¿De nuevo en la puerta de la casa de Dios? (Rachel + libre)

Estire mis brazos y mire le lugar con pereza.
Me levante y decidi continuar mi camino. Aun no me encontraba con los famosos Zombies come carne y agradecia aquello.
Di unos suaves pasos por el lugar vacio y silencioso mientras metia ambas manos en los bolsillos de la chamarra de mi hermana.
Sentí el diario de mi madre en mis dedos, suspire.
- Por favor madre, cuidame - murmuré al viento y mire el cielo nublado.
Me hacia gran falta un poco de Sol.
Termine enfrente de una gran catedral, la exmaine un poco y luego note a alguien sentado en una banca, cuando enfoque bien la mirada vi que era una ella.
Me acerqué temiendo que fuera un zombie.
Me acerque con cautela tomando una rama caida que encontre en el suelo rocoso.
Me seguí acercando tratando de ver alguna señal de que fuera un ser VIVO y no uno muerto.

Lanzó una carcajada al aire y desepcionada pero aliviada baje la cabeza. ¿Que era lo que le hacia tanta gracia? Esperaba que me contara lo que la hizo soltar aquella risa, pues yo necesitaba animo.
Baje la rama al escucharla hablar.
La examine rapidamente y deje la rama caer al suelo con un seco sonido en mis pies.
Vi que traia una mochila, yo no traia nada, era tal como mis dias viviendo en la calle, sin nada mas que una foto de mi familia, el diario de mi madre y la chamarra de mi hermana.
Sospechaba que ella ya tenia tiempo aqui, o eso me paso por la cabeza.
Deje mis brazos caer a ambos lados de mi cuerpo esperando a que dijera algo, pero se me acabo la paciencia y deje salir las palabras.
- Perdona - murmure

Seguramente termine por darle lastima. Suspire. Me habían dicho antes, viejos amigos de la calle, que mi aspecto era frágil, pensaban que si me llegara a caer, me rompería como una taza de porcelana.
A veces me reía de ellos un poco y les decía que alucinaban, pero ahora comprobaba que tal vez mi aspecto si era bastante frágil, aunque yo era mas fuerte de lo que llegaba a aparentar.

Sin dudarlo mucho me senté en la banca junto a ella y observe la gigantesca catedral. Parecía un poco irónico, una catedral, un Dios, y alrededor cuerpos sin alma alguna devorando personas.
Solté un suspiro y la mire tentada con su oferta de agua, realmente tenia ya horas que había llegado allí y no había probado bocado, y menos había bebido agua.
Pase mi lengua por mis labios secos.
- ¿Donde has conseguido agua? - la cuestione tratando de no hacer tan evidente mi urgente necesidad por agua.
- Soy Rach - susurre dejando una sonrisa flotar a la superficie de mi rostro por primera vez.

Entreabrí los labios para contestar a su pregunta, pero un sonido seco tras nosotras me llamó la atención e hizo que mi corazón diera un giro espantoso.
Mordí mi lengua para no soltar un grito leve al escuchar aquello. Pero al girarme me encontré con un joven. Su nombre llegó a mi oídos, no lo había visto en otra parte y eso que ya me había encontrado a mucha gente en este lugar.
Aparentemente, y por suerte, no era la única con el corazón latente en este tenebroso lugar.
Me levante y me acerqué al joven con lentitud.
- Jared, soy Rachel - murmuré presentándome, pero el tono de su voz llamó mi atención parecía adolorido por alguna razón. Mis ojos se posaron sobre su labio con sangre brotando de él.
Me acerqué más por instinto y quite su mano de su labio.
Mire su mano sucia.
- Si sigues tocándote la herida te lo vas a infectar. - le dije subiendo mi mirada a sus ojos.
Parecía agitado por alguna razón y yo pedía a gritos que no fuera por lo que tenía en mente.
Tome su brazo y lo jale hacia la fuente que había señalado Emie, por desgracia el agua estaba infestada de bichos e insectos que jamas había visto, y su color no le daba una apariencia apetecible.
Hice una mueca girándome al labio de Jared y luego gire a Emie.
- Emie...¿me regalarías un poco de agua? - le pedí con un tono suplicante, pero no tan notable.
Luego arranque un pedazo de mi blusa que aun seguía limpia.
Puse la tela sobre su herida tomando su barbilla para que no apartara su labio.