Sentado en la hierba... (Nanako)

Había vagado demasiado por las calles. Ya estaba un poquito más recuperado después de mi llegada a la ciudad-fantasma y me acostumbré a no encontrar gente normal. La única a quien conocía - bueno, realmente verla solamente - era a Yadhira. Pero tampoco sabía su nombre. La bautizé "mi ángel", porqué eso era para mí - un ángel - que me salvó de la muerte. Mi amnesia me impedía recordar mi nombre o diferentes cosas de mi vida.

Me quedé sentado en la hierba, en un día que aún no llovía, pero el cielo estaba oscuro y gris, estaba por llover. Aún me dolía el cuerpo por el accidente, pero mis heridas lograron cicatrizarse. Me quedé allí, respirando el aire que a mi asombro estaba fresco y me quedé un ratito dormido. Quizás fue un sueño o quizás una señal de Dios que soñé que encontraba el camino para regresar a la civilización. Pero todavia no logré saber por dónde agarrar ni que hacer. Así que regreso en el punto dónde estaba: no recuerdo nada de mí, no tengo la manera de lograr escapar de aquí.

Me había quedado dormido por más de varios minutos, quizás, no quizás no, seguramente por el cansancio. Estos días vagué demasiado. No podía comprender como en un lugar como este no había nada de civilización. Mi mente daba vueltas y vueltas tratando de entender en qué lugar había parado. En mis sueños no me venían ningún tipo de recuerdos y eso me desesperaba más. No sabía quién era, ni de dónde venía. Ni esta vez pude soñar, ni imaginar nada... y eso me desesperaba. Después de descansar unos minutos, despierto del sueño. Dejó de llover, pero el tiempo era bastante pesado y nublado. Me quedo viendo alrededor, hasta que escucho un ruido de agua... Sí, era un susurro de agua, señal que por allí cerca había un río. Me levanté despasito, me toqué la herida que todavia me dolía al igual que todo el cuerpo y caminé despasito. A pocos metros ví el milagro: un río. Me acerqué despasito al río. Necesitaba un poco de agua para lavarme la cara, limpiarme un poco la herida y tomar un poco de agua que tenía los labios y la garganta seca. Me acerqué al río, me agaché y mojé mis pies al agua. Me sentía tan bien. Me agaché más, y con mis manos me eché agua a la cara. Me agaché, junté agua en mis manos y bebí un poco. En ese momento sentí que vuelvo a nacer. Me quedé un ratito sentado en una piedra, con los pies en el agua. Miré alrededor y ví una chica que al parecer hacía lo mismo. Por un momento pienso que ella también se había perdido de la misma manera y era el momento de unirnos.