Correeeed! (Cassie, Alex & Connor)

No quería volver la vista atrás. No quería ver otra vez esas horribles criaturas de piel blanca, cabeza calva y ansias asesinas. No quería tener que verlas nunca jamás, pero sabía que ellas iban a ser las protagonistas de mis sueños a partir de ahora. Aquellas criaturas a las que alguien había bautizado como fherals. Realmente nunca había sabido lo que eran los fherals, siempre era un nombre que inspiraba terror; como el ‘hombre del saco’ o el ‘coco’ para los niños pequeños. Pero ahora aquellas criaturas habían tomado forma… Y había sido peor de lo que había imaginado.

Mi visión estaba fijada en la espalda del hombre que corría delante de nosotros. No le conocía, pero que más daba. Él era mi esperanza, la esperanza de Cassie y mía. Ahora mismo me sentía como que pudiera ir a cualquier lugar detrás suyo, mientras no hubiera fherals. El recorrido se hizo largo y angustioso, solo pensábamos en poner tierra de por medio entre aquellos bichos y nosotros. Y sólo podía oír la respiración de todos nosotros. Una respiración agitada, pero constante. Ninguno quería dejarse ganar por el cansancio, ninguno quería quedarse atrás. Aunque percibí una respiración, y digo percibí, porque no tuve el valor de darme la vuelta y ver de nuevo a aquellos fherals a lo lejos, que a pesar de todo, parecía mantenerse inalterable. Dado que Cassie estaba a mi lado, el hombre que llevaba la voz cantante delante, y el de los patines había huido por otro lugar, sólo podía tratarse del otro hombre. Aquel tan callado al que aún no le había oído la voz ¿sería mudo como yo? Ya sería casualidad.

De alguna forma u otra, logramos colarnos por alguna callejuela libre de fherals, ya que estos parecían concentrarse en el centro de la ciudad, atraídos por la carne fresca de otros incautos como nosotros, que habíamos acudido como moscas a la miel a las tiendas. Parecía que todo aquello había estado muy bien planeado. ¿Realmente había sido una casualidad? Por el comportamiento de los nativos, que parecían haber desaparecido todos antes del desastre, dudaba que hubiera sido así. Pero en cualquier caso nosotros habíamos logrado huir, dejando atrás los gritos, los lloros, los fherals… y los cadáveres.

Al final de aquel callejón vimos árboles. Un bosque. Aunque no era el típico bosque marrón y verde… Se podría decir que era gris… Daba incluso más terror que la misma ciudad, pero ahora que los fherals estaban entretenidos dándose el festín en la ciudad, lo más cuerdo sería alejarse de ella… y si para eso teníamos que meternos en aquel tétrico bosque, lo haríamos. Por lo que empezamos a correr en dirección a los árboles.

No sé cuanto tiempo estuvimos corriendo. Realmente no notaba mis piernas ya, pero sabía que si dejaba de correr, no podría reanudar la marcha. Los pulmones me ardían, y la cabeza empezaba a darme vueltas. Suerte que había logrado comer algo aquél día en las tiendas. Aunque probablemente, si estaba aguantando todo aquel recorrido, era más bien por la adrenalina y mis ganas de sobrevivir, igual que todos los demás. Pudieron pasar minutos, horas… Y no me hubiera dado cuenta, realmente mi mente parecía embotada, solo pensaba en correr y en alejarme de allí. Hasta que al final, vimos algo.

Allí a lo lejos parecía haber una construcción de piedra. Vieja. Una casona antigua. ¿Qué diablos pintaba una casa así en medio del bosque? En fin… ¿Y qué más daba? Allí quizás podríamos recuperar fuerzas… El hombre que iba delante debió pensar lo mismo, porque nos dirigió directamente hacia allí. Cuando llegamos a la puerta, la abrimos sin miramientos, deseando que no hubiera ninguna sorpresa dentro. Y entramos para luego cerrar de un golpe la puerta tras nosotros. Una vez echo esto, me dejé caer al suelto con un golpe, mientras luchaba por respirar.

Cerré los ojos mientras toda yo temblaba del esfuerzo. Nunca me había considerado gran atleta, pero bueno, nunca había tenido que correr para salvar la vida de unos monstruos devora humanos. Siempre había una primera vez. Cada inspiración me dolía y notaba mis extremidades de gelatina. No sé como se encontrarían los demás, pero yo estaba molida como nunca lo había estado en la vida.

El imponente edificio de piedra entre los árboles me dió las últimas fuerzas para vencer a mis cansadas piernas que parecían que corrían hacia detras en vez de hacia delante. El ácido láctico se acumulaba en mis piernas, notaba como empezaban los calambres, que si coño, que sé lo que es el ácido láctico, lo vi una vez en la tele de una tia muy cachas que... me desvío. Tan sólo un día despues de la carrera delante del fheral con Connor, me tocaba otra maratón por salvar la vida. Mi mente ya no pensaba, me había convertido en un autómata que tan solo corría y corría, el pensar me agotaría y dolería, mejor no pensar. Mente en blanco... ommmmm.

Ya llegaba, un poquito más... ¡pum! No estoy seguro de si me comí la puerta o la abrí, la cuestión es que estaba dentro de lo que parecía un gran salón. Con la vista nublada me tiré en uno de los sofás que constituían el escaso mobiliario de la habitación, ajeno a si detrás de mi habían entrado 3 fherals o mis tres acompañantes. Que mas daba si me dolía hasta el respirar y que decir del corazón... si sobrevivía a esta me encontraba en condiciones para hacer una maratón por el desierto del Sahara. "Vamos, machote, levanta la cabeza y mira si son ellos, no hay dolor." Si, si eran ellos.

- Elplan... hasal...ido...a...pedi...rdeb...oca.- dije sin separar palabras ni distinguir sílabas

Si había parado de correr, ¿porque me seguía faltando el aire? Ya sé eso era que mis pulmones no estaban acostumbrados al aire tan puro. Me quité la mochila que aún llevaba en la espalda y saqué el paquete de cigarrros, cinco quedaban y despues de este cuatro. Hice un gesto a los demas, el que quisiera que cogiera, el oxigeno no me llegaba a la cabeza y tal vez por eso me sentía tan generoso. Encendí la barrita que contenía muerte en dosis concentradas y di una profunda calada.

- Eso esta muuuuucho mejor.- dije sintiendo como el familiar aroma me llegaba a los pulmones.

Inmediata e irremdiablemente me puse a toser como un loco, cosa normal con los pulmones trabajando aún a pleno rendimiento. Tal fue el ataque de tos que me tiré al suelo en un intento desesperado de que parara y oye, funcionó. Asi que ahí me quedé, tirado en el suelo y practicamente viendo la luz hacia la que ir corriendo. No, era solo un reflejo en el techo.

- De aqui no me muevo en tres vidas.

Corrimos durante muchísimo tiempo. Dejé de pensar en él cuando noté que las piernas me comenzaban a doler. Normalmente me dolían todo el tiempo, me pasaba el día de pie, con las puntas de ballet o haciendo estiramientos. Pero aquella cursa había hecho que no me preguntara el por qué de aquello. Nunca había quemado tanta adrenalina en mi vida. Después de eso, podía presentarme al maratón de Londres, ganar y vacilar a los atletas olímpicos. Aunque nunca lo haría, seamos realistas. Al menos, hasta salir de allí.

Entramos a una casa y oí un fuerte golpe, la puerta se había cerrado fuertemente. Los cuatro estábamos muertos después de esa carrera. Jo se tiró en el suelo, igual que el hombre que corría delante de nosotras. Encendió un cigarro, lo que hizo que me tapara la nariz y la boca. Me molestaba el olor, pero tenía derecho a disfrutar de su vicio. Mi respiración, tan agitada, era sobrepuesta por mis rápidos y fuertes latidos. No me había sentado, estaba apoyada en la pared, con el lado izquierdo en ésta. Decían que era malo descansar de repente, pero poco tardaría en caer al suelo.

-Gracias -comenté, entre jadeos -Muchas gracias.

Y efectivamente, me dejé caer al suelo lentamente y me apoyé en la pared. La mochila ya descansaba en el suelo, a tres metros de mí. Apoyé la cabeza hacia atrás y cerré los ojos.

-¿Sabéis si hay alguna maratón por aquí? Creo que ganaríamos sin problmas.