En la plazuela (Johanna + Libre)

Llovía, como casi siempre. Pero esta vez la lluvia me había pillado fuera de algún lugar donde cubrirme. Genial, y tampoco tenía paraguas. Miré a mi alrededor en busca de fherals, quizás el agua los ahuyentase como el sol… Aunque era poco probable, a fin de cuentas aquí parecía llover casi siempre y bien que habían sobrevivido estos seres. Me abracé mientras el agua me calaba hasta los huesos, no tenía más ropa que esta… Y si, quizás con la lluvia se iba a ir el sudor y el olor asqueroso que ya debía llevar encima, pero iba a pillar una pulmonía.

Estornudé y me dirigí a la desembocadura de la calle, una plaza. Aunque antes de meterme de lleno en la plazuela miré a mí alrededor en busca de peligros. Lo único que vi fue una fuente y otra figura. Me encaramé a la pared y al observe fijamente. Parecía una figura humana pero entre la lluvia y la poca luz que había, cualquiera se fiaba. Después de un rato observando decidí que n se trataba de ningún fheral, a fin de cuentas ellos eran calvos y la chica parecía tener una larga melena. Y se estaba mojando, igual que yo.

Me acerqué a ella, y a la fuente, para rellenar las botellas de agua que tenía ya vacías. Sí bueno, rellenar botellas de agua en una fuente cuando esta lloviendo parece bastante inútil, pero iría más rápido que esperar a que las gotitas de lluvia entraran por el cuello de la botella y la llenaran.

Una vez en la fuente, giré la cabeza para observar a la mujer que había cerca de mí. Parecía joven, sola y además no veía que llevase ninguna arma encima. Y no, no me sonaba de haberla visto antes. Como no quería sacar mi libreta para evitar que se mojara, me la quedé mirando mientras terminaba de rellenar la botella de agua. Iba a ser más complicado de lo habitual hablar con ella si no encontrábamos algún sitio con el que resguardarnos de la lluvia.

Apoyaba mi cuerpo contra la fuente mientras el agua que salía de uno de los caños iba rellenando poco a poco la botella mientras el agua seguía cayendo sobre de mí. El pelo se me había pegado a la cara y la ropa al cuerpo, era una sensación muy desagradable, tenía ganas de quitarme toda esa ropa cuanto antes. Además, a causa del agua que absorbía me sentía mucho más pesada y torpe. Si ahora salía un fheral no sabía como me las iba a ingeniar para salir corriendo de allí.

Cuando oí un susurro a mi lado observe a la chica de nuevo, parecía que me estaba hablando y advirtiendo sobre el agua de la fuente. ¿Sabría algo ella sobre ésa fuente que yo no? ¿Malas experiencias? Esperaba que no… La verdad es que el agua de al fuente… Bueno, sí, podía ser contaminada de muchas formas, pero él agua del río estaba mucho más expuesta a contaminaciones como cadáveres que cayeran accidentalmente o demás defecaciones. Y aún así yo había bebido de allí y incluso había osado lavarme en ésa agua, aunque ahora que lo pensaba, entonces gente que bebiera más tarde también iba a beberse mi suciedad… Bueno, sólo eran cosas que añadir a la lista. Lo mejor era no pensar demasiado en ello. Aquél lugar no era lo que se llamase higiénico, y si empezaba a hacerle ascos a las cosas iba a acabar muriendo de inanición, deshidratada, o a saber de qué. Y la verdad, si tenía que morirme… quién sabe, quizás muriera antes con alguna infección o enfermedad del agua que dejando que los fherals me devoraran en vida.

Aún así, alce la botella de agua cuando acabe de llenarla para inspeccionarla. Vale, sí, el agua tenía un color más turbio que lo habitual. Y al olerla quizás rezumaba un olor a agua estancada o algo así, pero debía beber algo. Seguramente el agua más limpia que había en ésta ciudad era la que caía en forma de lluvia, pero una botella no era el objeto más adecuado para recogerla. Me pasaría horas esperando a que se acabara de rellenar, y tiempo no nos sobraba con los fherals pululando.

Miré a la chica y me encogí de hombros. ¿Qué iba a hacerle? Iba a tener que hidratarme de alguna forma. Al menos cogía agua que salía del caño, no la que estaba estancada en la fuente que a saber cuantos años llevaba allí. Me llevé la botella a la boca y sorbí un poco. Bueno, el agua tenía un gusto férrico, pero era agua a fin de cuentas.

Cuando acabé de beber volví a bajar la botella y enrosqué el tapón. Miré a la chica con curiosidad mientras me preguntaba por qué estaba en medio de la plaza, con el chaparrón que estaba cayendo. Claro que yo me hallaba en la misma situación, pero mi idea era llenar la botella e irme a buscar algún lugar para cobijarme; pero ella llevaba al lado de la fuente desde antes de mi llegada, observando su reflejo. Seguramente estaría pensando en todo lo que nos había pasado y cosas de ese estilo.

Me acerqué a ella con cuidado, no quería alarmarla ni asustarla, quién sabe como me iba a salir si se creía acorralada. La veía contrariada y pensativa y, bueno, dudaba que fuera a estar alegre. Dudaba que nadie de los que habíamos llegado a la ciudad fantasma pudiera llegar a estarlo. Bueno, quizás gente que llevaba más tiempo y ya estaba acostumbrada… Suspiré. Esperaba no tener que quedarme lo suficiente en éste maldito lugar como para llegar a acostumbrarme… Aunque la alternativa más probable era morir por alguna de las múltiples causas que podían darse en aquél lugar: fherals, inanición, envenenamiento, deshidratación, los propios habitantes…

Parecía que la chica me estaba mirando, pero sus ojos me atravesaban, no me estaba prestando atención. Seguramente estaría absorta en otras cosas. Miré a mi espalda para cerciorarme que no fuese un fheral y que se hubiera quedado paralizada de miedo, pero parecía que ese no era el motivo. Estaría melancólica, entonces. Le puse una mano en el hombro y le sonreí. No la conocía de nada, pero no me gustaba ver mal a la gente, y aunque en el lugar donde estábamos no había motivos para estar bien, no sé, mi naturaleza era así.

Después alcé la cabeza, alerta. Creí haber escuchado algún ruido, pero quizás sería mi cansada mente, jugándome malas pasadas. Estaba muy cansada, y si no me ponía a cubierto en algún lugar, acabaría con algún gripazo. Y en ésta ciudad, lo último que me faltaba era pillar uno. Y la otra chica acabaría igual si no la sacaba de debajo de la lluvia, por lo que la cogí del brazo y tiré de ella. No podía hablarle pero tenía que darle a entender que debíamos irnos de allí. Además de la lluvia, éramos un blanco demasiado fácil.

La llevé por la plaza hasta una casa cuya muerta desembocaba en la misma. No quería correr la suerte de encontrarme fherals si empezábamos a caminar por las calles en busca de un lugar mejor. Y a fin de cuentas tampoco conocía ningún sitio que pudiera irnos especialmente bien. Ni segura.

Cuando entramos en la vivienda cerré la puerta detrás de mí intentando no hacer ruido. ¿Los fherals se esconderían dentro de las casas? Esperaba que no… Por si acaso nos metimos en una salita que estaba al lado justamente de la puerta, por si había que salir corriendo. Lo mejor seria no encender luces para no llamar la atención de nadie. Ahora mismo me preguntaba por que había cogido una linterna. Total, casi nunca la usaba por miedo a que nos descubrieran los fherals…

Vi que me ofrecía una barrita pero me negué. No quería quitarle su alimento, había demasiado poco. Me quite la mochila de encima y la deje a un lado, salpicando de agua. Luego me quite el jersey para quedarme en camiseta interior. Dios, estaba chorreando. Trate de escurrir como pude el jersey, pero estaba hecho un asquito. Y los pantalones ni te digo… Colgué el jersey de una silla que había allí cerca. Quizás así se secaba, y luego me senté en el suelo, mojándolo todo a mi paso, pero antes me escurrí el pelo en una esquina para no dejarlo todo mojado.

Cuando acabé, saque mi libreta con cuidado de la mochila, junto el bolígrafo, y me dirigí a la chica con una sonrisa. Luego me puse a escribir para mostrárselo luego a la chica.

“¡Hola! Yo soy Johanna. ¿Cómo te llamas tú?”

Me llevó por la plaza hsata lelgar a una casa. ¿De verdad ibamos a entrar ahí? No era nuestra. ¿Y si había fherals? Pero tampoco era buena idea caminar y caminar, a ver si encontrabamos algo mejor. Definitivamente, ibamos a entrar, y tampoco quería negarle nada a la pobre chica que parecía querer ayudarme.

Cuando entramos en aquella estancia, cerró la puerta con lentitud, para no hacer ruido. Pese a que aquella chica apenas hablaba, se expresaba a la perfección con sus gestos y se podía leer perfectamente cuales eran sus intenciones en cada movimiento. Nos quedamos cerca de la puerta, por si pasaba cualquier cosa y teníamos que salir de allí a toda prisa.

Ví como rechazaba mi barrita. Me encogí de hombros y la guardé, tampoco iba a presionarle ni a insitirle. Quizás no tenía hambre...o quizás no le gustase, o vete tu a saber, había ciertas cosas que uno no podía comprender si alguien no se lo explicaba.

Me senté en el suelo, apoyandome en una de las paredes, mientras le observaba. Escurrió su camiseta, de la cual salió varios chorros de agua, pues sí que nos habíamos empapado. Pero a mçi no me apetecía quitarme nada, y menos secarlo, total, me volvería a mojar.

Al cabo de unos minutos, sacó una libreta y me trajo algo apuntado. Leí con anteción y sonreí débil y levemente. Le miré.

-Soy Cristhel...¿cómo es que no puedes hablar? - pregunté con curiosidad, nunca me había pasado nada igual.

Observé ensimismada el jersey que había colgado y vi como las gotas de agua a seguían cayendo de el hacia el suelo. Fuera el sonido de la lluvia aun retumbaba, por lo que suspiré. No me gustaba demasiado quedarme encerrada en una casa a causa de la lluvia. Ya había pasado el otro día con Kay en la torre, pero ahora estábamos en pleno foco de la ciudad, esperaba que a los fherals no les diera por entrar.

Me giré hacia la chica cuando escuché que me hablaba. Bueno ya sabía cómo se llamaba. Ahora la pregunta de siempre. Sonreí. Me llevé la mano al cuello y negué con la cabeza, como hacía siempre para explicar mi falta de voz. Después volví a escribir en la libreta y cuando hube acabado se la volví a mostrar.

“No tengo voz, soy muda”

Me encogí de hombros quitándole importancia. A la mayoría de gente le daba algo de pena encontrarse a una chica muda, imagino lo que deberían pensar si además se la encontraban en un lugar como éste… Bueno, Johanna, cálmate, lo estás haciendo bien. De momento sigues viva ¿no? Sonreí para mi misma para tratar de infundirme ánimos. No, no lo estaba llevando tan mal ¿no?

Miré a la chica de nuevo y ladeé la cabeza. Si íbamos a estar encerrradas en ésa casa hasta que parase la lluvia quizás sería mejor sacar algún tema de conversación para pasar el rato.

“Y… ¿hace mucho que estás en este mundo?

La verdad es que nunca había hablado con casi nadie sobre nuestras vidas más allá de éste mundo. Quizás porque la mayoría de nosotros inconscientemente ya nos habíamos abandonado a la idea de que íbamos a morir en este lugar, y no tenía sentido recordar una vida pasada. Ahora sólo importaba el presente y la supervivencia.