Buscando y buscando (Cristhel + libre)

Me hayaba frente a las puertas de aquella enorme facultad, o eso parecía. Las paredes estaba en muy mal estado y parecía que alunas de ellas se habían derrumbado hacía años. Peor al menos parecía que la mayoría se mantenía en pie. Puede que en entre aquellas paredes tan solitarias hubiera algo o alguien que me pudiera ayudar a encontrar mi camino de vuelta a casa. O puede que fuera una trampa mortal con innumerables Fherals. De todas formas, dudaba encontrar algo de utilidad allí, por lo que acabaría muerto de todas formas. Aunque nunca se sabe, en el palacio encontré un cuandro con una enorme torre que se asemejaba a la de la la pista de la pared. Puede que allí encontrara la posición exacta. Tenía que haber mapas o algo así, ¿verdad? No era posible que en una ciudad tan enorme no hubiera nada escrito, ni fotos, ni mapas ni recuerdos. Era imposible. Pero claro, que los muertos andaran por las calles también lo era, menos en los juegos tipo Resident Evil y Doom y en este mundo.

Con la Katana bien agarrada en mi mano y desenfundada, la mochila bien atada y los cordones de las converses en su lugar por si tenía que salir corriendo, empecé a subir las enormes escaleras de la facultad. Poco a poco, podía ver el desolador paisaje que se extendía a mis lados. Me paré frente a una puerta de cristal rota y entré en su interior. No quería usar la linterna, pues había un poco de luz del día. No podía gastar pilas de esta manera. La usaría si era estrícatemnte necesario. Además, si alguna ventana estaba sellada, me encargaría de romperla para que pudiera entrar la luz.

El hall era bastante enorme. Algunos pedazos de techo se habían caído y estaba esparcidos por el suelo. Tuve cuidado de no tropezar con nadie. Me acerqué a dónde se supone que estaba la recepción. Había hasta un timbre de esos que hay en los hoteles de lujo. No lo toqué. Había aprendido que el ruído atraía a los muertos vivientes. Cuando menos hiciera, más posibilidades de salir con vida tendría. Allí no había nadie o, al menos, no lo parecía. Caminé hacia el centro de la estancia y miré a todos mis lados, con la catana bajada y la respiración contenida. Tenía que aprender a ver en dónde no había nada y a escuchar dónde todo era silencio.

Estaba tan concentrado en mí mismo que no percaté casi de que algo se había movido a mis espaldas. Agarré la katana con fuerza, girándome con rapidez y poniéndola delante de mí. Pero no er aun zombie lo que había en la entrada de la Facultad. Era una chica, bastante guapa, por cierto. Bajé un poco el arma y entrecerré los ojos para pode verla mejor. No, no era un zombie guapo. Era una chica.

Suspiré y me pasé la mano por el pelo. Tendría que dejar de reaccionar así a cada movimiento que pasa a mi alrededor y dejar de asustar de aquella menra a las personas que me encontraba. Sonreí un poco y la miré de nuevo, de arriba abajo.

-¿Te has perdido o algo así?

Mi voz resonó por las paredes desnudas, haciendo eco, que se terminó de escuchar pocos segundos después. Me volví hacia un mapa de la Facultad que estaba medio quemado y roto. En la siguiente planta se encontraba el archivo del director. Puede que ahí encontrara algo.

Me aparté un poco para que ella también puidiera ver el jodido mapa que no me había servido de mucho. Guardé la katana en su sitio. Parecía que había un montón de pasillos desde los cuales se podía llegar a la Biblioteca. Pero, ¿para qué? Como todos los libros estuvieran igual que en el Palacio de las Máscaras, pasaba de arriesgar mi vida para nada. Miré de nuevo a la chica.

-Siento haberte asustado, pero es que me has sorprendido.

Me separé de ella y subí unos cuántos peldaños de las escaleras y miré hacia arriba. Había dos plantas más. genial, no me iba a meter en una trampa mortal así porque sí. Bajé de nuevo los peldaños y miré de derecha a izquierda. Dos largos pasilos con incontables puertas cerradas. Di un paso hacia uno de ellos y lo inspeccioné. Tendría que hacer el mínimo ruido posible, por si había Fheral por los alrededores.

Lo malo de aquellos pasillos es que no había luz. La visibilidad era casi nula. Mierda, tendría que usar la jodida linterna y gastar pilas un rato.

El sielncio era enorme. Hasta que habló aquella chica. La miré de nuevo y asentí con la cabeza. Encendí la linterna y examiné los pasillos algo mejor. Definitivamente, no me iba a meter por aquellos pasillos. Daría una vuelta hasta llegar al despacho del director y encontraría la Biblioteca dando un rodeo.

-Busco algo que me lleve a lo que decía mi pista. "Bajo la torre de los tres ventanales..." Ya sabes, lo que todos estamos buscando para salir de aquí.

No se movía nada entre aquellas paredes. Comencé a subir las escaleras hasta que llegué a la segunda planta. Los pasillos estaban sucios y el suelo en uno de ellos había caído hacia la planta de abajo. Genial, no podía cruzar por allí. Miré por el otro. Había una puerta entreabierta. Tragué saliva y saqué la katana del cinto.

Aquella chica me estaba siguiendo. bueno, si pasaba algo a lo mejor tendría ayuda. No se le veía mala gente. A no ser que fuera como la zorra esa que me encontré en la Plazuela. Sacudí la cabeza y, con la katana, fui abriendo la puerta muy poco a poco, enfocando con la linterna. Algo se removió en el interior. Mi corazón dio un vuleco y yo unos pasos atrás, esperando a que saliera lo que fuera de ahí. Y no tardó mucho.

Segundos después, un algo blanco, con chica, y sin una extremidad, salió de la puerta, con bastante lentitud. No debía hacer ningún ruido, pero no no me di cuenta de que había pisado un trozo de cristal y lo había roto. El Fheral se volvió hacia mí y se me avalanzó. Pude esquivarlo, por los pelos. Guardé la linterna y me encaré con la katana. no sabía como usarla, pero no sería tan dificil cortarle un brazo o hincársela en el corazón o en la cabeza. ¿No era complicado, verdad?

Cuando volvió a correr hacia mí, tuve que evitarlo de nuevo y dar un salto hacia la izquierda. Mantuve el equilibro para no caerme y me volví. Con un movimiento rápido, se pudo escuchar como la hoja de la katana cortaba el aire. Algo hizo crak. Pude ver como el otro brazo que tenía se había caído al suelo. El bicho gritó, haciéndo que me tuviera que tapar los oídos con las manos.

No tuve que hacer muchos esfuerzos más para quitármelo de en medio. Procedí a hacer el mismo movimiento con cuando le corté el brazo pero, esta vez, en su cabeza. El Fheral cayó a mis pies y su cabeza salió rodando escaleras abajo, rebotando hasta quedarse en el suelo de la primera planta, dando vueltas, hasta que se quedó quieta. Miré de nuevo a mi alrededor. Todo volvía a estar tranquilo.

Suspiré y me apoyé en una pared. Joder, tenía el pulso rebotado. Ojalá que no hubiera más bichos de esos por ahí. Un momento, ¿dónde estaba la chica? Miré hacia todos los lados. No la vi. Joder, encima se habría perdido. bueno, ya chillaaría si le hiciera falta algo de ayuda. No iba a dejarla morir. No era mi estilo. Podía matar, pero no podía no ayudar cuando estaba en mi mano hacerlo.

Parecía que todo se había cabado. Aquella cosa no se movía más. me llevé un buen susto cuando me encontré con la chica aquella que se había largado como una cobarde. Me dijo algo de que había un Fheral abajo y de que teníamos que salir corriendo. No me dio tiempo a portestar cuando la vi ehcar a correr por el pasillo. Mierda, y encima ahora yo tenía que hacer lo mismo. Comencé a correr detrás de ella hasta ponerme a su altura. Torcimos un par de esquinas y nos encontramos con las escaleras que llevaban al segundo piso.

Pero me detuve cuando que algo se iba arrastrando lentamente por los peldaños de la escalera, con lentitud. Era un maldito Fheral al que le faltaban las piernas. ¿Es que en aquel hospital no había uno en condiciones? Teníamos que escondernos pero, ¿dónde? Abrir las puertas y meternos en alguna de ella sería poder encontrarnos con otro de ellos y aquella estancia era demasiado amplia para pasar desapercibidos. Miré al rededor, alterado, hasta que di con un lugar que, posiblemente, estuviera bien para escondernos. Cogí a la chica por el brazo y la pegué a mí, para dejarnos caer bajo al escalera, escondiéndonos en la esquina, acompañados de la más completa oscuridad. Le hice un gesto con la mano para que no hablase y permanecimos en silencio. Dios quisiera que no se diera cuenta de que estábamos aquí abajo.

FdR: Oiii xD

La chica se abrazó con fuerza a mí. Abrí los ojos como platos y sacudí la cabeza, mirándola desconcertado. Yo habría hecho lo mismo si fuera ella. Tanto ella como yo estábamos bastante acojonados por aquella cosa que empezaba a bajar las escaleras. Hice que nos pegásemos más a la esquina. Teníamos que hacer el menos ruido posible. Ni respirar. Estábamos demasiado cerca del zombie como para que nos escuchase con más o menos claridad.

Poco a poco, el Fheral fue bajando las escaleras, dándo golpes bastante fuertes y gemidos guturales que le ponían a uno la carne de gallina. Mientras se iba arrastrando por las escaleras, mi corazón iba aumentando su ritmo. Barajé las posibilidades de sacar mi katana y clavársela en la cabeza desde abajo, pero sus chillidos atraerían al que ella había visto en la planta de abajo. Y si nos juntábamos con la familia Adams al completo lo tendríamos chunco para salir de aquella trampa mortal.

El Fheral llegó por fin al suelo y comenzó a arrastrarse hasta que se quedó quieto. Parecía que estaba oliendo el ambiente. ¿Podría notar el olor a sangre bajo nuestra piel? Gruñó. La chica y yo nos pegamos aún más a la parez, medio acurrucados. Yo miraba al Fheral desde las tinieblas. Ella no sé que narices hacía. El Fheral giró la cabeza hacia dónde estábamos nosotros. Tuve que contenerme para no dar un brinco y salir de allí por patas. Pero giró la cabeza hacia la izquierda y continuó su lento camino hacia esa dirección.

Fdr: >w< (xD)

El eco de las pisadas del Fheral se me hacían cada vez más estridentes, peor que cualquier tormenta que rebotase contra las paredes de un edificio haciendole temblar. Eso sin contar con aquellos chillidos insoportables que hacían hundir mi cabeza en el pecho de aquel chico desconocido del cual no sabía ni el nombre, pero casi me había adueñado de su camiseta, que no soltaba ni para atrás. No miré hacia ningún lado, ni siquiera sabía lo que el otro tenía en mente o hacía, me dediqué a quedarme agarrada y apoyada en él con los ojos cerrados, con la esperanza de que todo aquello pasase cuanto antes, estuviesemos fuera de peligro y pudiesemos salir de aquella facultad de medicina a la cual tenía decidido definitivamente no volver, a no ser que en ella estuviese la pista del porta.

El Fheral parecía acercarse cada vez más, puesto que el chico se currucó más contra la pared.
Tras varios segundos en los que no se esuchó ningún paso de aquel animal, momento de pura tensión, se volvieron a escuchar pisadas alejandose con más lentitud de allí. ¿No estaría esperando? ¿Sabría que estabamos por ahí escondidos? ¿De verdad estos bichos era n inteligentes?

-¿Ya se ha ido? - pregunté en un susurro que pronto se perdió en el aire por suerte, sin llegar a formar ningún tipo de eco.

Suspiré, relajando todo el cuerpo. Nunca había esando tan tenso como en aquellos momentos. Unos simples segundos se habían convertido en minutos que no pasaban de ninguna manera. Pero ahora, al menos, podíamos respirar con tranquilidad. Sí, estábamos más o menos a salvo.

Me di cuenta de que la chica se agarraba con demasiada fuerza a mi camiseta; me la iba a romper. Su pregunta llegó hasta mis oídos por suerte, porque no le estaba prestando mucha atención. Estaba pensando en como salir de allí son morir en el camino. Asentí con la cabeza y la separé un poco, indicando que esperase. Me levanté y cogí la katana con fuerza. Salí de escondite, medio encogido y miré a ambos lados. No había nada ni nadie. El Fheral había desaparecido por arte de magia. Miré de nuevo a la chica y le indiqué con el dedo que se acercara a mí, que ya no pasaba nada.

Mantuve la katana en alto, por si se presentaba algún incoveniente. Pero no iba a pasar nada. No se esuchaban pasos, ni gruñidos. Ni nada, todo estaba en silencio. Ahora que lo pensaba, en una Facultad de Medicina no iba a encontrar nada útil para la maldita pista del portal. Ahora tendría que ingeniármelas para salír de allí.

-¿Perdón? ¿Por qué?-enarqué una ceja y la miré. Después me dirigi a las puertas de los pasillos. Todas bloqueadas-. De nada, supongo.

No podíamos bajar al piso de abajo, pues según la chica había uno de esos bichos. Pues no tenía ni idéa de como salir de aquel lugar que me ponía los pelos de punta. Era como una peli de miedo en 3D, pero a lo bestia.

-Tenemos que salir de aquí... -comencé a caminar por donde habíamos venido, en la dirección contraria en la que se había ido el bicho. Si seguíamos subiendo tendríamos menos posibilidades. Así que tendríamos que encontrar la manera de distraer a todos aquellos mosntruos para poder salir por la puerta principal.

-Kay -respondí con bastante simpleza cuando llegamos a dónde habíamos estado antes. Abajo se escuchaban gemidos. Mierda, por allí no podíamos pasar. Y el otro pasillo tenía el suelo hundido. Y era allí dónde había otra escalera que llevaba a una salida de emergencia, segúnhabía descifrado en el mapa. ¿Qué mierda de facultad era aquella?

Suspiré y me apoyé en la pared. En aquella facultad no me iba a poner a buscar una camilla de prácticas para tirarla por la ventana y poder caer sobre ella y salir corriendo de allí. Me darían las uvas si intentaba hacer aquello. La única salida era salir de allí por aquellas malditas escaleras.

Estuve a punto de preguntarle el nombre a la chica cuando se escuchó un enorme rugido a nuestras espaldas. Me volví con la katana en alto hacia el Fheral que estaba a nuestras espaldas, con las manos temblorosas. No eran justos aquellos sustos, ni mucho menos. Genial. El paso de abajo estaba cortado. El de la derecha también por nuestro querido amigo "El Descompuesto" y el de l ziquierda tenía un buen agujero en el pasillo que dudaba poder saltar. Pero era la única opción.

-¿Si te doy una idea confiarás en mí? -dije mientras la ponía a mis espaldas e íbamos dando marcha atrás. Cabía la posibilidad de que en aquel pasíllo encontráramos más Fherals, pero era nuestro último recurso.

-¡Tenemos que saltar hacia el otro lado! ¡Vamos, date prisa! ¡Tu primero! ¡Yo puedo defenderme! -el Fheral se avalanzó sobre mí, pero me dio tiempo a pegarle un puñetazo en la cara y una patada en el estómago para tirarlo hacia atrás. No sabía si ella estaba saltando o no, pero pude escuchar rugidos a mis espaldas.

Miré de reojo al pasillo. No había nada. Pero mis ojos se dirigieron a la planta baja, dónde estaba el huevo del suelo. Estuve a punto de gritar como una nenaza. ¡Ahí abajo había tres bichos de esos! Me volví de nuevo al que tenía delante. Joder, era fuerte y bastante alto, no podía aguantar mucho y no sabía de qué manera cortarle la cabeza.

-¡¡Date prisa!! -le grité.

De una vez por todas, la chica saltó a través del agujero. Los Fherals de abajo chillaron, exitados. Escuché un golpe seco a mis espaldas. Dios, que no haya caído abajo. Miré un momento hacia atrás y la vi en el suelo del otro pasillo, sana y salva. Sonreí y me volví hacia el Fheral. Pensé en tirarlo abajo, pero con lo alto que era, al saltar, me cogería al vuelo.

El bicho se acercó hacia mí y me dio un manotazo, arrancándome parte de la camiseta. Será cabrón, la más cara que teía y la que más me gustaba. Hijo de puta. Bufé y le corté un poco por el estómago, antes de darle otra patada y lanzarlo lejos, haciendo que cayera al suelo. Ahora me tocaba a mí saltar. Cogí todo el impulso que pude y corrí hasta que di el salto. Peor me quedé corto. Di con el pecho en el suelo, pero las piernas se me quedaron colgando abajo. Joder, joder, joder.

Algo me cogió por la pierna y tiró de mí. Tuve que agarrarme bien fuerte para que no me levara consigo. patateé, pero no me soltaba y encima me estaba clavando las uñas.

-Ayúdame, joder -le grité a la chica.

Soltándome de una mano, me arriesgué a intentar cortarle la mano que me aprisionaba con la katana, pero no alcanzaba. Mierda. Solté la katana hacia donde estaba ella. Me estaba empezando a resbalar. O me ayudaba o moría. Seguí pataleando y conseguí soltarme, pero estaba demasiado cansado como para subir.

-¡Por favor! -rogué, intentando levantarme un poco y sacar las piernas de allí. Los chillidos de los zombies me estaban volviendo loco.