Deambulando sin rumbo fijo. [Libre]

Ya llevaba un buen rato andando por aquellas tenebrosas y lugubres calles de la ciudad. No me gustaba estar solo siempre, aunque me había acostumbrado a hacerlo.
Por mis oidos, entraron unos sonidos. Eran pisadas, pisadas de una persona humana. No era un Fheral, menos mal.
Escuché un grito ahogado. Fuera quien fuera la persona que se acercaba a mi estaba muy débil. Quizás llevaba tiempo sin comer ni beber agua, algo que no era paa nada agradable, ni para esa persona ni para mi.
Me quedé un rato allí parado, sin ni si quiera moverme. Me giré lentamente, para ver quien era la pobre persona que había tenido la suerte de cruzarse conmigo.
Era una mujer, estaba casi cayéndose al suelo, y llevaba un kimono puesto. Sería japonesa.
De nuevo, giré mi cabeza hacia adelante y seguí caminando ignorando por completo a la chica. Lo sentía por ella, pero la verdad, no tenía ganas de tener que ayudar a alguien.

La chica parecía perdida, confusa y desganada. Llevaría horás sin comer ni beber nada, o incluso días. La verdad, era algo que me apenaba, aunque no me gustaría tener que ayudarle.
Sus falsas pero decididas palabras, consiguieron llamar mi atención, aunque no fueran verdaderas. La chica sabía mentir muy bien, pero no lo suficientemente bien como paa engañarme.
- Tendrás que inventarte algo mejor que eso si quieres que te ayude. -Le dije friamente. En ese momento, me di cuenta de lo odioso que podía llegar a ser en algunos momentos. La chica necesitaba ayuda, y yo era tan... que no era capaz de ayudarla. En ese momento me odié a mi mismo por lo que estaba haciendo, pero no iba a rendirme. Tenía mucho orgullo, y no quería reconocer que me daba pena la pobre muchacha.
La chica estaba herida, y cada vez me sentía peor por ser como era...

Las palabras de la joven me hicieron recapacitar sobre lo que estaba haciendo. Era un imbécil, un imbécil de los grandes, y lo peor es que era demasiado orgulloso como para reconocerlo y aceptarlo.
Ella desvió su mirada hacia mi, mientras que pensaba en algo. Parecía preocupada.
Me di cuenta de que la joven se había sentado en la acera de la calle. Una acera destrozada y erosionada por el paso del tiempo. Bebió agua y se quedó allí quieta parada y sin decir ni una sola palabra.
Empezé a caminar hacia la chica. Tenía la mirada desviada hacia el suelo, así que no se daría cuenta de que andaba hacia ella. Cuando llegé a su lado, me agaché para quedar a su altura.
Saqué de mi mochila la botella de agua, y se la ofrecí para que bebiera un poco. Ella también tenía una botella de agua, pero la suya estaba vacía o casi.
- Perdona... Tendría que haberte ayudado antes. Esos monstruos llamados Fherals son horribles y peligrosos, y yo te he dejado tirada y te he abandonado a tu suerte sin ni si quiera mirarte a los ojos. Lo siento... -Susurré a su oido arrepentido.