Voilà! (Alexander + libre)

Otro dia gris, apagado y frío en la puñetera ciudad, cada calle me parecía igual a la anterior, tan solo se distinguían en el número de obstáculos como escombros y basura que tenía que esquivar. Llevaba ya unos dias en aquel mundo y no parecía que las cosas se fueran a enderezar por si solas pues los días eran una sucesión de paseos en busca de comida, carreras huyendo de fherals y mucho tiempo para echar de menos mi anterior vida... el único consuelo era la botella de tequila que llevaba en la mochila que llevaba a la espalda.

Azar o destino, mis caóticos pasos me llevaron a una plaza desconocida presidida por la magnífica fachada de una catedral que describía a la perfección el decadente aspecto de la ciudad, aquí y allá se veían desperfectos que no hacían sino que resaltar la imponente construcción, algunas vidrieras rotas, algunos arcos derrumbados eran el testimonio del paso del tiempo. La curiosidad me empujó a entrar al templo, esperando saber algo más de los habitantes que habían construido esta ciudad y su destino. Lo extraño era que era un construcción tan similar a las de mi mundo que me hizo preguntarme si dentro encontraría un cristo en una cruz. ¿Tendrían el mismo dios?

Traspasé el umbral de entrada e inmediatamente fruto de mi educación cristiana me santigüé. Mi vista se dirigió hacia el techo que al igual que en todas las grandes construcciones te hacían sentir insignificante. A medida que fuí bajando la vista por el retablo del fondo, me di cuenta de no había ninguna imagen de adoración, muchas preguntas y ninguna respuesta para variar. Seguí bajando la vista y... ¿que coño era eso de las primeras filas de asientos?¿un blanquito? Entrecerré los ojos intentando distinguir la figura.

Pelo largo y moreno, figura aparentemente femenina... ¿era mi día de suerte? Me acerqué y mis pasos resonaron en toda la catedral, advirtiendo a la otra persona de mi presencia. Según me acercaba dije en voz alta bien audible:

- ¿Cuantas son las probabilidades de encontrar otro ser vivo no zombi en este lugar?

Según me acercaba no me quedó más remedio que admitir que era mi dia de suerte, después de haber visto solo a dos tios en mi estancia en ese mundo, era un cambio positivo muy bien recibido. Era una muchacha mas joven que yo, se me hizo una muchacha muy guapa posiblemente porque hacía dias que no veía a ninguna mujer o tal vez porque realmente era guapa, ¿que carajo importaba?

Una media sonrisa ambigua cruzó mi cara, mientras me sentaba en el mismo banco que ella, a un par de metros de distancia pues tal vez fuese una de esas puritanas a las que la presencia de un hombre a medio metra ponía nerviosas, al fin y al cabo ella estaba rezando. Dejé mi mochila a mi lado y me recoste en la incómoda plancha de madera.

- ¿Es usted la monja guardiana del lugar? Un placer reverenda, soy Alex.- dije tendiendole la mano y con tono jocoso.- Que le trae a un lugar dejado de la mano de Dios, y perdone la expresión

Fijé mi atención en la apariencia de la muchacha, aunque no se lo había preguntado era casi seguro que ella tambien vieniera del otro mundo y que no supiera nada de este para variar. Me pregunté que tendría de especial para haber sido "arrastrada" a esta realidad alternativa. Saqué mi maltrecho paquete de tabaco con solo dos cigarros de los cuales cogí uno y le ofrecí el otro.

- Nunca había fumado en una catedral... no hay mal que por bien no venga, ¿no?- dije refiriendome a la situación de estar encerrados en esa ciudad.

Noté, como era de esperar, el acercamiento que hizo ella y sonreí ante su respuesta... por suerte no rezaba a la imagen invisible de un Cristo, era un avance significativo. Encendí mi cigarrillo con el mechero al cual apenas le quedaba carga y aspire una calada mientras se presentaba y me contaba que hacía allí, otro alma a la deriva en este mundo... ¿Cuantos seríamos en total? Aparté esos pensamientos de mi mente, estaba en compañía de una guapa muchacha, con un cigarro en la boca y una botella de tequila entera en la mochila, "welcome to paradise, baby".

- Me temo que el portal no iba a estar en un sitio tan llamativo como este, si no ya lo hubieran encontrado. Yo he entrado porque tenía la sensación de que me aguardaba una grata sorpresa aqui dentro, me esperaba una máquina de tabaco pero casi que mejor que he encontrado contigo.- Típicas cosas que a las mujeres corrientes gusta oir, solo quedaba responder a una pregunta, ¿era Emie una mujer corriente?

Dejado el momento de las presentaciones y tras su comentario sobre mis opciones con el tabaco a partir de ahora, abrí la cremallera de la mochila y saqué una botalle de cristal con un líquido marrón en su interior. Se lo enseñé a Emie y dije:

- Entonces coincideremos en que menos mal que el tabaco no es mi único vicio, así podré entregarme en cuerpo y alma a otros como esta botella.- Desenrosqué el tapón y le dí un sorbo directamente de la botella y se la tendí a la muchacha.- Bueno, y ahora que nos conocemos de toda la vida... ¿por que crees que estamos en esta ciudad?

Un tema de conversación perfecto para beber, un tema profundo donde ambos pudiéramos ahogarnos y desvariar, total, la bebida hace olvidar todo....

"Ya, pero hay veces en las que las cosas importantes se encuentran delante de tus narices y no eres capaz de darte cuenta de ello." La frase retumbó en mi cabeza, dudaba que esta ocasión y este lugar fuera una de esas veces, es más dudaba que esa típica frase hubiera tenido alguna vez la razón. Si algo es realmente importante te darás cuenta de ello inmediatamente.

- De nada.- dije en una clara alusión al inexistente agradecimiento.

Si alguien en un mundo desierto y peligroso te ofrece un trago, lo mínimo que podía hacer era agradecer que de momento era gratis. Pero en fin, seguro que todos los habitantes de esa ciudad nos estábamos asalvajándonos poco a poco si esa palabra existía. ¿Ves a eso me refería? Había llegado el momento en el que ya me estaba inventando palabras nuevas, de aquí a tirarme desde una ventana creyéndome superman había dos pasos. Tal vez por eso no se lo tomé en cuenta.

Ya que ella no parecía con muchas ganas de hablar, me mantuve en silencio tal vez echando de menos algo de música de fondo, algo que ahogara el asfixiante silencio que reinaba en la catedral. Le di un sorbo más a la botella acercándome a ese estado de embriaguez etílica cada vez un poco más. Me recosté en el banco y levanté la mirada al techo abovevado, joder, ¿que coño estaba haciendo en esa iglesia con esa chica buscadora de portales?

- Oye, ¿te has planteado que tal vez ese portal no exista?- dije en un arranque de sinceridad, el tequila empezaba a causar muertos y heridos.

Después de ese momento de amargura o abatimiento la muchacha cambió repentinamente su actitud, o bueno, mejor dicho el tequila cambio repentinamente la actitud de la muchacha. No habíamos bebido mucho, pero con los estómagos vacios, los efectos del preciado licor estaban aumentados a la enésima potencia. Apoyé las piernas en el banco de delante buscando una mayor comodidad pues en cuestión de un cuarto de hora sería peligroso el moverme a causa de la borrachera y las inestabilidades que ello conlleva, y yo de borracheras era catedrático licenciado cum laude.

Después de su fallido intento de asemejarse a Mozart a las teclas del piano ese grande que hay en todas las iglesias vino otra vez al banco. Sin decir nada y esta vez con una sonrisa le pasé la botella y le di una calada al cigarro y escuché lo que me decía.

- ¿Tan mal me ves que me animas?- dije riéndome ante la situación.- No te preocupes, no pierdo la esperanza... la vida me esta tratando bien. Tengo comida, bebida, un cigarro en la mano... e incluso por primera vez en bastante tiempo he hecho ejercicio corriendo delante de los fherals o zombis o como los quieras llamar. Lo peor de este mundo es el puto silencio que te acompaña a todos lados, por lo demás, empiezo a pensar que tal vez no estemos tan jodidos como creía nada más llegar.

Hice una pausa para beber y para ordenar mis pensamientos, algo que me resultó imposible.

- No es que quiera quedarme... pero si el portal no existe, no me pienso amargar la existencia, conmigo mismo me valgo para hacer de este mundo algo interesante.

Y ahí estaba yo, contándole a una perfecta desconocida mi vida y milagros. En otros tiempos habría intentado ligarmela para pasar esa noche, en cambio, en ese momento estaba filosofando al más puro estilo de plantón, clatón o como demonios se dijera, definitivamente, esa ciudad estaba volviendo todo mi universo patas arriba.

- Soy Italiano de nacimiento, pero me crié en la Gran Manzana.- no mencioné que nací en Sicilia pues seguramente que de momento me catalogaría de mafioso, y yo no era un mafioso, era... un hombre de negocios, ¡eso es! un gran hombre de negocios.- ¿Sabes? Tengo ganas de comer una hamburguesa...- añadí ya dejando a mi mente vagar libremente entre pensamientos inconexos, todavía no estaba borracho, solo era mi manera de pensar.-Y ¿Que hay de ti?

Espera, ¿he escuchado bien? "... me tienes a mí aquí por si algún día te aburres y necesitas algo además de tu tabaco y alcohol... " Joder, que indirecta más directa a la boca del estómago. Le dí las gracias mentales a aquella botella, proposiciones indecentes como aquella no se tenían todos los días al segundo trago de tequila. No pude sino autocomplacerme por mi gran estado de forma, no había perdido ese toque mágico. Arqueé una ceja y respondí sin cortarme un pelo.

- Te tomo la palabra, ya es tarde para retractarte de tus palabras. ¿Alguna dirección o número de teléfono para contactarte cuando necesite "algo más" de alcohol y tabaco?- Dije de cachondeo, aunque era cierto que le había tomado la palabra.

Y parecía una muchacha inoncente y casta... joder como estaba la juventud de hoy en dia, bueno, no es que yo me considere viejo, sino más bien veterano en este tipo de batallas, como el viejo soldado que se conoce mil y un tipos de trucos para no morir en combate. Y no es porque sea yo, pero sería un veterano héroe de guerra condecorado con mil medallas de honor. Bueno, tengo que centrarme, dejar de recordar batallitas y prestar atención a Emie. Mi atención volvió a tiempo para escuchar no se qué sobre Nueva York y desapariciones. Joder, me gustaba más el otro tema de conversación, era mas... sugerente por decirlo de una manera suave.

- No suelo ver la tele nada más que para la NBA, asi que nunca me fijé en la tasa de desapariciones. Pero he conocido a un tipo que estaba en Afganistán asi que si las desapariciones son por todo el mundo no va a haber dios que las relacione.- Utilicé un tono más serio que la ocasión merecía, pero me costó horrores pues aun me asaltaban recuerdos de pasadas conquistas femeninas en la mente.

Mierda, me estaban entrando hasta calores de los recuerdos... "piensa en otra cosa capullo antes de que metas la pata" Misteriosamente o mas bien etílicamente y debido a que la obligaba a cambiar bruscamente de tema, mi mente dejó completamente de pensar coherentemente y se sumergió en un mar de surrealismo, cubismo y doce mil cosas sin sentido. De algún modo, una cancioncilla de mi infancia se abrió hueco desde el pasado y allí estaba yo, cantando una canción de niños pequeños a una tía que había sugerido el acostarse conmigo.

- Un elefante se balanceabaaaa sobre la tela de una arañaaaa, como veiaaaa, que no se caiaaaa, fueron a llamar a otro elefanteeeee... Dos elefantes....- le hice gestos para que me acompañara, no me iba a permitir hacer el ridiculo solo. Paré brevemente la cancion para tomar otro trago y proseguir con un poco más de energía.

Que no, joder, que no estaba ciego como una perra, todavía no. Para mantener el control en situaciones como aquella llevaba entrenando mi hígado durante largos y duros años de fiestas, alcohol, sexo y rock&roll, chico previsor dirían alguno de mis viejos amigos. Y mientras tanto más y más elefantes se subían a la tela de araña que al parecer era resistente de cojones. A todo esto, todas las conquistas pasadas se habían esfumando de mi cabeza, los elefantes-anti-morbo habían dado resultado.

Di un trago y se la pasé a Emie, o tal vez debería llamarla compañera de borrachera. Como la canción ya había surtido su efecto me callé repentinamente dejando que Emie siguiera en un solo durante los escasos instantes en que tardó en darse cuenta de que me había callado. De repente el silencio se volvió a hacer dueño y señor del templo. Me tomé unos instantes para empezar a pensar de nuevo... obviamente no estaba en condiciones de pensar sobre la veracidad de la teoría de la relatividad pero para mantener una conversación con esa diosa si que podía. Espera, ¿Diosa? Juraría que cuando empecé a hablar con ella era guapa a secas... Era increíble los poderes del Dios Baco.

Dios Baco... eso era ¡Herejía! Estaba en la iglesia, no podía pensar en otros dioses, el vigésimo mandamiento lo prohibía. Perooooo... tampoco sabía a quién estaba dedicada esa iglesía. Había llegado la hora de explorar. Me pusé en pie de un salto, a punto estube de perder el equilibrio pero puse mi mano en el hombro de Emie y mantuve la compostura.

- Vamos. Ha llegado nuestra hora, vamos a encontrar el portal. Estará donde vivían los curas o en la pricta... digooo...cripta ¿era así?- agarré mi mochila y me dirigí a la parte izquierda del altar.

Una puerta rota llevaba a lo que se suponía que era el despacho y aposentos del obispo o de quien hubiera vivido aquí. A la derecha, unas escaleras que subían llevarían a la torre del campanario. Con un primer paso titubeante que pronto se haría más seguro empecé a caminar, me dí la vuelta para ver si Emie venía o no se hallaba en condiciones físicas o mentales.

Me giré y vi como Emie se tambaleaba mientras iba hacia el lado opuesto de donde yo estaba, borracha como una cuba. Me puse a hacer aspavientos para llamar su atención, joder, ¿tan pronto se había cansado de mi la diosa? ¿Es que iba a volver a su casa?¿Los dioses viven en casas o en tiendas de campaña? Se lo tenía que preguntar antes de que se fuera, de esa pregunta dependía mi futuro o al menos eso pensaba yo en mi borrachera. Levanté la mano como si estuviera en clase preguntando una duda al profesor:

- Emie, ¿en donde vives? ¿En una tienda de campaña o en una casa?

Al momento de preguntar eso, se vino hacia mi corriendo, me agarró de la mano y me llevó arrastras hacía las escaleras al tiempo que gritaba no se qué de un campanario. El caso es que me llevaba al cielo, era mi día de suerte joder. Ella iba primero, botella en mano, cual cristobal colón descubriendo américa y yo detrás ajeno al peligro de subir por aquellas escaleras borrachos. Cada escalón me acercaba al cielo hasta que me dió por mirar hacia abajo, todas las tonterias se me quitaron de golpe, agarré fuertemente su mano y dije:

- ¡Joder! Que todo lo que sube tiene que bajar... ¿como coño voy a bajar luego por aqui?

Me encontraba ligeramente más lúcido, o al menos me había percatado del fugacidad de la vida humana, lo cual en mi estado era para darse con un canto en los dientes. Sin embargo, la idea de quedarme a medio camino y sin la presencia de mi diosa particular que se iba derechita al cielo me hizo seguir subiendo. Unos minutos, horas, dias o años después, coronamos cima. Curiosamente, la parte superior de la torre se hallaba en bastante buen estado, incluso conservaba parte de la barandilla para que no nos cayéramos al vacío.

Las vistas de la ciudad eran increíbles y desoladoras al mismo tiempo. Teníamos una panorámica de la ciudad completamente arrasada, la noche se hacía con el control del cielo y una ligera brisa soplaba del sur, o del norte o... soplaba de algún lado coño. Pero de portales ni rastro, al menos mi ojo beodo no distinguió gran cosa. Había llegado el momento, solté la mano de Emie y dije:

- Buenas noches, yo con este ciego no bajo por ahi ni loco. Ya nos veremos por ahí

Y me tiré en el suelo a dormir la mona usando la mochila como almohada, no sabía que iba a hacer la diosa pero desde luego lo único que tenía claro era que si quería vivir otro día, esas escaleras no eran mis amigas. Lo cierto era que tenía nauseas y una vez cruzada la línea me encontraba como el culo, me hubiera gustado terminar la noche como se tenían que terminar las noches pero...

Algo se pegó a mi y yo en mi infinita sabiduría le pasé un brazo por encima, el caso es que en un principio "pensaba" que se trataba de un peluche o algo así, blandito, tenía pelo que yo notaba en mi mejilla pero... ¿estaba caliente? No hay problema, era un peluche con una estufa dentro y que además olía bien, ¿ves? Mi bendita cabeza era capaz de encontrar lógica a cualquier situación por extraña que fuera, si no fuera porque esta mal visto, me hubiera felicitado a mi mismo por mi brillante deducción, que por cierto, se fué al traste cuando noté que se movía un poco.

Oh, oh, si se movía... estaba bien jodido, ¿sería un fheral con ganas de cariño y amor? Ufff, no me iba a quedar mas remedio que abrir un ojo y ver de lo que se trataba. Ahora se me presentaba un dilema, el ojo derecho, o el ojo izquierdo. Finalmente me decanté por el derecho y lo que ví me alivió, ufff, era Emie. Si ella se había arrimado tanto a mi era porque quería... ya sabes, esas cosas que todas las mujeres querían practicar conmigo. Pero estaba tan jodidamente echo polvo que... ¿Que me estaba pasando? Ese no era yo, no, decididamente, tenía que cumplir mis "obligaciones".

Asi que le aparté con delicadeza un mechón de pelo que le tapaba el rostro, temblad señoritas, Alex el galán había vuelto. Peeeeeeero, mi gozo en un pozo, la pava se había dormido, ahí estaba con los ojos cerrados y respirando plácidamente. ¡Joder! Eso me pasa por dudar. Con resignación me acomodé manteniendo el brazo rodeando a Emie, eso sí. Al fin y al cabo en un par de minutos me dormir...


Una ducha de agua calentita... ummm que placer, eso si era vida. Estaba disfrutando como un enano cuando noté que algo se me clavaba en los riñones, la hora de despertar había llegado. Pero a pesar de todo estaba a gusto, asi que me mantuve tal como estaba, es decir en la misma postura que me había dormido pues Emie seguía dormida como una marmota. Que aguante tenía esa muchacha.

El bulto de mi lado se movió repentinamente obligándome a cambiar de postura con los consiguientes dolores en todo el cuerpo por la noche pasada en el duro y frio suelo. Al menos había pasado la con... con... ¿como se llamaba? Menie o algo por el estilo, que mas daba... el caso es que era una chica y con eso me era suficiente. Una rafaga de aire frío sopló y trajo consigo un escalofrío.

- Vuelve a la cama y cierra la ventana, preciosa- dije haciéndome un ovillo, pues despues del despertar mi nublada mente se aferraba aun a la idea de comodidad, a medio camino entre dos mundos.

Esperé en vano a que la ventana se cerrara y la muchacha volviera al nido, parecía que el pájaro había echado a volar y era hora de que la majestuosa águila imperial, yo mismo por supuesto, hiciera lo mismo. Me levanté no sin esfuerzo pues todo mi cuerpo se negaba a obedecer mis órdenes. Además de los habituales taladros que me perforaban el cráneo y que me obligaban a pensar con cuidado. Si, lo he dicho bien, pensar con cuidado... era una manera de pensar un tanto rara, pero funcionaba oye, hacía que me doliera menos la cabeza.

Miré a la muchacha que parecía debatirse entre la vida y la muerte, tal vez... ¿era posible? Si era lo que estaba pensando, se me hizo la boca agua. Las posibilidades de que Emie, no recordara nada eran remotas pero reales. Si no recordaba... la haría sufrir ¿por que? pues porque soy un cabrón, un psicópata o simplemente porque me divertía. Tampoco la estaba matando, tan solo la estaba gastando una bromilla inocente.

- ¿A qué viene esa cara?- dije mostrando una falsa sonrisa de suficiencia que suponía que le iba a joder al maximo.- Tampoco fue tan malo, ¿no? es decir, nos divertimos y esas cosas que al final es lo que cuenta. Además tu te prestaste a ello.- le guiñé un ojo para darle más dramatismo al asunto.

En realidad no había mencionado nada en concreto, sino todo genérico y vago, en su mano estaba interpretarlo a su manera.

Volví a tirarme en el suelo apoyando la cabeza en la mochila, quedando tumbado boca arriba, saboreando las mieles del éxito confirmado por su pregunta. ¿Que si nos habíamos acostado? Me tuve que reir a carcajadas, lo siento, se que es cruel pero la situación vista desde mi perspectiva no era para menos. Seguí con la tortura un poco más, pues no respondí a su pregunta directamente sino que respondí con otra pregunta que no aclaraba nada desde un punto de vista racional pero sin duda ella se lo tomaría como una confirmación.

- Dime, ¿Te arrepientes de lo de ayer? Si es así me lo puedes decir... Serías la primera que se arrepiente de un buen rato como ese pero bueno...- me seguí riendo a carcajadas a pesar de las punzadas que me daba en la cabeza la resaca.

Por lo que cerré los ojos un momento intentando que el dolor de cabeza se mitgara un poco... pum, pum, me notaba los latidos del corazon en la sienes. Estaba lo vulgarmente se dice acabado, pero al menos Emie me estaba haciendo pasar un buen rato. Y estaba claro que con buenos ratos la resaca se pasaba mejor. Abrí los ojos de nuevo a lo justo para ver como Emie se bajaba la camiseta, tan solo pude ver un poco del vientre plano... vaya, en esos momento yo si que me arrepentía de lo de ayer, si es que soy subnormal profundo, ni a Felipe II se las ponían asi, mierda.

Pero, ¡Espera! No estaba todo perdido, la chica se tumbó al lado mío de nuevo, seguramente abrumada por las circunstancias. Tachán, mientras me decía algo su cara se acercó a la mía que había girado a la izquierda para mirarla. ¿Qué cojones hacía? Al parecer le había gustado lo que se hubiera imaginado que había hecho conmigo, cojonudo. Decía algo, pero no me interesaba, a que tío le iba a importar las tonterias que Emie estaba diciendo... al fin y al cabo ella había venido a mi. Por eso iba a ser ella finalmente quien se entregara a mi, la mejor conquista, aquella en la que no tenía que mover un dedo y si no... pues siempre me quedaban las maniobras evasivas para retomar el control.

- Quien tiene que estar segura, segura, segura, eres tu...

Al parecer el piloto automático había escuchado lo que había dicho y ahora iba en modo "manos libres" en caida libre...

Pues parecía que me ponía entre la espada y la pared, si tanto le interesaba... le daría una respuesta clara y concisa, pero en mi mano estaba el mentir como tantas otras veces o decir la verdad. Sigamos un proceso lógico y racional para establecer cual de los caminos escoger, ¿verdad o mentira? Pues que la única neurona que tenía de guardia rebotando por la cabeza lanzara una moneda mental, cara sería verdad y cruz mentira. Redoble de tambores, moneda al aire yyyyy... cara. "Joder, empezamos mal el dia, o bueno, empezarlo no lo había empezado tan mal" pensé mirando la cara de Emie que se alejaba unos centimetros vitales para que yo mismo pudiera tomar el control de la situación.

- Vale, si te consuela saberlo, anoche no pasó nada entre tu y yo. Tan sólo una borrachera juntos, elefantes en telas de araña y dormimos juntos, ¿suficientemente concreto? o tal vez prefieras que te de más detalles tipo el número de escalones que subimos...

Vale, perfecto joder, ahora me convertía un pasivo-agresivo de esos. Entre la puta resaca y la broma que se había terminado me encontraba malhumorado y cabreado con el mundo. Era fácil adivinar quien reprensentaba al mundo en mi radio de acción, si, la pobre-notanpobre Emie. Me incorporé definitivamente, cogí la mochila y me levanté, dejando a la muchacha en el suelo. Ya me imaginaba los pensamientos que le cruzarían por la cabeza, pensando en el psicópata de Alex... me importaba una mierda. Aquí los únicos pensamientos autorizados a importarme eran los mios.

- Un placer Emie, pero tengo cosas que hacer. Cuando necesites volver a emborracharte puedes buscarme por ahí. Suerte en la búsqueda.- Señalé un punto genérico de la ciudad.

¿Qué cosas tenía que hacer? Fácil, buscar comida y volver a la cripta de la catedral en cuanto estuviera solo. No tenía ganas de cargar con nadie en ese momento. Por lo pronto a bajar del campanario ese. Tras mirar las escaleras tuve la certeza de que anoche se produjo un milagro al sobrevivir ambos a ese tramo de subida en tan mal estado y encima borrachos. Vamos Alex, valor y al toro...