenté riendo.

Me aparté el cabello de la cara, el viento se había aturado y el calor comenzaba a ser más fuerte que antes -Pero aquí estamos, sin premios nobeles, ni facultades de medicina, ni teatros de danza... -suspiré -Si que hay, pero llenos de zombies. Madre mía, si algún día le explico esta conversación a alguien, me tomaría por loca.

-Se nos está yendo de las manos esto de los fherals -dije riendo -Al final, para desmentir rumores irán a algún programa de premsa rosa para desmentirlos o confirmarlos. Les harán cámaras ocualtas, no podrán salir a la calle -bromeé -Y no me importaría la verdad.

Un día sin el riesgo de los fherals sería una bendición o un milagro de cualquier dios que existiera. Podríamos salir sin preocupaciones, sin escondernos, sin vigilar entre las sombras... Podríamos encontrar comida, algún refugio o alguna manera de salir de allí, alguna manera de volver a Londres, de volver a casa.

-Aunque habría un problema -sonreí -No tenemos televisión para ver los programas. No hay nada por aquí... no he encontrado ninguna señalización que pongo "portal" o "banco nacional" o "Bienvenido a Zombieland". Esta ciudad es muy rara.