Debería... al menos debería (Kay + libre)

No podía más. Me había pasado la mañana andando de allá para acá, sin saber dónde buscar aquella pista que había escrita en la pared. Por más que buscaba, no había nada me llevara hacia ella. Y no me iba a meter en lugares infectados de esos bichos sin un arma con la que defenderme. Joder, es que no tenía ni un palo de madera. Era realmente patético. Tendría que haber cogido algún tablón de madera de la habitación en dónde me desperté y tenerlo en la mano, por si las moscas. Mientras caminaba, me preguntaba que sería exáctamente el portal y de qué manera tendría que llegar a él. Tenía una mala espina. Había comprobado que todas las personas de aquel mundo querían volver a su realidad, pero ninguna sabía exáctamente como hacerlo. El Portal. Ese era mi objetivo. Pero no sabía como acceder a él, ni tampoco cómo llegar a averiguar la pista de la pared de la habitación.

Cuando llegué a los alrededores del palacio, las gotas de agua empezaron a cer con fuerza desde el suelo. Me cagé en Dios unas cuantas veces y empecé a correr, buscando refugio. No me di cuenta de que había una chica sentada en el suelo del palacio, con la mirada perdida. Me paré en seco, debajo de la lluvia. Era humana, no era una de esas cosas. Me acerqué y me dejé caer en el suelo, a salvo de la lluvia.

-Vaya tiempo de mierda.

Off: "las gotas de agua empezaron a cer con fuerza desde el suelo" ¡Llueve alrevés!

Cerré los ojos planeando la manera más fácil de hacerme un arma que fuese efectiva, quizás si cogía un palo de cualquier sitio normal y lo lijaba un poco podría hacerme una especie de lanza... Mmm... el problema era la manera de afinar sus puntas, que muy fácil no se me iba a hacer cuando no tenía ni siquiera un cuchillo. ¿Y hacerme un cuchillo con piedra? Sí, como hacían los prehistóricos... Era una idea muy cutre pero a lo mejor eso me servía para algo.

-Vete aconstumbrando, a todas horas es igual. Sólo ha hecho sol un día de los que yo llevo aquí -Abrí los ojos y lo miré de reojo. ¿Sería uno de aquellos locos que iban dispuestos a matar a todo el mundo que encontrasen en su camino? No creía... no se acercaría a mí tan cordial en todo caso, ¿No? Eso esperaba al menos. ¡No quería morir todavía! No, no se lo iba a dejar a nadie fácil, ni a los humanos ni a ninguno de los Fharels.

Hablando de Fharels, que bichos más asquerosos y repugnantes y por último, qué difíciles de matar. ¿Cuánto tiempo estuvimos? ¿Media hora? Posiblemente... como muy poco. Por eso me hace falta un arma, para que todo eso sea más fácil y no tenga que preocuparme porque me vayan a matar. Sí, necesito un arma urgentemente y sea como sea voy a conseguir una.

-¿Cuánto llevas aquí? -Pregunté con curiosidad.

-Dos días -suspiré y tomé aire una y otra vez. Tenía que dejar el tabaco. Total, en aquel mundo no existía, así que tendría que joderme un buen rato hasta que encontrara la manera de volver de dónde había venido y largarme de una vez por todas de aquel lugar de mierda -parecía una chica inteligente, a lo mejor sabía algo del portal, pero no la iba a someter a preguntas tan pronto. Esperaría un poco y después, atacaría-. Y parece que hace un año que llegué, el tiempo se me está haciendo eterno. Por cierto, soy Kay.

Miré al cielo. Estaba completamente negro. Cerré los ojos y me pasé una mano por mi pelo semi mojado y lo eché hacia trás, suspirando. Ahora tendría que encontrar la manera de buscar pistas sobre el portal, que encontrar un arma para defenderme de aquellas cosas y que no perder el tiempo en gilipolleces. ¿De qué manera podía sacarle algo a aquella chica?

-¿Y tú? -bueno, por algo se empezaba.

La miré y sonreí.

-¿Qué no es difícil? A mi casi me mata una cosa de esas -tragué saliva y estiré las piernas.

Todo estaba empezado a ser demasiado complicado. No estaba acostumbrado a correr, ni a jugarme el cuello por alguien, ni a luchar por mi propia vida. No estaba acostumbrado a correr tantos riesgos. Pero no podía quejarme, todas aquellas personas estaban allí de la misma manera, totalmente perdidos y sin un lugar. Peor había algo que estaba empezando a martillearme la cabeza: ¿Qué había pasado en aquella ciudad? ¿Cómo sería su nombre? ¿Qué pasó para que todas las personas se hicieran muertos vivientes hambrientos?

Sacudí la cabeza y presté atención a lo que estaba diciendo Emie. Le enseñé la placa.

-De Nueva York, ¿y tu?

La miré y sonreí.

-Así que de Nueva York, ¿eh? Es interesante. Caí con una persona que era de Alemania. Creía que no iba a encontrar a nadie de mi mismo país -reí entre dientes y me gire hacia la puerta, con la vista clavada en ella-. Bueno, pues si no tenemos nada, porque parece que ninguno de los dos tenemos armas para defendernos, habrá que coger algún palo, o piedras o algo. Además, si hubiera Fheral, ya habrían pegado a las puertas. No son tan listos como para esperarnos escondidos en la oscuridad.

Sonreí de nuevo a Emie. No pensaba matarla a ella, al menos de momento. Aunque si se me adelantaba en mi carrera para llegar al portal, tendría que hacerlo, por mucho que estuviera en contra de aquello. Le hice un gesto con la cabeza hacia la puerta y empujé la madera. El gran chillido de las visagras rompió el silencio. Miré de nuevo a Emie y asentí con la cabeza, para que me siguiera. Abrí la puerta por completo. No se veía una mierda.

-¿Tienes un mechero o algo por el estilo?

Entré detrás suya, retirando los demás cortinas que había por toda la sala. Era lujosa y parecía que no había sufrido muchos desperfectos. Pero estaba llena de polvo por toda partes, polvo que se te metía a los pulmones y te hacía toser una y otra vez. Pasé por toda la estancia, fijándome en la decoración. Era muy lujosa, por lo aquel palacio tendría que haber sido de alguien con una gran posición económica. ¿Encontraría allí algo de utilidad o para vender y conseguir algo de comida? No tenía ni idea, pero si seguía teniendo a Emie conmigo, seguro que conseguiría tener algo de provecho. Además, ella parecía que sabía más cosas sobre esta ciudad que yo y muchos de los que me había encontrado, por lo que me sería de utilidad si conseguía sonsacarle algo.

Me acerqué a una estantería para ojear los libros llenos de polvo cuyas páginas se caían a pedazos. Y encima, las páginas estaban en blanco.

-¿Crees que puede haber algo de ayuda por aquí? A lo mejor... en este sitio hay algo sobre la pista que encontré en la pared -susurré eso último para mí, mirando a mi alrededor. Solo buscaba algo que tuviera que ver con la pista de la pared y la mancha de sangre.

Miré a Emie. Era bastante mona, era una pena que tuviera que utilizarla para mi propio bien. Tendría que aprender a tener más sangre fría de la que ya tenía. Aquello era un juego. Un juego que no me gustaba nada.

Off: Entras tú delante >.<

Continué con la dura tarea de abrir todas las polvorientas cortinas para que la luz terminase por inundar la estancia del todo. Bueno, luz del todo no se podía considerar ya que había que pensar que fuera el cielo estaba nublado y la lluvia caía sin cesar. Avancé hacia las escaleras y me quedé mirando hacia arriba, entusiasmada por saber qué otras cosas abría en aquel palacio.

Me giré en dirección a Kay cuando escuché el sonido de unas ojas al moverse, ¿Abría tenido más suerte que yo? Lo dudaba, en todos aquellos días no había visto nada en la ciudad escrito, ni nombres de ciudades ni nada. Si allí hubiese algo escrito, ya habrían sido otros los que lo habrían encontrado ya que no era la cosa más difícil de encontrar.

-¿Encuentras algo? -Pregunté con curiosidad antes de girarme de nuevo en dirección a las escaleras y comenzar a subirlas con cuidado por si se derrumbaban y con el palo entre mis manos. Vale, no veía nada por allí o al menos eso era lo que parecía. Cuando llegué a lo alto de las escaleras y fui a abrir una de las tres puertas que allí había no logré conseguirlo, estaba bloqueada.

Me giré hacia la estancia para volver a observarla, estaba llena de polvo y telarañas, los muebles se encontraban medio destrozados, por los muros se veían manchas de humedad... con la luz había perdido todo el encanto que en un primer momento me había mostrado.

-¿Me ayudas? -Acabé preguntándole señalando hacia la puerta con el dedo pulgar de una de mis manos.

Dejé el libro sobre la mesa y pasé una mano por ella, llenándomela de polvo que sabría Dios cuántos años tendría aquello. Me volví hacia Emie y negué con la cabeza. Allí no había nada que pudiera darnos algo de información sobre el portal o sobre la pista de la pared. No había nada que nos llevara hacia alguna de las dos cosas. Y parecía que Emie tampoco sabía mucho sobre aquello Era un pérdida de tiempo.

Reí entre dientes y subí hasta dónde se encontraba Emie. La miré y después me coloqué frente a la puerta. Se podía escuchar como el techo del palacio crujía una y otra vez ante el peso de la lluvia en el tejado. Me estaba empezando a preocupar el hecho de que nos viniera encima y nos aplastara a los dos. Subí una pierna y arremetí contra la puerta, haciendo que la cerradura se rompiese y se entreabriera un poco. Me había hecho un poco de daño, pero no era nada. SImplemente el calambre ese que sientes cuando te golpeas fuerte el pie. La miré y asentí con la cabeza.

-Ya puedes entrar.

-Yo no estaría tan seguro, creo que tenemos que mirar bien por todos lados antes de decir nada -saqué las cadenas de la mochila y las enrollé en mi puño, con fuerza, dispuesto a asestar un puño de hierro a cualquiera que se me pusiera por delante. Son la linterna en la otra mano, enfoqué a todos los lados. No había nada. Debajo de las mesas tampoco. enfoqué a lo que parecía ser un antiguo armario ropero. Miré a Emie, encontrándome con su mirada.

-¿Preparada? -me acerqué al armario, colocándome al lado de una puerta. Puse la mano en el pomo y la miré, asintiendo con la cabeza. Abrí la puerta de golpe esperando a que saliera cualquier cosa de allí dentro. Podía también no haber nada, pero dudaba mucho que no se nos jodiera la fiesta.

Me sobresalté y tardé bastante en reaccionar. Me aparté y cogí la cadena y, aprovechando que ella le estaba sujetando, cogí una silla de las que había allí y la alcé, para estampársela encima. Toda la silla se rompió en su cuerpo. Más tarde, cogí la cadena con el puño y empecé a darle golpes en la cabeza, esquivando sus mordiscos y poniendo un pie en su cuello, para inmovilizarlo mejor.

-¡Vamos! ¡Que es divertido! ¡Dale fuerte!

Animé a Emie con una sonrisa en los labios, dándole de nuevo en la cabeza con fuerza, haciéndome daño en los nudillos. Esperé a que Emie se uniera.

-O ropa para cambiarte -reí entre dientes y cogí el trozo de cristal, clavándoselo también el cuello, manchándome un poco de sangre también.

No podía clavárselo en la cabeza. Estaba demasiado dura y seguro que me cortaría la mano con el pedazo de cristal. Tendría que encontrar otra forma de meterle algo por la... ¡un momento!

-Dame tu trozo de cristal, que es más largo -cuando me lo pasó, sonreí con cierta frialdad. No paraba de moverse, por lo que lo inmovilicé de nuevo poniendo un pie en el cuello sangrante. Puse el otro de cristal en su oído y lo clavé un poco, haciendo que el zombie chillara. cuando estuvo bien sujeto, cogí un libro bien gordo y le di al trozo de cristal con fuerza, haciendo que penetrara dentro del cerebro de aquella cosa que, poco a poco, dejó de moverse.

-Claro que sí, necesito un buen baño.

Antes de salir de allí, me fijé en una cosa. Un cuadro. Pintado al óleo. Sentí como el corazón se me ponía a cien. La escena mostraba un paisaje negro, homogéneo. Pero en la oscuridad, se encontraba alzada una gran torre, con numerosos ventanales, llenos de luz.

-Bajo la torre de los ventanales, descansa la cautiva convertida a la fe verdadera -susurré para mí mismo-. Esa torre... puede ser nuestra torre.

Miré a Emie con cara de circunstancia. Fui hacia el cuadro y arranqué el lienzo, quedándome con la tela y el dibujo y metiendolo en la mochila. Bueno, creo que allí no había nada de utilidad.

-¿Vamos?

Mientras bajaba las escaleras, me decía a mí mismo que tenía que encontrar aquella torre llena de ventanas. Pero no sabía por dónde empezar, quizás Emie supiera algo. Pero le preguntaría después. tenía que ganarme su confianza.

La seguí por detrás, cerrando la puerta del palacio y echándole una mirada antes de alejarnos hacia el río. Aquello iba a ser una lucha a muerte por la salvación. Y yo quería ser el que se salvara. Como todos. No quería seguir en ese mundo de mierda. No, no quería.

-Bueno, parece que el día a mejorado un poco, ¿no?

Emie empezó a gritarme algo, pero yo estaba tan en mi mundo que no le presté ninguna atención. Cuando llegué a su lado, me quité la camiseta y la metí en el río y empecé a limpiarla, con fuerza. Tendría que hacerlo con cuidado o me cargaría la tela. Y no tenía otra cosa, a no ser que me dedicara a robarle la ropa a los almacenes de esos abandonados. Pero no, prefería mi camiseta de Bring Me The Hroizon. Me recordaba a mi tierra de verdad, mi mundo, mis gritos.

-¿No te ibas a bañar? -pregunté, mirando a Emie mientras me quitaba las manchas de sangre de las manos y del cuerpo. Joder, esta perdido.