¿Podría... ser? (Alazt + libre)

por **Emie Lemacks** Vie Jun 18, 2010 3:10 pm

Llevaba repitiéndome mentalmente unas 20 veces la pista que había encontrado, a ver, sí, veamos, decía algo así como: "Bajo la torre de los ventanales descansa la cautiva convertida a la fe verda..." El verdad supuse que sería un verdadera lo que hacía que la frase fuese de la siguiente manera: "Bajo la torre de los ventanales descausa la cautiva convertida a la fé verdadera" ¿Quién sería aquella de la que hablaba? No tenía ni idea pero pensaba averiguarlo tarde o temprano.

Llegué hasta aquella torre, la frase hablaba de una torre, ¿Verdad? ¿Y si fuese aquella? Me mordí el labio inferior y me acerqué unos pasos a la entrada, a ver... Tres ventanas... ¿Tenía tres ventanas? Desde donde me encontraba no era capaz de verlas. Crucé los dedos y deseé mentalmente que realmente fuese el lugar que todos buscaban y que pudiese volver a mi casa. Dios... a mi casa... con mi calefacción, mi cama, mi comida... Hablando de comida, tenía hambre.

Saqué una de las tabletas de chocolate y le pegué un mordisco no muy grande, tenía que reservar comida cuanto más tiempo mejor. A continuación me eché unos cuantos frutos secos de su paquete en la mano y me los metí también en la boca. Guardé ambas cosas en la mochila mientras las masticaba y mezclaba... qué sabor más raro que tenían juntas, pero bueno, al fin y al cabo era comida y tras varios días sin comer nada resultaba desagradable.

por **Alatz Seb. de Herrera** Vie Jun 18, 2010 10:17 pm

No debía haberme alejado tanto de la seguridad de aquella buhardilla. Hacía varias horas que llevaba caminando, perdiendo energía inutilmente, sin saber el por qué de mi largo e incansable paseo, quizás en un intento por no perder la trastabillante cordura que aún creía conservar. Paso tras paso había ido dejando atrás el pavimento de aquellas calles al tiempo que los edificios comenzaban a decrecer de tamaño, hasta el punto de convertirse en chalets independientes y con jardín. Al parecer había descubierto una de las zonas de clase alta con las que debía de haber contado aquella gran ciudad. En medio de mi caminar terminé levantando la vista al horizonte, para darme cuenta de que, varios centenares de metros delante de mí, la ciudad terminaba bruscamente, comida por una masa amarronada y amarillenta que configuraba el bosque otoñal que crecía frente a mí. Sabiendo que debía dar media vuelta y no alejarme de aquel sinfín de calles, mis pies me dirigieron al interior de la espesura.

La temperatura no había cambiado, como si algo quisiera hacer creer que asfalto y tierra estaban en ese mundo hechos de la misma cosa. A mi alrededor, más y más troncos de árboles, hojas y más hojas en el suelo, tapando el barro que se habría formado debajo por las lluvias de los días anteriores, pero sobretodo, calma, tranquilidad, pasividad, pero no una quietud amable o agradable, una paz engañosa, cargada de una furia contenida, de una violencia que, por su ausencia, aparecía amenazante en el aire. En ese momento, en el que las maltrechas construcciones de la ciudad ya habían desaparecido tras de mí, la sensación que me invadió fue la de nimiedad, insignificancia, solo ante aquella apabullante e infinita fuerza natural tras la cual se podría esconder cualquier bestia o fiera que quisiera acecharme. Ante esa sensación de impotencia metí una mano en mi bolsillo para agarrar mi navaja y, así, buscar un poco de apoyo y seguridad.

Tras un buen número de minutos andando, quizás en círculo, quizás no, terminé reconociendo una construcción de piedra. Se trataba de una torre que se elevaba sobre las copas de los árboles de forma casi sorprendente, si se tenía en cuenta lo estrecho de la base y la altura que llevaba a alcanzar. En mi camino hacia allí pude, al fin, divisar la figura de una persona. No sabía cómo reaccionaría ante mi presencia, pero, en ese mismo momento, yo necesitaba compañía o, al menos, indicaciones de cómo regresar a la ciudad antes de que anocheciera, por lo que no cejé en mi avance hacia aquel lugar.

- Hola - saludé de manera audible cuando aún estaba a unos cuantos metros de ella, guardando las distancias por si no era bienvenido

por **Emie Lemacks** Vie Jun 18, 2010 11:30 pm

Mantuve mi mente distraída formando cada una de las curvaturas, líneas rectas, arcos y ventanas de la pintura encontrada anteriormente en la sala del "Tesoro". Y por tesoro no me refería a una pista, unas monedas o alguna arma. No. Más bien reflejaba en aquel tesoro maldito al Fheral que había intentado acabar con la vida de Kay y la mía propia.

A mi parecer aquella torre era la reflejada al óleo en aquel tapiz que había resistido durante años, décadas y no sabía si llegar a decir siglos, al paso del tiempo. ¿Cómo era posible que nadie hubiese entrado con anterioridad en aquella sala del palacio? ¿Cómo había sido capaz la humanidad de dejar abandonado aquel lujoso y maravilloso palacio exponiéndolo al cruel destino que le esperaba, desaparecer? ¿Qué personas habrían vivido allí y realmente habría alguna manera de conocer algún aspecto de su vida? Era una familia adinerada, de eso no cabía ninguna duda.

Cerré los ojos con una sonrisa dibujada en mi cara mientras me imaginaba que me encontraba en aquella lujosa sala con los demás invitados a una de las fiestas más importantes de la época. Todos bebían y comían riquísimos manjares situados sobre la mesa en un perfecto orden que no parecía nada artificial. Era como si cada uno de los platos hubiese nacido en la zona asignada. Las paredes, pintadas con colores fuertes y cuadros de sus antepasados, decoradas con un gusto exquisito. Conversaciones sin importancia, todas acompañadas de buenas maneras, risas y el sonido de copas al chocar...

Mis ojos se abrieron lentamente arrastrándome de nuevo hacia la realidad. La sala desapareció y ante mis ojos se encontraba repentinamente un bosque de árboles de hoja caduca. Algunas de sus secas hojas caían ligeramente, ondeando con el viento, sobre el suelo de tierra manchada y húmeda.

Alcé mi mirada soñadora para encontrarme con los ojos oscuros de un muchacho que me miraba atentamente como si esperase encontrar algo. Esperé a que fuese él el primero en hablar y mi espera no fue muy larga, ya que en unos cuantos segundos articuló un “Hola” aunque manteniendo bien las distancias.

Me acerqué a él unos pasos ya que prefería encontrarme cerca de él y poder entablar una conversación normal a encontrarme hablando a gritos como si alguno de nosotros careciese de manera parcial o total de la capacidad de audición.

-Hola –Le saludé con una sonrisa perfecta y cariñosa a la vez. Mis sonrisas siempre eran de aquella manera, si era sincera, pero aquel cuyo nombre desconocía me había salvado de enloquecer tras llevar un par de días sin hablar con nadie. –Mi nombre es Emie, un placer si estás dispuesto a no matarme –Le guiñé un ojo y me acerqué a él para darle un estrechón de manos inocente.

por **Alatz Seb. de Herrera** Sáb Jun 19, 2010 5:15 am

Al parecer aquella muchacha de cabello castaño oscuro no se sentía intimidada o perturbada por mi presencia, ya que continuó con el ritual de acercamiento que yo había pausado para no resultar hostil o demasiado confiado. Según se acercaba con suaves y delicados movimientos, tanto como el abrupto terreno llegara a permitir, pude comenzar a distinguir dos focos azules brillando entre su blanquecina y pálida piel, unos ojos claros que casí conseguían atrapar y restar importanci a todo lo demás. Agité la cabeza, algo enfadado conmigo mismo dado la situación en la que nos encontrábamos. No era momento de pensar en la belleza.

- No, creo que de momento no quiero matarte - bromeé esbozando una pequeña sonrisa, que pronto desapareció, presa de mi nerviosismo y de mi falta de confianza, al fin y al cabo era una completa desconocida en un mundo adverso. Sin embargo, a pesar de eso, acepté su mano, oprimiéndola en un firme pero suave apretón

Desvié mi mirada de nuevo a aquella construcción de sillares casi regulares de piedra que se alineaban formando esa forma circular y ascendente, elevándose, preguntándome por su finalidad, allí apartado en el bosque. Suspiré. Aún intentaba dotar de razocinio a ese caótico mundo. Aunque aún no hubiera tenido la dudosa suerte de haberme encontrado con alguna de esas fieras de las que mis compañeros me habían hablado, creía haber visto algún nuevo edificio en el solar que, un solo día antes, se hayaba lleno de ruinas y escombros. Debía comenzar a dejar de analizar ese mundo y esa ciudad con el punto de vista normal, al que estaba acostumbrado desde que naciera, al menos si no quería perder la cabeza.

- ¿Tienes idea de qué es eso? - pregunté con un movimiento de cabeza, para volver a mirar a la chica - Y yo soy Alatz; un placer - volví a sonreír, esta vez prolongando la mueca por unos segundos más

Casi sin esperar a que me contestara me dirigí a aquella edificación pétrea, pendiente de cualquier ruido o movimiento tras de mí, con los músculos en tensión; no iba a permitir que un descuido acabara con mi corta existencia en ese extraño lugar. Una vez a los pies de la alta torre posé una mano sobre su rugosa superficie, sintiendo su frío y húmedo tacto. Al parecer esa obra debía llevar bastante tiempo allí, por lo que me extrañaba que su frágil esrtuctura hubiera soportado el empuje del viento y las inclemencias del tiempo.

- Interesante... - murmuré en un susurro casi inaudible, solo para girar apenas segundos después mi cabeza en dirección a la joven que decía llamarse Emie - ¿Has entrado dentro? - la curiosidad comenzaba a invadirme, situación quizás no del todo buena; al fin y al cabo, como dice el dicho, fue precisamente eso lo que "mató al gato".

por **Emie Lemacks** Sáb Jun 19, 2010 3:09 pm

Era un muchacho atractivo y joven. ¡El primero que me encontraba que no superase los 25 tacazos! ¡Enhorabuena mundo! ¡Has traído a una persona decente! ¡Bieeen! ¡Tres hurras por el mundo! I-i-hurraaa, i-i-hurraaa, ¡¡i-i-hurraaaaaaa!!

Tras pasar aquel momento de desvarío completo me fijé en que el tal Altz se quedaba mirando muy atento la torre. Si él conseguía salir de allí sería mucho mejor que cualquiera de los otros que no les quedaba tanto que vivir. ¿Cuántos años tendría? ¿Un par de años más que yo? A saber…

-Bueno, es una torre como puedes ver –LoL –Me recuerda bastante a la que es nombrada en la pista del muro… es decir, esa que dice: Bajo la torre de los ventanales descansa la cautiva convertida a la fe verdadera. ¿Será esta a la que se refiere? Encontré un cuadro suyo en el palacio… –Estaba pensando en voz alta, Emie… cállate anda, no te vayas a ir demasiado de la lengua y la fastidies del todo.

Me mordí el labio intentando callarme del todo, aunque él parecía demasiado sumergido en sus pensamientos y era posible que no hubiese escuchado lo que acababa de decir. Bueno, si aquella era la torre de la que hablaba quizás allí estuviese escondido el Portal tan ansiado por todos que nos llevaría de vuelta a casa.

-No, no he entrado. ¿Te gustaría que inaugurásemos su interior? –Me reí un poco acercándome unos pasos a la torre y girándome para mirarlo directamente a los ojos, intentando descubrir algo de él a través de ellos.

Off: Y ahora sería cuando te preguntaría: ¿Te gusta hacer algo raro cuando practicas sexo? XD

por **Alatz Seb. de Herrera** Dom Jun 20, 2010 6:23 am

Tardé un poco más de lo normal en lograr descifrar el sencillo entramado de las palabras de Emie ya que, a parte del débil tono con el que las había pronunciado, mi atención se centraba en aquella superficie de piedra. La chica de ojos claros y pelo castaño se fue acercando hasta mi posición y, una vez a mi lado, se obcecó en mirarme directamente a los ojos, situación que más que molestarme me incomodaba y me puso levemente nervioso. No solía ser de aquellas personas que solía mantener la mirada.

- Creo que no estaría de más investigar - acepté moviéndome mis piernas para alejarme del atrayente rostro de una desconocida ya que, ni era momento, ni situación de pensar en ninguna cosa indebida. Mis pies comenzaron el camino para rodear la torre trazando una línea más o menos regular que, esperaba, nos condujese a nuestro destino -. Por cierto, ¿antes has dicho algo de un palacio? - pregunté intrigado por sus palabras de antes.

Rodeaé la torre hasta que, casi habiendo rodeado la mitad de su perímetro, logré encontrar una puerta de madera que, al parecer gracias a lo que parecía ser un importante grosor, aún se conservaba en buen estado. Agité la cabeza por un momento hacia los lados. Debía olvidarme de pensar sobre el tiempo en el sentido al que estaba acostumbrado, allí, todo lo que concernía a ese campo, era, como poco, caótico. Alargué mi mano para empujar la puerta, pero la estructura no cedió ni hacia delante ni hacia mí; debia de estar cerrada.

- No sé cómo podemos entrar - la dije, suponiendo que me habría seguido mientras clavaba mi mirada en la superficie levemente astillada evaluando nuestras posibilidades, por muy escasas que pudieran parecer. "Quizás si hiciésemos palanca con alguien o logramos romper la cerradura" pensé. Por el momento me había empecinado con entrar en aquel lugar

por **Emie Lemacks** Dom Jun 20, 2010 5:15 pm

Eh... mmm... el tal Altz, como que iba un poco a su bola la verdad. Jop, bueno, no pasa nada, ya lo engaturasíamos con nuestros encantos femeninos. ¡Ah! ¿Pero qué narices estaba diciendo? ¡Dios! Llevaba demasiado tiempo sin ver a alguien de mi edad madre mía. ¡Un sartenazo en la cabeza! ¡Sí! ¡Eso era lo que me hacía falta! Pero... si me daban uno acabaría K.O. en el suelo y así sí que no serviría para nada... Pero... mm... podría dormir. ¿Sartenazo sí o sartenazo no? Bueno, mejor que por el momento fuese sartenazo no principalmente porque tirarme allí en el suelo de repente parecería que estaba haciendo un drama o algo por el estilo, el chaval se quedaría a cuadros, se metería en la torre, me quedaría a la interperie y vendrían zombies asquerosos con bocas deformasdas anémicos que en vez de chupar candados chupaban cabezas de tías. Madre mía... pensamiento complétamente subrealista, mejor que nadie se enterase de lo que pensaba porque sino mal íbamos...

Comenzó a alejarse andando en dirección a la torre, rodeándola unos momentos después. Estuve a punto de gritarle un "¡Eh! ¡Espérame!" pero mejor me lo guardaba para después y ahorraba energías. Corrí detrás de él, madre mía qué rápido que andaba aquel tío hasta que por fin se paró en seco. ¡Oh, la, la! ¡Una puertola!

-Decía que en el palacio de encima de la montaña -No me sabía su nombre -Encontré un cuadro en una de las habitaciones que era de esta torre... ¿Crees que será la de la pared? -Pregunté para él y para mí. Me di cuenta de que la puerta no se podía abrir... bueno, a lo mejor si la cerradura cedía o algo así.

-¿Necesitas mi ayuda? -Pregunté con una sonrisita acercándome y pegándome a la puerta. -¿Y si le damos unos cuantos golpes a lo película? -Me crucé de brazos a la espera de que me respondiese algo ya que yo sola pues como que no iba a conseguir nada.

por **Alatz Seb. de Herrera** Lun Jun 21, 2010 10:30 pm

Volví a presionar la puerta una vez mas, sin obtener resultado alguno, antes de que Emie se pegara a la puerta, haciendo que yo me separara; las cercanías a veces hacían sentirme incómodo... o demasiado cómodo.

No sabía a qué cuadro, palacio o pared se refería, y dudaba que llegase a saberlo, así que supuse que sería mejor apartar el tema de mi mente. Lo único que importaba en ese momento era que, frente a nosotros teniamos una torre y que, mi mente, comenzaba a establecer los enlaces entre ella y la pista, la leyenda, o lo que quisiera que fuese aquello escrito sobre la pared de esa Morada, según la llamaban. Solo había un problema: ¿cómo íbamos a conseguir entrar en ese lugar? La puerta parecía demasiado resistente como para simplemente ser tirada abajo por unos cuantos empujones.

- Creo que si intentamos tirarla abajo lo único que conseguiremos será rompernos un hombro o algo - no era precisamente que aquella chica pareciese muy fuerte y yo... mejor no hablar de mí - .Tenemos que encontrar algo para entrar allí - algo me decía que posiblemente el siguiente paso hacia salir del mundo estaba encerrado entre esos altos muros de piedra, al igual que algo me decía que el portal difícilmente iba a estar ahí dentro. No creía que fuera a ser tan fácil -. Creo que o forzamos la cerradura - la cual parecía vieja y oxidada - o intentamos desencajarla de sus visagras - lo cual iba a ser difícil sin una palanra o algo, dado que liviana, precisamente, no parecía

Miré a mi alrededor buscando algo que nos pudiera ayudar, pero, a parte de hojas y palos demasiado finos no logré encontrar nada digno de mencionarse. Necesitábamos una barra de metal o algo así, y ni estaba muy seguro de que eso pudiera ayudarnos a abrir la puerta. Decidí probar la resistencia de la puerta, por lo que puse ambas palmas de mis manos sobre la superficie de madera y, tras coger aire, impusé con todas mis fuerzas... y el resultado fue que me precipité al interior trastabilleando, casi cayéndome al suelo.

- Pero, ¿qué co...? - maldije en castellano una vez recompuesto. La puerta se había abierto

por **Emie Lemacks** Mar Jun 22, 2010 1:06 am

Solté un profundo suspiro resignado, sí, demasiados adjetivos para una sola palabra pero bueno… en esta vida hay que explicarse bien. Sí, eso es lo más importante de todo… ¡Darse a entender! Aunque siendo sinceros, a mí en la vida me han entendido bien o casi bien así que… tampoco puedo pedir que ahora lleguen a entenderme bien. ¡Jo! ¿Por qué nadie me entendía? Si yo era muy clara, sí, sí, clarísima cual bella dama escondida en lo alto de una torre. ¡Alah! ¡Aquello incluso se podría aplicar a aquella situación! Allí estaba yo, con un tío que acababa de conocer intentando presionar la puerta para que cediese y nos dejase salvar a aquella hermosa daba que nos esperaba con lágrimas en los ojos. Espera, espera, todo el mundo tiene lágrimas en los ojos porque sino… ¡Tendrían los ojos secos! Y con los ojos secos… poco se puede hacer, ¿No? ¿Se vería bien en esas situaciones? Tendría que preguntarlo alguna vez aunque dudaba que así fuese.

Me quedé mirándolo un momento atentamente, ¿Parecía incómodo con mi cercanía o era mi imaginación? Jop… y yo que creía que todavía no olía tantísima peste. Seguro que olía a zorro muerto y echaba para atrás a cualquiera que se acercase… qué depresión. ¡Para un tío joven que había yo tenía que oler a bicho! ¡No valeee! ¡No! ¡No vale! Quiero oler bieeen… desodorante, ¿dónde estás cuando se te necesita? Colonia, preciosa colonia con olor a coco, ¿Por qué te perdiste en el otro mundo? Deberías de estar ahora a mi ladito para que yo pudiese oler bien y diese alegría a todo el que estaba a mi lado, no lo matase del asco.

De repente la puerta se abrió con Alazt tirado en el suelo. ¡Bieen! ¡Se había abierto! A lo mejor había sido por las ganas de Alatz de huir de mi pestilente aroma. Joder, que yo no me olía tan mal… ¿No? Vamos, olía a bicho… pero no bicho asqueroso, sino bicho normalito y corriente. Jooo ¿Por qué entonces huía de mí? Seguro que era por lo mal que olía, segurísimo… pues vaya mierda más grande. Y yo que pensaba que acababa de encontrar al amor de mi vida… pero ¡No! ¡Tenía que llegar siempre el realismo para fastidiármelo todo!

-¡Se ha abierto! ¡Se ha abierto! –Exclamé dando saltitos de alegría y unos cuantos aplausos. Entré en la estancia intentando no pisar a Alazt y le tendí una mano para ayudarlo a levantarse, pobre chaval, había caído directo al suelo… a lo mejor ahora no aceptaba mi mano porque olía peste. ¿Entonces qué haría yo? ¡Era capaz de echarme a llorar o salir corriendo de allí para irme al río!

por **Alatz Seb. de Herrera** Mar Jun 22, 2010 7:49 pm

La inesperada caída casi hizo que casi me diera de bruces contra el suelo, pero, por dudosa suerte, logré colocar en forma de autorreflejo mis manos delante mía, arrancando la piel en varios puntos de mis palmas. "Mierda" pensé mientras mis manos empezaban a escocer a causa del contacto de la carne viva con el aire y las heridas se empezaban a llenar de sangre. Una mueca de desagrado se posó en mi rostro al tiempo que llenaba mis pulmones aspirando entre dientes.

La estancia en la que nos encontrábamos era circular, con las paredes de piedra que se podía ver en el exterior, en las cuales se abrían dos pequeñas ventanas que apenas dejaban entrar la luz. En una esquina, sobre el suelo de madera, descansaba una mesa volcada y dos sillas, una de ellas rota. Por otro lado había dos escaleras, una que subía hacia los pisos superiores, supuse, y otra que se adentraba en la oscuridad de lo que debía ser el sótano. Al levantar la vista, vi que Emie había extendido su mano, intentando ayudarme a levantarme. Después miré mis manos y me di cuenta que sería preferiblemente no tocar a nadie, ensangrentado como estaba.

- No te preocupes - la sonreí haciendo un esfuerzo y colocando mis manos de nuevo en el suelo, doliéndome por el contacto, para volver a ponerme en pie -. Bueno, ya estamos dentro.¿Ahora qué hacemos? ¿Arriba o abajo? - hasta la azotea tendríamos un buen número de peldaños que subir; sin embargo, el sótano estaba demasiado oscuro, y eso no inspiraba confianza

por **Emie Lemacks** Mar Jun 22, 2010 9:04 pm

Vaya.. ¿Era mi imaginación o a aquel tío no le agradaba nada mi presencia allí? Pues seguramente fuese eso... me separé de él unos pasos intentando que se sintiése algo más cómodo aunque la verdad es que no sabía qué es lo que le pasaría cuando los zombies se le acercaban... El doble de incomodidad, ¿No?

A no ser claro está, que aquellos zombies le pusiesen y ya que gustos hay como colores pues no podía jurar que así no fuese. Estaba yo tan feliz cuando de repente me llegó la imagen de el chaval aquel rodeándole el cuello a uno de los bicharracos mientras lo besaba... ¡Ag! ¡Que asco! Iba a necesitar una buena porción de chocolate para olvidar aquello... pues vaya mierda, porque chocolate no tenía.

-Creo que es mejor arriba... abajo está bastante oscuro y es capaz de que se nos lance a la yugular un bicharraco de esos y no creo que te haga mucha graci... -Volvió a mi mente la imagen aquella... ¡Ag! ¡Fuera, fuera! ¡Out! ¡No te quiero aquí cosa asquerosa besando al único tío joven de todo el mundo este!

Agité la cabeza hacia ambos lados intentando hacer desaparecer aquel pensamiento y tras dedicarle una pequeña sonrisa a Alatz me acerqué a las escaleras que subían a la azotea.

-¿Y bien? De todas formas después podemos bajar al sótano... -Toqué con mi mano la katana como para darme seguridad, sí, allí seguía, intacta.

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