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Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
2 participantes
a Silent World :: Segunda Limpieza :: Afueras de la Ciudad :: Bosques Septentrionales :: Torre de los Susurros
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Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Hoy era un día(bueno...día gris) diferente, no, no había aparecido el sol ni habían desaparecido los Ferhals, sencillamente necesitaba apartarme de la maldita ciudad, no había reparado que hasta este día había estado metido en la ciudad de un lado hacía otro, huyendo de los Ferhals, me contaron que cerca de la ciudad había un bosque, no cambiaba mucho el ambiente dado que mantenía esa paleta de colores fríos y el ambiente tétrico que caracterizaba el nuevo mundo.
Quería estar solo, alejarme de la realidad, aunque eso fuera un completo suicidio, así que, sin avisar a Nath o a Alatz me encaminé hacia el bosque con la linterna en una mano y el cuchillo entre el pantalón y el cinturón, mientras hacía todo el camino hasta el bosque me sentía observado, si fuera un Ferhal ya me habría dado cuenta así que decidí seguir el royo a lo que me seguía, unos cuantos metros después hoy el crujir de una rama tras mía, con todas mis fuerzas me giré y saqué el cuchillo....
Ridículo, eso es lo que habría sentido si alguien me hubiera visto, delante mía se encontraba un pequeño conejo blanco que se levanto sobre sus dos patas traseras y movió el hocico, guardé el cuchillo, vale podría ser comida pero antes me moría de hambre que matar a un animal; poco a poco me acerqué hacia el y le acaricié, unos minutos después salió corriendo.
Me había distraído, y no debía distraerme no quería que se hiciera de noche no?, pues a darse prisa.
Cuando ya entré en el bosque me quedé acojonado, nunca un espacio natural me había asustado tanto(y por lo general, a mi no me asustaba nada, pero se ve que este mundo hace maravillas)
Después de ir en línea recta un rato mi boca se abrió solo y un ``Jo-der´´ una torre de muchisisimos metros se alzaba ante mi, quien sabe que podía haber ahí dentro pero hoy no lo iba a comprobar, y menos solo así que me puse a dar unas vueltas por los alrededores....
Quería estar solo, alejarme de la realidad, aunque eso fuera un completo suicidio, así que, sin avisar a Nath o a Alatz me encaminé hacia el bosque con la linterna en una mano y el cuchillo entre el pantalón y el cinturón, mientras hacía todo el camino hasta el bosque me sentía observado, si fuera un Ferhal ya me habría dado cuenta así que decidí seguir el royo a lo que me seguía, unos cuantos metros después hoy el crujir de una rama tras mía, con todas mis fuerzas me giré y saqué el cuchillo....
Ridículo, eso es lo que habría sentido si alguien me hubiera visto, delante mía se encontraba un pequeño conejo blanco que se levanto sobre sus dos patas traseras y movió el hocico, guardé el cuchillo, vale podría ser comida pero antes me moría de hambre que matar a un animal; poco a poco me acerqué hacia el y le acaricié, unos minutos después salió corriendo.
Me había distraído, y no debía distraerme no quería que se hiciera de noche no?, pues a darse prisa.
Cuando ya entré en el bosque me quedé acojonado, nunca un espacio natural me había asustado tanto(y por lo general, a mi no me asustaba nada, pero se ve que este mundo hace maravillas)
Después de ir en línea recta un rato mi boca se abrió solo y un ``Jo-der´´ una torre de muchisisimos metros se alzaba ante mi, quien sabe que podía haber ahí dentro pero hoy no lo iba a comprobar, y menos solo así que me puse a dar unas vueltas por los alrededores....
Allan Hayes- Mensajes : 605
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Otro día más en aquella ciudad. Apenas algo cambiaba jornada tras jornada en aquel panorama grisáceo que invadía todo lo que me rodeaba. Como siempre, la comida escaseaba, los fherals acechaban y mis esperanzas por regresar a mi casa en la costa donostiarra disminuían. A veces necesitaba volver, volver con mi familia y todo lo que conocía, volver a los verdes pastos de aquel norte español, encerrarme en la fragua de mi tío hasta sudar del calor o sentarme en la bahía de la concha oteando el horizonte mientras el muriente sol se sumergía lentamente en el mar. Echaba de menos mi vida anterior y, cada día, la pesadumbre y el sentimiento de que todo eso había quedado definitivamente atrás iba progresando lentamente en la conquista de mi ya escasa esperanza.
¿Qué tenía allí? Un mundo devastado, donde la muerte te esperaba detrás de cada esquina y donde cada pizca de confianza dada era un riesgo demasiado grande a correr. Sin embargo, me consideraba con suerte, había encontrado a dos personas con las que compartir las desgracias de aquella ciudad y, eso, suponía, era algo escao allí. Nath, aquella chica que me había encontrado divagando entre las calles, hablando en voz alta conmigo mismo, y Allan, que vino poco después. "Allan" repetí en mi interior, acompañándolo con un leve movimiento de labios que apenas dejó salir un suspiro. Negué con la cabeza cambiando el sentimiento agridulce que me dejaba su recuerdo por el de cabreo conmigo mismo. No era la primera vez que me encontraba de la misma forma, casi sin control de mi mismo, y digo casi porque, normalmente, solía ser capaz de dominar la mayor parte de mis impulsos. No sabía el porqué de mi reacción ante su recuerdo, ante su mención o, incluso, ante su presencia, la cual, no sabía si por fortuna o por desgracia, no era precisamente infrecuente. Lograba a alterarme, eso estaba claro, en especial si se acercaba demasiado a mí, situación que intentaba evitar sin mucho éxito. El peor momento del día era cuando él y yo teníamos que dormir; mi corazón se negaba a relajarse ante su cercanía y mi respiración se tornaba demasiado rápida o fuerte como para poder considerarse normal.
- Alatz. Para - dije cerrando los ojos por un momento, intentando ahuyentar cualquier pensamiento o mención sobre él. Seguir así sería echar más sal sobre carne viva
El invisible camino escondido entre barro y hojas caducas se extendía frente a mí, entre la multitud de árboles, hacia el horizonte y hacia, esperaba, mi destino: la torre donde días atrás me había encontrado con aquella muchacha llamada Emie. No sabía por qué me dirigía hacia allí, pero, sea como fuere, mis pies no parecían dispuestos a seguir otra dirección que no fuese esa. Esperando que no terminara perdido entre aquella infinidad de troncos diferentes pero aterradoramente iguales, porque estaba seguro que, si el sol llegaba a caer en el horizonte, al amanecer de mí solo quedarían los restos. Por suerte, mi intuición no me falló y, al cabo de un buen número de minutos, terminé llegando al lugar esperado, aunque el llegar sano y salvo no fue la única sorpresa que me esperaba por aquel entonces.
- ¿Allan? - pregunté a divisar una silueta que se asemejaba en gran medida a su figura, de forma que si realmente no era él, casi podría jurar que por fin aquel mundo maldito estaba empezando a afectar al correcto funcionamiento de mi mente - ¿Qué haces aquí?
¿Qué tenía allí? Un mundo devastado, donde la muerte te esperaba detrás de cada esquina y donde cada pizca de confianza dada era un riesgo demasiado grande a correr. Sin embargo, me consideraba con suerte, había encontrado a dos personas con las que compartir las desgracias de aquella ciudad y, eso, suponía, era algo escao allí. Nath, aquella chica que me había encontrado divagando entre las calles, hablando en voz alta conmigo mismo, y Allan, que vino poco después. "Allan" repetí en mi interior, acompañándolo con un leve movimiento de labios que apenas dejó salir un suspiro. Negué con la cabeza cambiando el sentimiento agridulce que me dejaba su recuerdo por el de cabreo conmigo mismo. No era la primera vez que me encontraba de la misma forma, casi sin control de mi mismo, y digo casi porque, normalmente, solía ser capaz de dominar la mayor parte de mis impulsos. No sabía el porqué de mi reacción ante su recuerdo, ante su mención o, incluso, ante su presencia, la cual, no sabía si por fortuna o por desgracia, no era precisamente infrecuente. Lograba a alterarme, eso estaba claro, en especial si se acercaba demasiado a mí, situación que intentaba evitar sin mucho éxito. El peor momento del día era cuando él y yo teníamos que dormir; mi corazón se negaba a relajarse ante su cercanía y mi respiración se tornaba demasiado rápida o fuerte como para poder considerarse normal.
- Alatz. Para - dije cerrando los ojos por un momento, intentando ahuyentar cualquier pensamiento o mención sobre él. Seguir así sería echar más sal sobre carne viva
El invisible camino escondido entre barro y hojas caducas se extendía frente a mí, entre la multitud de árboles, hacia el horizonte y hacia, esperaba, mi destino: la torre donde días atrás me había encontrado con aquella muchacha llamada Emie. No sabía por qué me dirigía hacia allí, pero, sea como fuere, mis pies no parecían dispuestos a seguir otra dirección que no fuese esa. Esperando que no terminara perdido entre aquella infinidad de troncos diferentes pero aterradoramente iguales, porque estaba seguro que, si el sol llegaba a caer en el horizonte, al amanecer de mí solo quedarían los restos. Por suerte, mi intuición no me falló y, al cabo de un buen número de minutos, terminé llegando al lugar esperado, aunque el llegar sano y salvo no fue la única sorpresa que me esperaba por aquel entonces.
- ¿Allan? - pregunté a divisar una silueta que se asemejaba en gran medida a su figura, de forma que si realmente no era él, casi podría jurar que por fin aquel mundo maldito estaba empezando a afectar al correcto funcionamiento de mi mente - ¿Qué haces aquí?
Alatz Seb. de Herrera- Mensajes : 1313
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Me senté en una roca más o menos plana para ordenar mi mente y alejar esos pensamientos pesimistas que cubrían mi cabeza como las nubes negras cubrían el nuevo mundo...
El primer paso era averiguar porque estaba así, vale..aborrecía este mundo, eso estaba claro,pero...¿estar solo?, no eso no era, sencillamente no podía ser porque estaba encantado con mis dos nuevos compañeros, eran tan....no sé, en este mismo momento eran las únicas personas que estaban en mi cabeza, conocía a muchas más, pero sin duda, ellos eran los mas importantes.
Nath, con sus sonrisa era capaz de alegrarle el día a la persona más triste del planeta (''Aquí está el claro ejemplo'')-pensé, también sacaba las partes buenas de todo, era el alma del grupo...ella si sabía como animarnos y apoyarnos.
Y, por último Alatz, nunca se me había dado especialmente bien tratar con hombre(excepto mi hermano), aunque el era la gran excepción, cada conversación con el, por muy inexpresivo que fuera, era de las mejores que tenía en todo el día, su planteamiento sobre el mundo y las charlas filosóficas que teníamos me ayudaban a seguir cuerdo, y eso se lo agradeceré eternamente, lo tengo claro...perono sé, quizás hubiera algo más, más que amigos...(''pero que dices Allan?, a ti no te gustan los chicos...no?'')me sorprendí a mi mismo pensando eso, nunca me lo había planteado, sencillamente había hecho lo que la gente decía que era correcto, aunque.....asco no me daría, la gente no te atrae por el género, si no por lo que son...aunque no quería precipitarme, pero quizás hubiera algo, notaba lo nervioso que se ponía cuando hablaba conmigo, y cuando lo miraba a los ojos y el desviaba la mirada, el corazón simplemente se me encogía y miraba a otro lado, cuando hablábamos era todo tan....no sé, especial?si, lo más probable es que sí....
-''Allan?''
Una voz hizo que todos mis pensamientos acerca de el se esfumarán y.....adivina, era Alatz, y parecía tan desconcertado como yo.....
-Alatz?..Ola!-no pude reprimir una sonrisa de oreja a oreja, definitivamente todo el pesimismo se había ido...-Siento haberme ido tan lejos sin avisar, es solo que...quería estar solo-pensé en que eso daría paso a que se fuera-Pero no te preocupes, tu aquí no molestas, casi que mejor, este lugar me empezaba a dar miedo-dije mientras me levantaba y me acercaba a el....
Noté como mis pulsaciones aumentaban y le miré a los ojos, una ''descarga eléctrica'' recorrió mi cuerpo, me puse más nervioso, no se que pasaba, pero notaba que si le miraba fijamente un segundo caería de bruces al suelo...
El primer paso era averiguar porque estaba así, vale..aborrecía este mundo, eso estaba claro,pero...¿estar solo?, no eso no era, sencillamente no podía ser porque estaba encantado con mis dos nuevos compañeros, eran tan....no sé, en este mismo momento eran las únicas personas que estaban en mi cabeza, conocía a muchas más, pero sin duda, ellos eran los mas importantes.
Nath, con sus sonrisa era capaz de alegrarle el día a la persona más triste del planeta (''Aquí está el claro ejemplo'')-pensé, también sacaba las partes buenas de todo, era el alma del grupo...ella si sabía como animarnos y apoyarnos.
Y, por último Alatz, nunca se me había dado especialmente bien tratar con hombre(excepto mi hermano), aunque el era la gran excepción, cada conversación con el, por muy inexpresivo que fuera, era de las mejores que tenía en todo el día, su planteamiento sobre el mundo y las charlas filosóficas que teníamos me ayudaban a seguir cuerdo, y eso se lo agradeceré eternamente, lo tengo claro...perono sé, quizás hubiera algo más, más que amigos...(''pero que dices Allan?, a ti no te gustan los chicos...no?'')me sorprendí a mi mismo pensando eso, nunca me lo había planteado, sencillamente había hecho lo que la gente decía que era correcto, aunque.....asco no me daría, la gente no te atrae por el género, si no por lo que son...aunque no quería precipitarme, pero quizás hubiera algo, notaba lo nervioso que se ponía cuando hablaba conmigo, y cuando lo miraba a los ojos y el desviaba la mirada, el corazón simplemente se me encogía y miraba a otro lado, cuando hablábamos era todo tan....no sé, especial?si, lo más probable es que sí....
-''Allan?''
Una voz hizo que todos mis pensamientos acerca de el se esfumarán y.....adivina, era Alatz, y parecía tan desconcertado como yo.....
-Alatz?..Ola!-no pude reprimir una sonrisa de oreja a oreja, definitivamente todo el pesimismo se había ido...-Siento haberme ido tan lejos sin avisar, es solo que...quería estar solo-pensé en que eso daría paso a que se fuera-Pero no te preocupes, tu aquí no molestas, casi que mejor, este lugar me empezaba a dar miedo-dije mientras me levantaba y me acercaba a el....
Noté como mis pulsaciones aumentaban y le miré a los ojos, una ''descarga eléctrica'' recorrió mi cuerpo, me puse más nervioso, no se que pasaba, pero notaba que si le miraba fijamente un segundo caería de bruces al suelo...
Allan Hayes- Mensajes : 605
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Era demasiada casualidad. Una ciudad enorme que recorrer, bosques que, según me habían contado, se extendían por todo el perímetro de la ciudad y, precisamente debía ser en ese lugar en el que me encontrara con alguien. En el que me encontrara con él.
Sus pasos se dirigieron hacía a mí, acortando el espacio entre nosotros. La distancia que nos separaba era inversamente proporcional al ritmo con el que mi corazón latía y, por lo tanto, el nerviosismo comenzó a envolverme. Había huido a aquel rincón solitario escapando de compañía y, precisamente yo, había ido allí a romper el momento. Por un instante la pesadumbre me invadió, pero logré contrarrestarla intentando creer en la sonrisa que había implantado en mis labios.
- Bueno, la verdad es que tanta soledad no inspira tranquilidad - intenté suavizar la situación a base de palabras. Según mi teoría un exceso de conversación significaba falta de confianza o nerviosismo. En mi caso era lo segundo.
Una mirada. Noté como mi pecho se contraía por un momento, ahogando mis pulmones durante unas milésimas de segundo para, después, expulsar el aire contenido. Odiaba que dirigiera sus ojos a encontrase con los míos antes de que yo me pudiera dar cuenta de sus intenciones. Lo odiaba tanto como deseaba que lo volviera a hacer, y eso era peor aún. "¿Qué narices tiene, Alatz?" me pregunté fruto de mi desagrado al no poder controlar mis propias emociones. Pero a mi parecer, lo malo no era que no pudiera controlarlas, si no ese gusto por ese descontrol, esa dejadez, ese dejarse llevar por alguien que no eres tú. No. Podía confiar en alguien, pero hasta un límite.
Aún maldecía aquel día soleado, el mismo día en el que mi mente dejó de funcionar ante la primera imagen de las bestias, el mismo día en el que él me salvó de ser devorado por esas grandes y turbadoras fauces, el mismo día en el que Nath y yo le salvamos de correr la misma suerte. En mi mente tenía marcado ese día como el día en el que todo lo que pudiera sentir por Allan comenzó a desatarse y el día en el que apareció Elizabeth como la fecha en la que me había dado cuenta de que mi cuerpo reaccionaba ante su presencia. Maldecía esos días tanto como su recuerdo me maravillaba. Quizás pudiera llamarse masoquismo, pero eso mismo era también tan fantástico que incluso, en un momento de plena lucidez, pudiera llegar a darme asco.
- ¿Habías estado aquí antes? - le pregunté pasando a su lado y dirigiéndome a aquella mole de piedra trabajada, para descargar la energía que se estaba concentrando en mi cuerpo. Si no la sacaba, notaba que terminaría explotando o diciendo cualquier estupidez
Sus pasos se dirigieron hacía a mí, acortando el espacio entre nosotros. La distancia que nos separaba era inversamente proporcional al ritmo con el que mi corazón latía y, por lo tanto, el nerviosismo comenzó a envolverme. Había huido a aquel rincón solitario escapando de compañía y, precisamente yo, había ido allí a romper el momento. Por un instante la pesadumbre me invadió, pero logré contrarrestarla intentando creer en la sonrisa que había implantado en mis labios.
- Bueno, la verdad es que tanta soledad no inspira tranquilidad - intenté suavizar la situación a base de palabras. Según mi teoría un exceso de conversación significaba falta de confianza o nerviosismo. En mi caso era lo segundo.
Una mirada. Noté como mi pecho se contraía por un momento, ahogando mis pulmones durante unas milésimas de segundo para, después, expulsar el aire contenido. Odiaba que dirigiera sus ojos a encontrase con los míos antes de que yo me pudiera dar cuenta de sus intenciones. Lo odiaba tanto como deseaba que lo volviera a hacer, y eso era peor aún. "¿Qué narices tiene, Alatz?" me pregunté fruto de mi desagrado al no poder controlar mis propias emociones. Pero a mi parecer, lo malo no era que no pudiera controlarlas, si no ese gusto por ese descontrol, esa dejadez, ese dejarse llevar por alguien que no eres tú. No. Podía confiar en alguien, pero hasta un límite.
Aún maldecía aquel día soleado, el mismo día en el que mi mente dejó de funcionar ante la primera imagen de las bestias, el mismo día en el que él me salvó de ser devorado por esas grandes y turbadoras fauces, el mismo día en el que Nath y yo le salvamos de correr la misma suerte. En mi mente tenía marcado ese día como el día en el que todo lo que pudiera sentir por Allan comenzó a desatarse y el día en el que apareció Elizabeth como la fecha en la que me había dado cuenta de que mi cuerpo reaccionaba ante su presencia. Maldecía esos días tanto como su recuerdo me maravillaba. Quizás pudiera llamarse masoquismo, pero eso mismo era también tan fantástico que incluso, en un momento de plena lucidez, pudiera llegar a darme asco.
- ¿Habías estado aquí antes? - le pregunté pasando a su lado y dirigiéndome a aquella mole de piedra trabajada, para descargar la energía que se estaba concentrando en mi cuerpo. Si no la sacaba, notaba que terminaría explotando o diciendo cualquier estupidez
Alatz Seb. de Herrera- Mensajes : 1313
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
-Pues no, no la inspira....-dije, intentando aparentar normalidad;no estaba nervioso, no tanto como el desde luego, supongo que estaba intranquilo al notar su nerviosismo.
Paso por mi lado, dejando su olor en el aire que me acarició suavemente la cara, cuando el paso un cosquilleo me recorrió toda la columna vertebral y erizó los pelos de mi nuca.
(''Allan, eres imbécil te comportas como una colegiala enamorada....'')- ''enamorado'', yo no podía estar así.....juré que nunca más me harían daño y además...de un hombre??, no sé lo que me pasaba, pero no se...me sentía raro, como podía a mi pasarme esto, dios...me sentía tan bien y por otro lado tan mal...
Pensé en que habría pasado si me hubiera enamo...hecho salir este sentimiento en el mundo real, además de raro, maricón, aunque también me gustarán las mujeres, pero enseguida que te fijas en un hombre eres un maricón, así de hipócritas eran en la mierda del otro mundo...
(''quizás este mundo no este tan mal después de todo..., aunque me gustaría ver a más de uno de mis acosadores aquí, no habrían pasado ni el primer día..'')
Observé como tocaba la torre y respondí su pregunta...
-No, bueno nunca he salido de la ciudad-hice una sonrisa picarona Y con quien fuiste, con tu enamorada....
Vale, reconocí la estupidez de mi pregunta en cuanto la hice...como alguien podía ser tan gilipollas..aunque seguro que Alatz no estaba interesado en mi y solo me tenia miedo....miedo y nada más, la verdad, se llevaba muy bien con Nath, a veces demasiado...aunque normal, el nunca había dicho que le atrajeran los hombres, al menos que yo recordara, y aunque lo hicieran dudo que se fijara en mi...todo eran fantasías y suposiciones.
-Perdon por la gilipollez que acabo de soltar, es solo que....quería romper el hielo, te veo muy tenso y....eso me sabe mal-miré al suelo, avergonzado
Paso por mi lado, dejando su olor en el aire que me acarició suavemente la cara, cuando el paso un cosquilleo me recorrió toda la columna vertebral y erizó los pelos de mi nuca.
(''Allan, eres imbécil te comportas como una colegiala enamorada....'')- ''enamorado'', yo no podía estar así.....juré que nunca más me harían daño y además...de un hombre??, no sé lo que me pasaba, pero no se...me sentía raro, como podía a mi pasarme esto, dios...me sentía tan bien y por otro lado tan mal...
Pensé en que habría pasado si me hubiera enamo...hecho salir este sentimiento en el mundo real, además de raro, maricón, aunque también me gustarán las mujeres, pero enseguida que te fijas en un hombre eres un maricón, así de hipócritas eran en la mierda del otro mundo...
(''quizás este mundo no este tan mal después de todo..., aunque me gustaría ver a más de uno de mis acosadores aquí, no habrían pasado ni el primer día..'')
Observé como tocaba la torre y respondí su pregunta...
-No, bueno nunca he salido de la ciudad-hice una sonrisa picarona Y con quien fuiste, con tu enamorada....
Vale, reconocí la estupidez de mi pregunta en cuanto la hice...como alguien podía ser tan gilipollas..aunque seguro que Alatz no estaba interesado en mi y solo me tenia miedo....miedo y nada más, la verdad, se llevaba muy bien con Nath, a veces demasiado...aunque normal, el nunca había dicho que le atrajeran los hombres, al menos que yo recordara, y aunque lo hicieran dudo que se fijara en mi...todo eran fantasías y suposiciones.
-Perdon por la gilipollez que acabo de soltar, es solo que....quería romper el hielo, te veo muy tenso y....eso me sabe mal-miré al suelo, avergonzado
Allan Hayes- Mensajes : 605
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
"Genial" me dije, ahora encima se había dado cuenta de que me encontraba algo tratocado por su presencia, en especial por ser precisamente su presencia la única que me acompañaba en esos momentos. Las hojas mojadas crujían en un húmedo quejido ante mi peso sobre ellas, al tiempo que algunas gotas comenzaban a descolgarse de las ramas de los árboles sobre nosotros, precipitándose hacia nuestras cabezas. A pesar de todo, a pesar de la inminente llovizna, el ambiente parecía impasible, o impasible me parecía a mí, gris, calmado y tranquilo, en aquella paz inquieta que caracterizaba a aquel mundo. Aún más inquietada por encontrarme con él, aunque seguramente hubiera sido peor seguir solo.
- ¿Mi enamorada? - pregunté parándome en seco aún sin saber a lo que se refería. Al final supuse que se refería a que si allí había ido con Emie y que si yo y Emie éramos pareja o algo. No sabía cómo habría conseguido esa información, aunque no estaba seguro de que fuera eso lo que quisiera decir, pero casi me llamó más la atención que me lo preguntara -. Si te refieres a Emie... - continué girando mi cabeza para mirarle apenas unos segundos, casi todo lo que pude aguntar - no, no es mi enamorada
Proseguí mi camino hacia la torre pegando un no muy audible suspiro. Era bastante probable que no la conociera, al fin y al cabo esa ciudad era muy grande como para que pudieramos encontrarnos todos los que intentábamos sobrevivir por allí, pero siempre existía esa posibilidad. Comencé a notar como mi corazón bajaba el ritmo de sus latidos, acostumbrándose poco a poco a su compañía, aunque me suponía que difícilmente llegaría a tranquilizarse del todo; al fin y al cabo no lo había hecho en varias semanas junto a él.
- Deberíamos ponernos a resguardo - sugerí llegando ya a la superficie de piedra y comenzando a rezar para que la puerta de aquel lugar estuviera abierta -. Si nos mojamos igual cogemos algo - y eso era algo que, realmente, me fastidiaba. Me encantaba la lluvia, dejar que el agua corriera por mi cabello e hiciera surcos en mi rostro o, sencillamente, andar mientras mi ropa se empapaba, pero era un riesgo que no podía correr. Una leve enfermedad, allí podría resultar incluso mortal.
Roce la superficie pétrea con las yemas de mis dedos, sin motivo aparente, dejando que se deslizaran sobre la materia rugosa hasta que, perdido el contacto, mi brazo cayó para volver a colocarse junto a mí, en vertical. Entonces me di la vuelta, casi pegando mi espalda a la pared, pero sin llegar a apoyarla, esperando que Allan siguiera mi ejemplo y pudiéramos protegernos de la intemperie. Igual esta vez tenía más suerte y mi respiración no se agitaría por su cercanía, aunque mis esperanzas eran pequeñas y vacías.
- ¿Mi enamorada? - pregunté parándome en seco aún sin saber a lo que se refería. Al final supuse que se refería a que si allí había ido con Emie y que si yo y Emie éramos pareja o algo. No sabía cómo habría conseguido esa información, aunque no estaba seguro de que fuera eso lo que quisiera decir, pero casi me llamó más la atención que me lo preguntara -. Si te refieres a Emie... - continué girando mi cabeza para mirarle apenas unos segundos, casi todo lo que pude aguntar - no, no es mi enamorada
Proseguí mi camino hacia la torre pegando un no muy audible suspiro. Era bastante probable que no la conociera, al fin y al cabo esa ciudad era muy grande como para que pudieramos encontrarnos todos los que intentábamos sobrevivir por allí, pero siempre existía esa posibilidad. Comencé a notar como mi corazón bajaba el ritmo de sus latidos, acostumbrándose poco a poco a su compañía, aunque me suponía que difícilmente llegaría a tranquilizarse del todo; al fin y al cabo no lo había hecho en varias semanas junto a él.
- Deberíamos ponernos a resguardo - sugerí llegando ya a la superficie de piedra y comenzando a rezar para que la puerta de aquel lugar estuviera abierta -. Si nos mojamos igual cogemos algo - y eso era algo que, realmente, me fastidiaba. Me encantaba la lluvia, dejar que el agua corriera por mi cabello e hiciera surcos en mi rostro o, sencillamente, andar mientras mi ropa se empapaba, pero era un riesgo que no podía correr. Una leve enfermedad, allí podría resultar incluso mortal.
Roce la superficie pétrea con las yemas de mis dedos, sin motivo aparente, dejando que se deslizaran sobre la materia rugosa hasta que, perdido el contacto, mi brazo cayó para volver a colocarse junto a mí, en vertical. Entonces me di la vuelta, casi pegando mi espalda a la pared, pero sin llegar a apoyarla, esperando que Allan siguiera mi ejemplo y pudiéramos protegernos de la intemperie. Igual esta vez tenía más suerte y mi respiración no se agitaría por su cercanía, aunque mis esperanzas eran pequeñas y vacías.
Alatz Seb. de Herrera- Mensajes : 1313
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
(''Emie'')..ese nombre resonó en mi cabeza, al principio cuando dijo lo de ''si te refieres a Emie....'' se me paro el corazón, fue algo....peor que si hubiera caído un rayo sobre mi, cuando terminó la frase me tranquilicé..espera..tranquilizarme?? eso quiere decir que me había puesto nervioso, por culpa de esa chica, lo que a la vez quiere decir que estaba enamorado..de un hombre..bueno ¿y qué?, supongo que poco a poco lo asumiría y punto, al fin y al cabo era normal no?, el siempre era agradable conmigo, por muy nervioso que se pusiera y siempre me alegraba el día, Nath también, pero de una forma diferente...
Le seguí y entre dentro del edificio, al pasar le rocé un poco el torso, otro calambrazo, era como si fuera un enchufe, cada vez que lo tocaba, calambre...pero al final me acabarían gustando esos calambres, lo sabía.
Me puse frente a el y le miré fijamente a los ojos, apartó la vista, jeje, que tierno, ahora lo tenía claro, estaba nervioso, nerviosísimo, y eso me gustaba...y mucho, cada vez que le miraba o me movía sus músculos se contraían, como si estuviera encerrado con un asesino..
Intenté romper el hielo, pero sin las consecuencias de mi anterior intento..
-Bueno...y que hacemos,porque parece que esto va para rato no?-dije mientras le volvía a mirar y por consecuente, el volvía a apartar los ojos...
(''le voy a coger gustillo a eso de mirar fijamente a la gente''), me encantaba cuando lo hacía
De repente noté un ligero dolor en el tobillo, como no..
Al parecer me había hecho un corte con una ramita o algo, no era nada, pero aún así me puse de mal humor, todo le tenía que pasara mi tobillo, justo ahora que se estaba recuperando.
-Por cierto, ya se las dí a Nathpero...quería darte las gracias por ayudarme el día que hubo sol, casi me comen y eso no parecía muy divertido..-recordé los momentos de angustia que vivi, no solo por la muerte que creía cerca, si no por la muerte de mis dos amigos..
Le seguí y entre dentro del edificio, al pasar le rocé un poco el torso, otro calambrazo, era como si fuera un enchufe, cada vez que lo tocaba, calambre...pero al final me acabarían gustando esos calambres, lo sabía.
Me puse frente a el y le miré fijamente a los ojos, apartó la vista, jeje, que tierno, ahora lo tenía claro, estaba nervioso, nerviosísimo, y eso me gustaba...y mucho, cada vez que le miraba o me movía sus músculos se contraían, como si estuviera encerrado con un asesino..
Intenté romper el hielo, pero sin las consecuencias de mi anterior intento..
-Bueno...y que hacemos,porque parece que esto va para rato no?-dije mientras le volvía a mirar y por consecuente, el volvía a apartar los ojos...
(''le voy a coger gustillo a eso de mirar fijamente a la gente''), me encantaba cuando lo hacía
De repente noté un ligero dolor en el tobillo, como no..
Al parecer me había hecho un corte con una ramita o algo, no era nada, pero aún así me puse de mal humor, todo le tenía que pasara mi tobillo, justo ahora que se estaba recuperando.
-Por cierto, ya se las dí a Nathpero...quería darte las gracias por ayudarme el día que hubo sol, casi me comen y eso no parecía muy divertido..-recordé los momentos de angustia que vivi, no solo por la muerte que creía cerca, si no por la muerte de mis dos amigos..
Allan Hayes- Mensajes : 605
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Fue un segundo. Un segundo que se prolongó por varios más. Un segundo durante el cual su brazo rozó mi pecho. Ni siquiera fue un contacto de piel con piel, ni siquiera su piel alcanzó realmente mi tacto, desnudo, sin intermediarios, pero fue suficiente como para que aspirara aire en vano, ya que mis pulmones se habían bloqueado ante la impresión. Una impresión que me recordó un momento tiempo atrás vivido, haría ya más de medio año, en Ámsterdam. Un paseo con un desconocido, una sonrisa, un roce de su dedo en mi mano. Una caricia vanal, un instante efímero, pero un recuerdo que perduraría por siempre. Eso me hizo recordar algo que aún debía llevar escondido en el bolsillo izquierdo de mi pantalón, en el contrario que la navaja, lejos de posibles rasguños. Tras dirigir mi mano a abrazar aquel trozo de metal, abrí mi palma para ver que aquel trozo de escultura aún se conservaba en perfecto estado. Era un dedo, perfectamente trabajado, el índice si no recordaba mal. "Die Liebkosung" susurré de forma apenas audible. Con mi trofeo en la mano, ya habiéndome recuperado, al menos parcialmente, de aquella sensación, me dirigí al interior de la torre, siguiéndole.
La estancia se componía de un espacio circular con una mesa volcada y dos sillas, una de las cuales estaba rota. El suelo de madera crujía a nuestro paso, pero al menos parecía que iba a soportar sin romperse, el cual se abría a nuestra izquierda para dejar paso a unas escaleras hacia el sótano y, a nuestra derecha, ascendía en forma de escalera hacia el piso superior. Las dos pequeñas ventanas no dejaban entrar demasiada luz, pero la que entraba por la puerta suplía esa carencia.
- Pues no sé qué podemos hacer - le contesté. ¿Qué hacíamos todo el día en esa ciudad? Buscar comida, escapar de los fherals y escondernos en aquella buhardilla, poco más. La vida allí no dejaba espacio para mucha diversión, aunque ahora que, al parecer, teníamos un momento libre, no sabíamos con qué ocuparlo
De pronto noté que sus ojos se habían clavado en mí. Su profunda mirada, firme y penetrante, atravesó mis pupilas, con la defensa baja, haciendo que mi corazón volviera a chocar contra las paredes de mi pecho y que mi respiración se bloqueara otra vez. "Si sigues así al final te vas a ahogar" intenté bromear conmigo mismo tratando que mi nerviosismo disminuyera. Tardé aún unos segundos más en recuperar un ritmo medianamente normal para mis latidos y para la frecuencia con la cual inspiraba y exhalaba aire. Aproveché entonces para sentarme en el sucio suelo, apoyando mi espalda contra la pared, antes de que volviera a arrebatarme el control de mi mismo por algunos instantes. Él provocaba en mí el mismo estado en el que las bestias habían logrado sumergirme, aunque en menor medida y de una forma que llegaba a ser incluso adictiva. Y eso ya empezaba a dudar si me gustaba o no.
- No te preocupes -negué con la cabeza alternando la mirada entre sus ojos y la pieza de hierro con la que estaba jugando en mis manos, procurando evitar que volviera a reducir mi resistencia momentáneamente -. Tú también me salvaste a mí; es lo menos que podía hacer - pero mentía en parte, si por mentir se entiende ocultar parte de la información. Había algo más por lo que le había salvado, lo sabía, y no era simplemente amistad, por mucho que en aquel momento pudiera haber llegado a interpretar como tal
La estancia se componía de un espacio circular con una mesa volcada y dos sillas, una de las cuales estaba rota. El suelo de madera crujía a nuestro paso, pero al menos parecía que iba a soportar sin romperse, el cual se abría a nuestra izquierda para dejar paso a unas escaleras hacia el sótano y, a nuestra derecha, ascendía en forma de escalera hacia el piso superior. Las dos pequeñas ventanas no dejaban entrar demasiada luz, pero la que entraba por la puerta suplía esa carencia.
- Pues no sé qué podemos hacer - le contesté. ¿Qué hacíamos todo el día en esa ciudad? Buscar comida, escapar de los fherals y escondernos en aquella buhardilla, poco más. La vida allí no dejaba espacio para mucha diversión, aunque ahora que, al parecer, teníamos un momento libre, no sabíamos con qué ocuparlo
De pronto noté que sus ojos se habían clavado en mí. Su profunda mirada, firme y penetrante, atravesó mis pupilas, con la defensa baja, haciendo que mi corazón volviera a chocar contra las paredes de mi pecho y que mi respiración se bloqueara otra vez. "Si sigues así al final te vas a ahogar" intenté bromear conmigo mismo tratando que mi nerviosismo disminuyera. Tardé aún unos segundos más en recuperar un ritmo medianamente normal para mis latidos y para la frecuencia con la cual inspiraba y exhalaba aire. Aproveché entonces para sentarme en el sucio suelo, apoyando mi espalda contra la pared, antes de que volviera a arrebatarme el control de mi mismo por algunos instantes. Él provocaba en mí el mismo estado en el que las bestias habían logrado sumergirme, aunque en menor medida y de una forma que llegaba a ser incluso adictiva. Y eso ya empezaba a dudar si me gustaba o no.
- No te preocupes -negué con la cabeza alternando la mirada entre sus ojos y la pieza de hierro con la que estaba jugando en mis manos, procurando evitar que volviera a reducir mi resistencia momentáneamente -. Tú también me salvaste a mí; es lo menos que podía hacer - pero mentía en parte, si por mentir se entiende ocultar parte de la información. Había algo más por lo que le había salvado, lo sabía, y no era simplemente amistad, por mucho que en aquel momento pudiera haber llegado a interpretar como tal
Alatz Seb. de Herrera- Mensajes : 1313
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Al pasar se descubrió ante mi una sala circula, en avanzado estado de deterioro, como en todo el nuevo mundo, divisé 2 sillas y una mesa, los 3 muebles igual de deteriorados, aunque al parecer una silla estaba rota.
Con pasos acompasados me acerqué a la mesa y con todas mis fuerzas(que no eran muchas) conseguí poner la bien, luego soplé e hice que el polvo se esfumara, mezclándose con el aire y desapareciendo en el entorno, como el olor de Alatz cuando pasó por mi lado, era un olor dulzón, bastante, aunque no era perfume...¿o si?, en fin que me voy del tema...
Después levanté la única silla en buen estado(dentro de lo que cabe) y la acerqué a la mesa.
Le miré fijamente y como de costumbre el apartó la mirada, aunque pude entrever una sonrisa de oreja a oreja, que duró solo un instante, pero suficiente para alegrarme el día y hacerme sonreír a mi
-Puedes sentarte, no te preocupes por mi, si me canso, me sentaré encima tuya-dije mientras señalaba la silla y sonreía, por supuesto lo de sentarse encima de el era broma, aunque la idea no me disgustaba del todo.
Pensé en el comportamiento que había tenido con el a lo largo del tiempo, al principio la desconfianza y la sospecha era más que notable, luego se esfumo, vino el compañerismo y luego la amistad, y para mi ahora venía algo más, aunque dudo que el sintiera lo mismo...o, espera, no, no lo dudo, esos desvíos de mirada y esos espasmos no eran normales, igual que la sonrisa de antes.
Nath, esa palabra, que después se convirtió en imagen me vino a la cabeza
(``Seguro que estará bien,se acoplará a alguien, su sonrisa es bonita...'')-solo era un triste consuelo, pero sabía que no le pasaría nada...
Volví a mirar la sala y me asomé por las escaleras, tanto de arriba como de abajo y hubo una cosa que me llamo, la atención, una brillante y bonita botella de !VINO¡, rápidamente la cogí y la puse sobre la mesa, no tenía ni etiqueta ni nada, no es que me gustara el vino, es más lo aborrecía, pero era lo mejor que teníamos para pasar el rato....
-Mira lo que he encontrado....-dije mientras balanceaba la botella de un lado a otro-¿no te importa beber de la misma botella que yo no?-solo la idea de que mi boca iba a tocar algo que anteriormente toco la suya me emocionó de tal manera que me puse eufórico, pero, por supuesto, guardando las formas...
Con pasos acompasados me acerqué a la mesa y con todas mis fuerzas(que no eran muchas) conseguí poner la bien, luego soplé e hice que el polvo se esfumara, mezclándose con el aire y desapareciendo en el entorno, como el olor de Alatz cuando pasó por mi lado, era un olor dulzón, bastante, aunque no era perfume...¿o si?, en fin que me voy del tema...
Después levanté la única silla en buen estado(dentro de lo que cabe) y la acerqué a la mesa.
Le miré fijamente y como de costumbre el apartó la mirada, aunque pude entrever una sonrisa de oreja a oreja, que duró solo un instante, pero suficiente para alegrarme el día y hacerme sonreír a mi
-Puedes sentarte, no te preocupes por mi, si me canso, me sentaré encima tuya-dije mientras señalaba la silla y sonreía, por supuesto lo de sentarse encima de el era broma, aunque la idea no me disgustaba del todo.
Pensé en el comportamiento que había tenido con el a lo largo del tiempo, al principio la desconfianza y la sospecha era más que notable, luego se esfumo, vino el compañerismo y luego la amistad, y para mi ahora venía algo más, aunque dudo que el sintiera lo mismo...o, espera, no, no lo dudo, esos desvíos de mirada y esos espasmos no eran normales, igual que la sonrisa de antes.
Nath, esa palabra, que después se convirtió en imagen me vino a la cabeza
(``Seguro que estará bien,se acoplará a alguien, su sonrisa es bonita...'')-solo era un triste consuelo, pero sabía que no le pasaría nada...
Volví a mirar la sala y me asomé por las escaleras, tanto de arriba como de abajo y hubo una cosa que me llamo, la atención, una brillante y bonita botella de !VINO¡, rápidamente la cogí y la puse sobre la mesa, no tenía ni etiqueta ni nada, no es que me gustara el vino, es más lo aborrecía, pero era lo mejor que teníamos para pasar el rato....
-Mira lo que he encontrado....-dije mientras balanceaba la botella de un lado a otro-¿no te importa beber de la misma botella que yo no?-solo la idea de que mi boca iba a tocar algo que anteriormente toco la suya me emocionó de tal manera que me puse eufórico, pero, por supuesto, guardando las formas...
Allan Hayes- Mensajes : 605
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Allan recompuso la escena, levantó la mesa caída y colocó la silla en buen estado. Su mirada volvió a posarse en mis ojos, volviendo a ocasionar en mí aquella contestación traducida en huida que tan frecuente se estaba convirtiendo en esos últimos instantes. Era muy rápido, demasiado rápido quizás. La aceleración de los últimos sucesos casi bloqueaba mi capacidad de análisis y dejaba el control de mi cuerpo a merced de deseos superiores al poder que yo tuviera por detenerlos antes de que fuera demasiado tarde. Notaba como mi consciencia escapaba de mí, como iba perdiendo el razocinio y eso era algo que no podía permitir, debía controlar mis instintos. Me estaba comportando como un estúpido cobarde, huyendo, sin poder afrontar la tranquila fiereza de su mirada. Tenía que demostrar que yo podía con ello de alguna manera.
- No te preocupes; estoy bien aquí - le contesté con una amable sonrisa. Supuse que aquello que había añadido a su ofrecimiento sería broma, pero no quería arriesgarme; un contacto tan directo con él, donde prácticamente todos los sentidos estarían bebiendo de él, provocaría en mi una sensación de embiaguez demasiado contundente, demasiado para poder controlar mis reacciones
Allan volvió a andar y terminó por observar las escaleras de subida, hacia los pisos superiores, y la de bajada, hacia el sótano en el que se encontraba aquella gran piedra de molino, si aún seguía ahí; en ese mundo nunca podías saber que algo estaría en su sitio cuando lo volvieras a buscar. Pero lo que más me sorprendió es que encontrara una botella totalmente recubierta de polvo. El líquido que al parecer contenía era vino. Repudiaba el vino, así como la cerveza, esas bebidas tan famosas en el mundo del que veníamos, y era algo que llegaba a extrañar, siendo mi familia originaria de una de las zonas productoras de vino más famosas de España. Pero ese no era el caso. Me encontraba en una torre abandonada, solo con Allan, aquel chico que descontrolaba mis emociones, sin ningún diversión más que una botella de alcohol. No sabía cómo iba a acabar eso.
- No, no me importa - dije de la forma más natural posible para, después, tragar el nudo que se me había formado en la garganta. No sabía si eso iba a ser demasiado para mí; probar sobre mis labios la misma saliva que saliese de los suyos
- No te preocupes; estoy bien aquí - le contesté con una amable sonrisa. Supuse que aquello que había añadido a su ofrecimiento sería broma, pero no quería arriesgarme; un contacto tan directo con él, donde prácticamente todos los sentidos estarían bebiendo de él, provocaría en mi una sensación de embiaguez demasiado contundente, demasiado para poder controlar mis reacciones
Allan volvió a andar y terminó por observar las escaleras de subida, hacia los pisos superiores, y la de bajada, hacia el sótano en el que se encontraba aquella gran piedra de molino, si aún seguía ahí; en ese mundo nunca podías saber que algo estaría en su sitio cuando lo volvieras a buscar. Pero lo que más me sorprendió es que encontrara una botella totalmente recubierta de polvo. El líquido que al parecer contenía era vino. Repudiaba el vino, así como la cerveza, esas bebidas tan famosas en el mundo del que veníamos, y era algo que llegaba a extrañar, siendo mi familia originaria de una de las zonas productoras de vino más famosas de España. Pero ese no era el caso. Me encontraba en una torre abandonada, solo con Allan, aquel chico que descontrolaba mis emociones, sin ningún diversión más que una botella de alcohol. No sabía cómo iba a acabar eso.
- No, no me importa - dije de la forma más natural posible para, después, tragar el nudo que se me había formado en la garganta. No sabía si eso iba a ser demasiado para mí; probar sobre mis labios la misma saliva que saliese de los suyos
Alatz Seb. de Herrera- Mensajes : 1313
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Me acomodé en la mesa, que respondió a mi peso con un crujido, por lo visto a Alatz le daba igual beber de la misma botella que yo, vale...ignoraba que un chico como él (parece demasiado formal) bebiera, creía que diría ''no gracias, no bebo'', me lo esperaría mil veces más.
Recorrí con mis dedos la mesa, arrastrando el poco polvo que quedaba dibujando una estrella como la que tenía en el antebrazo.
Sonreí, este momento era el que sin duda había esperado toda mi vida, estar a solas con alguien que me gusta de verdad, que hiciera que cada día fuera nuevo solo por sus reacciones o por lo que íbamos a pasar juntos, y tendríamos la eternidad para estar juntos, si no nos mataban, cosa que veía imposible, así que supongo que tendría que vivir el momento como si fuera el último, y lanzarme...
Que pasaría si me levantara y le besara? quizás me apartaría, quizás me correspondería, sea como sea, no lo iba a hacer, ni de coña...este momento era el mejor de mi vida y nada iba a romperlo, no lo permitiría.
-Bueno pues...beberé yo primero, vale?-dije sonriente mientrasle miraba fijamente, y vuelta a apartar la mirada, una fuerte risotada se me escapó de la boca, es que me encantaba...
Cuando descorché el vino con mi navaja lo olí, el olor del vino me encantaba, no tanto como su sabor, pero en este momento cualquier escusa para emborracharse..sin pensármelo dos veces le pegué un gran trago, y ala todo de golpe, los pelos de todo el cuerpo se me erizaron, apreté fuertemente los ojos y miré otra vez a Alatz, que igual que las otras 1000 veces miró al suelo.
-te toca.....si quieres claro-dije entre risas, esto ya era más un juego que indirectas
Recorrí con mis dedos la mesa, arrastrando el poco polvo que quedaba dibujando una estrella como la que tenía en el antebrazo.
Sonreí, este momento era el que sin duda había esperado toda mi vida, estar a solas con alguien que me gusta de verdad, que hiciera que cada día fuera nuevo solo por sus reacciones o por lo que íbamos a pasar juntos, y tendríamos la eternidad para estar juntos, si no nos mataban, cosa que veía imposible, así que supongo que tendría que vivir el momento como si fuera el último, y lanzarme...
Que pasaría si me levantara y le besara? quizás me apartaría, quizás me correspondería, sea como sea, no lo iba a hacer, ni de coña...este momento era el mejor de mi vida y nada iba a romperlo, no lo permitiría.
-Bueno pues...beberé yo primero, vale?-dije sonriente mientrasle miraba fijamente, y vuelta a apartar la mirada, una fuerte risotada se me escapó de la boca, es que me encantaba...
Cuando descorché el vino con mi navaja lo olí, el olor del vino me encantaba, no tanto como su sabor, pero en este momento cualquier escusa para emborracharse..sin pensármelo dos veces le pegué un gran trago, y ala todo de golpe, los pelos de todo el cuerpo se me erizaron, apreté fuertemente los ojos y miré otra vez a Alatz, que igual que las otras 1000 veces miró al suelo.
-te toca.....si quieres claro-dije entre risas, esto ya era más un juego que indirectas
Allan Hayes- Mensajes : 605
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Se terminó sentando en la mesa. La silla estaba libre, pero yo no me iba a mover; al menos no para sentarme; al menos no de momento. Sus dedos se deslizaron sobre la polvorienta superficie, retirando, seguramente, la suciedad a su paso y dejando marcas que, aunque quisiera, no podía contemplar a causa de mi ángulo de visión. ¿Qué sería? ¿Un recuerdo? ¿Un deseo? ¿Quizás el divagar irregular de una palabra? No lo sabía y no quería parecer entrometido al levantar la cabeza.
Estaba a punto de aceptar que él fuera el primero en probar el vino, cuando una risotada contestó a que yo apartara los ojos. Eso no me gustó. Eso hacía parecer que estaba jugando conmigo, con mis reacciones, lo cual me llenó de rabia al, realmente, no poder hacer nada por luchar contra ello. Me sentí mal, realmente como un muñeco tirado en aquel rincón de la habitación. Tuve que hacer un esfuerzo para lograr controlar una respiración que se estaba volviendo irregular. Debía controlar la calma, relajarme. Sí, podía aguantar. Podía resistir.
¿Sabría él que me gustaba? El corazón comenzó a latir más rápido de nuevo, esta vez de miedo. Si lo sabía y no había hecho nada era que él no... "¡Callate!" me reproché. Mejor era no hacer suposiciones. Mejor era disfrutar de su compañía, aunque fuese como amigos, a pesar de que, si quería que fuese de forma amistosa, tendría que aprender a controlarme. Me armé de valor, reuní fuerzas y levaté la cabeza para mirarle, sereno, directamente a los ojos, aguantándole la mirada por unos cuantos segundos. MIi pecho volvió a hincharse al tiempo que los latidos se aceleraban otra vez, pero no iba a ceder, no en esa ocasión. Esa era mi ocasión.
- Claro - dije terminando de mirarle con una media sonrisa, incorporándome levemente y extirando el brazo para alcanzar la botella, siendo ahora capaz de ver aquellas líneas que configuraban una estrella ¿Significaría algo? No lo sabía
Volví a recostarme contra la pared, apoyando la cabeza contra la pared y llevando la botella lentamente hacia mi boca. Por fin el vidrio rozó mis labios. Físicamente no noté nada especial, solo el sabor agrio de aquella bebida que tan poco me agradaba, pero que, sin embargo, dejé deslizarse por mi garganta, asqueando mi paladar, pero llenando mi estómago. Emocionalmente, la situación era muy diferente. Era como si su presencia, su aroma, el tacto de sus labios o su aliento se hubiera quedado atrapado en el estrecho interior de aquel recipiente. Bebí de ello, consciente de que podría sentarme tan bien como mal. Por una vez iba a dejar a la suerte jugar su papel.
- ¿Y esa estrella? - pregunté una vez recuperada la compostura, al tiempo que extendía la botella de vino para volvérsela a pasar. El sabor amargo del morapio se diluía en mi boca con la saliba
Estaba a punto de aceptar que él fuera el primero en probar el vino, cuando una risotada contestó a que yo apartara los ojos. Eso no me gustó. Eso hacía parecer que estaba jugando conmigo, con mis reacciones, lo cual me llenó de rabia al, realmente, no poder hacer nada por luchar contra ello. Me sentí mal, realmente como un muñeco tirado en aquel rincón de la habitación. Tuve que hacer un esfuerzo para lograr controlar una respiración que se estaba volviendo irregular. Debía controlar la calma, relajarme. Sí, podía aguantar. Podía resistir.
¿Sabría él que me gustaba? El corazón comenzó a latir más rápido de nuevo, esta vez de miedo. Si lo sabía y no había hecho nada era que él no... "¡Callate!" me reproché. Mejor era no hacer suposiciones. Mejor era disfrutar de su compañía, aunque fuese como amigos, a pesar de que, si quería que fuese de forma amistosa, tendría que aprender a controlarme. Me armé de valor, reuní fuerzas y levaté la cabeza para mirarle, sereno, directamente a los ojos, aguantándole la mirada por unos cuantos segundos. MIi pecho volvió a hincharse al tiempo que los latidos se aceleraban otra vez, pero no iba a ceder, no en esa ocasión. Esa era mi ocasión.
- Claro - dije terminando de mirarle con una media sonrisa, incorporándome levemente y extirando el brazo para alcanzar la botella, siendo ahora capaz de ver aquellas líneas que configuraban una estrella ¿Significaría algo? No lo sabía
Volví a recostarme contra la pared, apoyando la cabeza contra la pared y llevando la botella lentamente hacia mi boca. Por fin el vidrio rozó mis labios. Físicamente no noté nada especial, solo el sabor agrio de aquella bebida que tan poco me agradaba, pero que, sin embargo, dejé deslizarse por mi garganta, asqueando mi paladar, pero llenando mi estómago. Emocionalmente, la situación era muy diferente. Era como si su presencia, su aroma, el tacto de sus labios o su aliento se hubiera quedado atrapado en el estrecho interior de aquel recipiente. Bebí de ello, consciente de que podría sentarme tan bien como mal. Por una vez iba a dejar a la suerte jugar su papel.
- ¿Y esa estrella? - pregunté una vez recuperada la compostura, al tiempo que extendía la botella de vino para volvérsela a pasar. El sabor amargo del morapio se diluía en mi boca con la saliba
Alatz Seb. de Herrera- Mensajes : 1313
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Le pasé la botella, vi como sus ojos se clavaban en mi como si de clavos se tratasen, parece que esta vez estaba decidido a no apartar la mirada; pego un trago decididamente, mientras tragaba hizo una mueca de asco, vale, no le gustaba tanto...aunque...ahora que lo pienso, ¿que coño podríamos hacer si nos quedamos borrachos y viene un Ferhal?. da igual..ya nos las arreglaríamos, somos jóvenes..
Me preguntó por la estrella de 5 puntas que dibujé en la mesa.
-¿Esto?, nada es uno de los tatuajes que llevo, mi preferido, simboliza el ascenso que quería tener en la otra vida, ser el mejor...aunque no hizo mucho efecto, al menos es bonita ¡jajaja!-me levanté la manga de la camiseta dejando ver la parte interior de mi brazo derecho, mas o menos por la mitad una estrella de unos 5 centímetros de ancho se dibujaba con trazos finos y firmes.
-también tengo este otro-dije mientras me apartaba el pelo y mostraba una ''A'' mayúscula y pequeñita detrás de mi oreja izquierda.
-supongo que este no te costará mucho descifrar que significa, la inicial de mi nombre-sonreí, nunca le había enseñado los tatuajes a nadie más que a mis hermanos.
Lo pensé un poco, también era una ''A'' de Alatz...(''que casualidad'')-pensé para mis adentros
Miré fijamente la botella de vino, Alatz la había dejado en el suelo, rápidamente, casi con ansias la cogí, quería beber de donde el había bebido...
(''eres imbécil, Allan'')-si, pero un imbécil con suerte
Dejé que la boquilla de la botella me rozara suavemente los labios, y ingerí lentamente el licor, incluso me parecía que estaba menos amargo....
(''Alatz'')-mi impulso fue levantarme y acariciarle, pero lo único que conseguí fue levantarme de la mesa, me quedé mirándolo fijamente, pero no como otras veces, esta vez mi mirada era melancólica, después me giré, di unos pasos por la habitación y me volví a sentar en la mesa, esta vez crujió más...
Me preguntó por la estrella de 5 puntas que dibujé en la mesa.
-¿Esto?, nada es uno de los tatuajes que llevo, mi preferido, simboliza el ascenso que quería tener en la otra vida, ser el mejor...aunque no hizo mucho efecto, al menos es bonita ¡jajaja!-me levanté la manga de la camiseta dejando ver la parte interior de mi brazo derecho, mas o menos por la mitad una estrella de unos 5 centímetros de ancho se dibujaba con trazos finos y firmes.
-también tengo este otro-dije mientras me apartaba el pelo y mostraba una ''A'' mayúscula y pequeñita detrás de mi oreja izquierda.
-supongo que este no te costará mucho descifrar que significa, la inicial de mi nombre-sonreí, nunca le había enseñado los tatuajes a nadie más que a mis hermanos.
Lo pensé un poco, también era una ''A'' de Alatz...(''que casualidad'')-pensé para mis adentros
Miré fijamente la botella de vino, Alatz la había dejado en el suelo, rápidamente, casi con ansias la cogí, quería beber de donde el había bebido...
(''eres imbécil, Allan'')-si, pero un imbécil con suerte
Dejé que la boquilla de la botella me rozara suavemente los labios, y ingerí lentamente el licor, incluso me parecía que estaba menos amargo....
(''Alatz'')-mi impulso fue levantarme y acariciarle, pero lo único que conseguí fue levantarme de la mesa, me quedé mirándolo fijamente, pero no como otras veces, esta vez mi mirada era melancólica, después me giré, di unos pasos por la habitación y me volví a sentar en la mesa, esta vez crujió más...
Allan Hayes- Mensajes : 605
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
"¿Un tatuaje?" Miré interesado al lugar que me señalaba asintiendo con la cabeza, embelesado de pronto. Debía de ser realmente algo importante, ninguna persona con dos dedos de frente se haría una marca de por vida sin pensárselo dos veces. A continuación se retiró unos mechones de su cabello para dejar al descubierto una marca detrás de su oreja. "Dos tatuajes" pensé. Yo nunca me haría ninguno, sabía que las cosas cambiaban, que no duraban para siempre y no quería hacer algo que luego no pudiera deshacer. Ese pensamiento a veces lograba entristecerme, aunque, con el paso de los años, la costumbre de su compañía había terminado por entender su presencia como algo normal, agridulce, pero cotidiano.
Ascenso. Triunfo. Eso era lo que significaba aquella estrella. Me pregunté qué metas habría tenido él en su anterior vida y me interesé en saber por qué, según podía adivinar por sus palabras, habían sido truncadas. Luego me fijé en mí. Una joven promesa en el mundo del arte, un pequeño diamante en bruto, como alguien me llamara una vez atrás, pero que, misteriosamente, había desaparecido, siendo apartado de sus obras. ¿Qué me esperaría si regresaba? Esperaba que fama, fortuna, aunque lo único que realmente me importaba, era poder vivir de lo que hacía, de mi expresión, aunque de la única forma a la que estaba dispuesto: hacer arte solo para mí, es decir, para expresarme, para criticar, para exponer mis pensamientos y plasmar mis sentimientos. No era entretenimiento, ni siquiera era un hobby; era mi vida.
Aún no sabía cómo iba a poder aguantar allí sin tener algo donde poder trabajar el metal o un lienzo sobre el que pintar y sacar a través de un pincel todo lo que bullía en mi interior. Iba a ser duro, de eso estaba seguro, tarde o temprano querría expresarme; no, tarde o temprano necesitaría expresarme; lo sabía. No podría vivir sin eso.
De pronto Allan alargó el brazo raudo en dirección a la botella, la cual agarró y se llevó precipitadamente a la boca. Algo raro estaba sucediendo y no sabía el qué. Intrigado, a la vez que algo preocupado, clavé mi mirada en él de nuevo, sin apartarla, pero esta vez no por fuerza o testarudez, si no que, sencillamente, lo hice sin pensar. Tras beber y saborear aquella desagradable bebida, como quien bebiese el remedio de una dura enfermedad, se levantó de golpe, sobresaltándome, a pesar de que mis ojos seguían fijos en él, haciéndome incorporar mi espalda lo poco que podía, echando ligeramente la cabeza hacia atrás. Tras unos segundos sosteniéndonos la mirada, que esta vez, en vez de obligarme a rehuirle, me atraía cual imán del que no pudiera escapar. Mi expresión era mezcla de desconcierto y de la inquietud que ya me dominara segundos antes. Al final, dio varios pasos hacia atrás y se volvió a sentar.
Aún no podía apartar mis ojos de los suyos, algo tristes, visiblemente. Mi respiración era regular, pero rápida, y el corazón, que momentos antes casi podría haber jurado que hubiera cesado su latir, ahora recuperaba poco a poco un martilleo desacompasado. Intenté decir algo, pero mis labios no se despegaron. Estaba inmovilizado, atrapado dentro de esa mirada, sin poder escapar de esa dulce prisión que, sin embargo, también lograba intranquilizarme.
Al fin pude recuperar el control de mi mismo cuando aproveché un parpadeo para romper ese vínculo de unión que nos unía y lograba llevar mi vista hacia el suelo que se quedaba cerca de la puerta, observando sin prestar atención varios cantos rugosos. ¿Por qué se había levantado? ¿Por qué me había mirado así? ¿Qué estaba pasando?
Tenía dos opciones: preguntárselo o cambiar de tema. La confusión era demasiada para elegir. Preferí el silencio.
Ascenso. Triunfo. Eso era lo que significaba aquella estrella. Me pregunté qué metas habría tenido él en su anterior vida y me interesé en saber por qué, según podía adivinar por sus palabras, habían sido truncadas. Luego me fijé en mí. Una joven promesa en el mundo del arte, un pequeño diamante en bruto, como alguien me llamara una vez atrás, pero que, misteriosamente, había desaparecido, siendo apartado de sus obras. ¿Qué me esperaría si regresaba? Esperaba que fama, fortuna, aunque lo único que realmente me importaba, era poder vivir de lo que hacía, de mi expresión, aunque de la única forma a la que estaba dispuesto: hacer arte solo para mí, es decir, para expresarme, para criticar, para exponer mis pensamientos y plasmar mis sentimientos. No era entretenimiento, ni siquiera era un hobby; era mi vida.
Aún no sabía cómo iba a poder aguantar allí sin tener algo donde poder trabajar el metal o un lienzo sobre el que pintar y sacar a través de un pincel todo lo que bullía en mi interior. Iba a ser duro, de eso estaba seguro, tarde o temprano querría expresarme; no, tarde o temprano necesitaría expresarme; lo sabía. No podría vivir sin eso.
De pronto Allan alargó el brazo raudo en dirección a la botella, la cual agarró y se llevó precipitadamente a la boca. Algo raro estaba sucediendo y no sabía el qué. Intrigado, a la vez que algo preocupado, clavé mi mirada en él de nuevo, sin apartarla, pero esta vez no por fuerza o testarudez, si no que, sencillamente, lo hice sin pensar. Tras beber y saborear aquella desagradable bebida, como quien bebiese el remedio de una dura enfermedad, se levantó de golpe, sobresaltándome, a pesar de que mis ojos seguían fijos en él, haciéndome incorporar mi espalda lo poco que podía, echando ligeramente la cabeza hacia atrás. Tras unos segundos sosteniéndonos la mirada, que esta vez, en vez de obligarme a rehuirle, me atraía cual imán del que no pudiera escapar. Mi expresión era mezcla de desconcierto y de la inquietud que ya me dominara segundos antes. Al final, dio varios pasos hacia atrás y se volvió a sentar.
Aún no podía apartar mis ojos de los suyos, algo tristes, visiblemente. Mi respiración era regular, pero rápida, y el corazón, que momentos antes casi podría haber jurado que hubiera cesado su latir, ahora recuperaba poco a poco un martilleo desacompasado. Intenté decir algo, pero mis labios no se despegaron. Estaba inmovilizado, atrapado dentro de esa mirada, sin poder escapar de esa dulce prisión que, sin embargo, también lograba intranquilizarme.
Al fin pude recuperar el control de mi mismo cuando aproveché un parpadeo para romper ese vínculo de unión que nos unía y lograba llevar mi vista hacia el suelo que se quedaba cerca de la puerta, observando sin prestar atención varios cantos rugosos. ¿Por qué se había levantado? ¿Por qué me había mirado así? ¿Qué estaba pasando?
Tenía dos opciones: preguntárselo o cambiar de tema. La confusión era demasiada para elegir. Preferí el silencio.
Alatz Seb. de Herrera- Mensajes : 1313
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Silencio. Eso es lo que reinaba en la estancia en la que nos encontrábamos Alatz y yo, no sé si no le gustaron mis tatuajes o que...no, no era eso, estaba claro lo que era, había notado mi estúpida reacción de levantarme caminar y volverme a sentar, me avergonzaba de mis propios actos, yo, que siempre había hecho lo que me había propuesto, yo, que nunca me avergonzaba por ello, yo, que siempre había estado tan seguro de mi mismo, yo que ahora me sentía solo, son abrigo....y finalmente yo, que estaba enamorado como un imbécil....
Por mi cabeza pasaron mil formas de demostrarle mis sentimientos, pero estaba tan confuso que no sabía cual elegir, y luego quedaba, claro, si el aceptaría lo que yo siento o tiraría mis sentimientos por la papelera, todo dependía de comprobarlo, decir 2 palabras (''te quiero''), todo era tan fácil como eso, y yo ni siquiera podía hacerlo....no quería perder la amistad con el si me decía que no, solo quería estar a su lado, aunque hubiera otra persona a su lado, aunque esa persona estuviera besándole yo estaría feliz, porque estaría a su lado.
Cerré los ojos, quería llorar y salir corriendo, solo eso y nada más, hacer como si este momento no hubiera pasado, retroceder en el tiempo, deshice como pude el nudo de mi garganta, para después volverlo a formar (''Genial, eres un cobarde, no tienes huevos a decírselo''), como si de un reflejo se tratase me levanté, respiré hondo, me armé de valor y lo dije:
-Te...te...te quiero-noté como me puse rojo, el corazón me fue a mil por hora y el terror invadió mi cuerpo, no sabía lo que hacer, solo rectificar la frase anterior-Te quiero contar una cosa....
(''Muy bien, ahora solo has quedado como un completo gilipollas...otra vez'')-dios, esto no podía ser verdad, tenía que decírselo, pero me costaba horrores hacerlo, y, por si fuera poco, ahora tenía que buscar algo para terminar de ordenar mi ''original'' manera de cambiar el sentido de las frases.
-Bueno, pues eso, que te quiero preguntar una cosa, ¿a ti te pasa algo,quiero decir...estas serio, más que las otras veces, y tus gestos son un poco raros...-bien Allan, ahora, además de restregarle por la cara lo raro que esta ni te das cuenta de lo gilipollas que has vuelto a ser.
Volví hacía donde se encontraba la mesa, le propiné un ligero puñetazo, haciendo que un diminuto trozo de madera se desprendiera de ella a la vez que me hacía un corte, del que salía no mucha sangre, el dolor físico daba igual, solo importaba en este momento el psicológico, era el que más daño hacía.
Me dirigí con paso decidido a donde se encontraba Alatz, me agaché y me puse a su altura, justo enfrente de el,a muy pocos centímetro de el....
-Perdón por mis reacciones, es solo que..bueno, da igual-miré al suelo y luego le dirigí a Alatz una sonrisa, como para intentar enmendar mis errores...
Por mi cabeza pasaron mil formas de demostrarle mis sentimientos, pero estaba tan confuso que no sabía cual elegir, y luego quedaba, claro, si el aceptaría lo que yo siento o tiraría mis sentimientos por la papelera, todo dependía de comprobarlo, decir 2 palabras (''te quiero''), todo era tan fácil como eso, y yo ni siquiera podía hacerlo....no quería perder la amistad con el si me decía que no, solo quería estar a su lado, aunque hubiera otra persona a su lado, aunque esa persona estuviera besándole yo estaría feliz, porque estaría a su lado.
Cerré los ojos, quería llorar y salir corriendo, solo eso y nada más, hacer como si este momento no hubiera pasado, retroceder en el tiempo, deshice como pude el nudo de mi garganta, para después volverlo a formar (''Genial, eres un cobarde, no tienes huevos a decírselo''), como si de un reflejo se tratase me levanté, respiré hondo, me armé de valor y lo dije:
-Te...te...te quiero-noté como me puse rojo, el corazón me fue a mil por hora y el terror invadió mi cuerpo, no sabía lo que hacer, solo rectificar la frase anterior-Te quiero contar una cosa....
(''Muy bien, ahora solo has quedado como un completo gilipollas...otra vez'')-dios, esto no podía ser verdad, tenía que decírselo, pero me costaba horrores hacerlo, y, por si fuera poco, ahora tenía que buscar algo para terminar de ordenar mi ''original'' manera de cambiar el sentido de las frases.
-Bueno, pues eso, que te quiero preguntar una cosa, ¿a ti te pasa algo,quiero decir...estas serio, más que las otras veces, y tus gestos son un poco raros...-bien Allan, ahora, además de restregarle por la cara lo raro que esta ni te das cuenta de lo gilipollas que has vuelto a ser.
Volví hacía donde se encontraba la mesa, le propiné un ligero puñetazo, haciendo que un diminuto trozo de madera se desprendiera de ella a la vez que me hacía un corte, del que salía no mucha sangre, el dolor físico daba igual, solo importaba en este momento el psicológico, era el que más daño hacía.
Me dirigí con paso decidido a donde se encontraba Alatz, me agaché y me puse a su altura, justo enfrente de el,a muy pocos centímetro de el....
-Perdón por mis reacciones, es solo que..bueno, da igual-miré al suelo y luego le dirigí a Alatz una sonrisa, como para intentar enmendar mis errores...
Allan Hayes- Mensajes : 605
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
El silencio se extendió inundando la habitación. Creció desde cada uno de nosotros y se unió para crear una invisible e intraspasable neblina, a través de la cual se podía ver, oír o sentir, pero que, sin embargo, separaba esos dos sentimientos tan parejos y cargados de miedo. No era esa neblina, si no la cobardía, lo que me impedía ver más allá, levantarme, colocarme frente a él, posar mi palma en su mejilla y mirar fijamente sus ojos, uniendo nuestras frentes como único contacto. Pero me provocaba pavor el solo hecho de pensar que mi atrevimiento pudiera separarnos, hacer que él huyera de ahí, que huyera de mí y no pudiera jamás compartir algún momento como aquel. Por mucho daño que a veces pudiera sentir, sería peor el vacío que dejara en mi interior con su marcha.
De pronto algo rompió toda esa pasividad. Se levantó, cogió aire y, con un evidente esfuerzo moral, se lanzó a pronunciar esas palabras. Mis ojos estaban clavados en él, incrédulos, cuando dejó escapar ese trastabillante "Te quiero". En un primer momento no me lo creí, mis párpados se abrieron de manera desmesurada, sin pronunciar palabra, pero justo en el momento en el que me disponía a aspirar aire para contestar, continuó hablando. La inhalación se me atragantó. No podía ser verdad., tenía que estar jugando conmigo, no podía estar haciéndome todo eso sin querer. Mis manos se cerraron en puños por la rabia, intentando contenerme, al tiempo que mis ojos se cerraron intentando contener el llanto. Lo logré, pero mis pupilas habían quedado húmedas.
- Sí, me ha pasado... - respondí en un hilo de voz sin pensar en mis palabras, con un nudo en la garganta que me impedía alcanzar un tono más alto
El sordo golpe que produjo sobre la mesa me sobresaltó, con la mirada perdida en las tablas del suelo como estaba. Le vi dirigirse hacia mí de nuevo. Mi mente estaba empañada, como si estuviera viviendo un mal sueño. No quería que todo eso estuviera pasando. Se acercó mucho, tanto que podía mirar ese color azulado que formaba su iris, tanto que podía distinguir los puntos donde la barba comenzaba a hacer presencia por la falta de afeitado, tanto que, incluso, su aliento golpeó mi cara al volver a hablar. Se disculpó. Demasiadas emociones. Me confundía. ¿Qué quería de mí? ¿Qué estaba haciendo? No lo podía aguantar más.
Me levanté, casi en un acto reflejo, apartándome de él, de su presencia. Si me quedaba con él, o terminaba cometiendo una estupidez, o sus actos contradictorios terminarían haciéndome más daño. No podía quedarme allí; no con él; no así. "Lo siento" dije casi en un susurro, todo lo que mi voz dio de sí, para después dirigirme a grandes pasos a la salida, a aquel bosque caduco, sintiendo que mi corazón ya no latía, si no que se quejaba de ese desconcierto. Dos lágrimas corrieron por mis mejillas en el momento que la luz golpeó mis pupilas. ¿Qué iba a hacer ahora? No lo sabía. No podía pensar, solo me puse a andar unos cuantos metros más hasta que, entre los árboles, el sollozo se descontroló y empecé a llorar, perdiendo fuerza en mis piernas y dejando caer mi espalda contra el tronco de un árbol. Me deslicé hasta el suelo, donde escondí mi rostro entre mis manos.
No pensaba; solo sentía. Sentía dolor, rabia, desconsuelo, confusión y, quizás, a lo lejos, una pizca de esperanza. No sabía qué hacer.
De pronto algo rompió toda esa pasividad. Se levantó, cogió aire y, con un evidente esfuerzo moral, se lanzó a pronunciar esas palabras. Mis ojos estaban clavados en él, incrédulos, cuando dejó escapar ese trastabillante "Te quiero". En un primer momento no me lo creí, mis párpados se abrieron de manera desmesurada, sin pronunciar palabra, pero justo en el momento en el que me disponía a aspirar aire para contestar, continuó hablando. La inhalación se me atragantó. No podía ser verdad., tenía que estar jugando conmigo, no podía estar haciéndome todo eso sin querer. Mis manos se cerraron en puños por la rabia, intentando contenerme, al tiempo que mis ojos se cerraron intentando contener el llanto. Lo logré, pero mis pupilas habían quedado húmedas.
- Sí, me ha pasado... - respondí en un hilo de voz sin pensar en mis palabras, con un nudo en la garganta que me impedía alcanzar un tono más alto
El sordo golpe que produjo sobre la mesa me sobresaltó, con la mirada perdida en las tablas del suelo como estaba. Le vi dirigirse hacia mí de nuevo. Mi mente estaba empañada, como si estuviera viviendo un mal sueño. No quería que todo eso estuviera pasando. Se acercó mucho, tanto que podía mirar ese color azulado que formaba su iris, tanto que podía distinguir los puntos donde la barba comenzaba a hacer presencia por la falta de afeitado, tanto que, incluso, su aliento golpeó mi cara al volver a hablar. Se disculpó. Demasiadas emociones. Me confundía. ¿Qué quería de mí? ¿Qué estaba haciendo? No lo podía aguantar más.
Me levanté, casi en un acto reflejo, apartándome de él, de su presencia. Si me quedaba con él, o terminaba cometiendo una estupidez, o sus actos contradictorios terminarían haciéndome más daño. No podía quedarme allí; no con él; no así. "Lo siento" dije casi en un susurro, todo lo que mi voz dio de sí, para después dirigirme a grandes pasos a la salida, a aquel bosque caduco, sintiendo que mi corazón ya no latía, si no que se quejaba de ese desconcierto. Dos lágrimas corrieron por mis mejillas en el momento que la luz golpeó mis pupilas. ¿Qué iba a hacer ahora? No lo sabía. No podía pensar, solo me puse a andar unos cuantos metros más hasta que, entre los árboles, el sollozo se descontroló y empecé a llorar, perdiendo fuerza en mis piernas y dejando caer mi espalda contra el tronco de un árbol. Me deslicé hasta el suelo, donde escondí mi rostro entre mis manos.
No pensaba; solo sentía. Sentía dolor, rabia, desconsuelo, confusión y, quizás, a lo lejos, una pizca de esperanza. No sabía qué hacer.
Alatz Seb. de Herrera- Mensajes : 1313
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Definitivamente la había cagado, lo supe en cuanto se alejo de mi y rechazó la muestra de cariño que le había ofrecido a modo de disculpa, tan pronto como el se alejó me sentí más solo que nunca, un frío intenso me recorrió el cuerpo y me quedé de rodillas mirando fijamente al suelo.
Noté como Alatz pasaba detrás mía, bastante rápido queriendo huir....el me quería, y yo a el, pero las dudas hicieron que todo se fuera a la mierda, mi existencia ya prácticamente no valía, todo lo bueno que me había pasado hoy para acabar en....¿esto?, en esta mierda de día, venga va...ojalá apareciera un Ferhal ahora mismo y me matara, creo que en este momento no opondría resistencia, ya todo daba igual, el se había ido y yo estaba aquí, de rodillas notando como las lágrimas me resbalaban por las mejillas y haciendo que por cada segundo que pasase me sintiera más y más imbécil, todo podría haberse convertido en un bonito día, si solo le hubiera expuesto mis sentimientos y nada más ahora estaríamos felices, juntos y solo me importaría el, pero no, había metido la pata hasta el fondo y ya nada lo podía remediar....o si, solo tenía que hacer una cosa.
(''no voy a ser un cobarde, ya no más seré yo mismo y punto..'')
Me levanté, apreté los puños y salí de la torre lo más rápido que pude, miré a un lado, miré al otro....Alatz no estaba...¿y si no lo volvía a ver?, un montón de lágrimas cayeron por mis mejillas mientras la lluvia no contribuía precisamente a secarme, lo había perdido para siempre....o eso creía hasta que unas pisadas en la tierra mojada me indicaron que no era así, las seguí lo más rápido que pude, la mayor parte del camino era en línea recta, luego, ya no me hizo falta seguirlas, un sollozo hizo que supiera donde se encontraba, y también hizo que los míos aumentaran.
Aparté un poco de la maleza y le vi, apoyado en el suelo, llorando y dejando que la lluvia hiciera lo que quisiera con el, como hice hace unos minutos me puse en frente de el.
-Alatz yo....sabes que lo siento, no quería que te pusieras así, tu eres muy importante, siento haberte hecho daño, sabes que desde el principio esa no era mi intención...-le miré cariñosamente, aunque estuviera mojado y con los ojos rojos de llorar a mi me parecía la persona más tierna y atractiva del mundo, me acerqué un poco, noté su respiración entrecortada, estaba nervioso, tanto como yo...le di un beso en la mejilla y le susurre al oído:
-¿Me perdonas?-le acaricie con su húmedo pelo y me puse a pocos centímetros de el.
Ahora, todo dependía de el, de su reacción.
Noté como Alatz pasaba detrás mía, bastante rápido queriendo huir....el me quería, y yo a el, pero las dudas hicieron que todo se fuera a la mierda, mi existencia ya prácticamente no valía, todo lo bueno que me había pasado hoy para acabar en....¿esto?, en esta mierda de día, venga va...ojalá apareciera un Ferhal ahora mismo y me matara, creo que en este momento no opondría resistencia, ya todo daba igual, el se había ido y yo estaba aquí, de rodillas notando como las lágrimas me resbalaban por las mejillas y haciendo que por cada segundo que pasase me sintiera más y más imbécil, todo podría haberse convertido en un bonito día, si solo le hubiera expuesto mis sentimientos y nada más ahora estaríamos felices, juntos y solo me importaría el, pero no, había metido la pata hasta el fondo y ya nada lo podía remediar....o si, solo tenía que hacer una cosa.
(''no voy a ser un cobarde, ya no más seré yo mismo y punto..'')
Me levanté, apreté los puños y salí de la torre lo más rápido que pude, miré a un lado, miré al otro....Alatz no estaba...¿y si no lo volvía a ver?, un montón de lágrimas cayeron por mis mejillas mientras la lluvia no contribuía precisamente a secarme, lo había perdido para siempre....o eso creía hasta que unas pisadas en la tierra mojada me indicaron que no era así, las seguí lo más rápido que pude, la mayor parte del camino era en línea recta, luego, ya no me hizo falta seguirlas, un sollozo hizo que supiera donde se encontraba, y también hizo que los míos aumentaran.
Aparté un poco de la maleza y le vi, apoyado en el suelo, llorando y dejando que la lluvia hiciera lo que quisiera con el, como hice hace unos minutos me puse en frente de el.
-Alatz yo....sabes que lo siento, no quería que te pusieras así, tu eres muy importante, siento haberte hecho daño, sabes que desde el principio esa no era mi intención...-le miré cariñosamente, aunque estuviera mojado y con los ojos rojos de llorar a mi me parecía la persona más tierna y atractiva del mundo, me acerqué un poco, noté su respiración entrecortada, estaba nervioso, tanto como yo...le di un beso en la mejilla y le susurre al oído:
-¿Me perdonas?-le acaricie con su húmedo pelo y me puse a pocos centímetros de el.
Ahora, todo dependía de el, de su reacción.
Allan Hayes- Mensajes : 605
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
La lluvia se filtraba entre las ramas y las hojas amarillenta del árbol que parecía sujetarme y evitar que terminara completamente en el suelo. Sabía que mi pelo estaba húmedo, lo sabía por las gotas que corrían por mi cara hasta mezclarse con las lágrimas y desprenderse de mí para avalanzarse hacia el barro. Apenas podía pensar con claridad, la mayoría de lo que decía, ya no sabía si pronunciándolo o solo en mi interior, se limitaba a cortas frases o frases cortadas: "¿Por qué? ¿Qué? ¿Qué ha...?" pero sin embargo era una sola la palabra que se mantenía presente, como sustrato, detrás, pero no por ello menos importante. Una palabra que sonaba como una dulce y amarga melodía. Solo una. "Allan..." mis labios al final articularon esas dos sílabas que se habían convertido en una buena razón para vivir pero que también habían terminado dejándome en aquella situación.
En mi ensismiamiento, en aquel encerramiento sobre mí mismo, no logré escuchar esos pasos que se acercaban hasta mi posición. O quizás si que logré oírlos, pero no pude llegar a prestarles atención. ¿Quién podría ser? ¿Una persona? ¿Una de aquellas bestias? Ni lo sabía ni me importaba. Sabía que podía haber cosas peores que la que me estaba sucediendo, pero, sinceramente, yo no lo sentía así. No podía quitarme de encima ese mal sabor de boca; no podía calmarme y dejar de sollozar, parar aquel llanto; no en ese momento; ni por mi mismo. Pero, de pronto noté una presencia frente a mí, una cálida figura que comenzó a hablarme.
Levanté la mirada. Mis oídos no me habían engañado; era él. Se volvió a disculpar, pero de una manera diferente. Aquella leve llama de esperanza comenzó a cobrar fuerza en mi interior, al tiempo que el sollozo empezaba a remitir. Creí adivinar entre sus ojos el rastro de lágrimas. ¿Había llorado? No sabía ni que sentir ante eso. Seguía desconcertado. Desconcertado, sí, pero esperanzado.
De pronto noté en mi mejilla una delicada caricia, húmeda, pero caliente. Un instante, ese instante. El instante en el que todo paró de momento. El instante en el que sus labios rozaron mi piel. Mi respiración se ahogó en una seca aspiración, al tiempo que mis párpados volvían a abrirse de nuevo. El contacto terminó, pero yo no me moví, sintiendo por un momento aquel candente aliento golpeándome suavemente. De pronto, antes de que pudiera reaccionar, le escuché de nuevo, escuché de nuevo su voz, baja y leve, delicada y prudente, susurrar junto a mi oreja pidiendo perdón.
En ese instante volví a respirar. Pasé aún dos segundos sin poder reaccionar, con mi labio intentándose despertar de la conmoción, curvándose levemente hasta que, al fin, pude moverme. Volví a levantar mis pupilas hacia a él y le miré, con la ilusión de que mis suposiciones no fuesen erróneas, buscando en sus ojos la promesa de que no me estuviera engañando. Sin pronunciar aún palabra, me lancé hacia delante y le rodeé con mis brazos, haciendo que su pecho y el mío se entrechocaran, colocando mi cabeza al lado de la suya; sintiéndole cada vez más. Luego me separé, sin dejar que mis brazos se movieran más que unos centímetros. Le miré a los ojos, en ese momento parecía que no existía nada más que esos dos iris y los dos pozos negros que encerraban, esos dos pozos desde donde parecía provenir toda esa fuerza que me estaba llenando por momentos. Estaba listo.
- Te quiero - confesé con una voz aún algo débil por mi anterior falta de habla -. Te quiero - repetí como para confirmar mis palabras, aunque no pareciese ser yo quien hacía salir esa declaración de mi interior. Esperé su reacción. Esperaba su confirmación.
En mi ensismiamiento, en aquel encerramiento sobre mí mismo, no logré escuchar esos pasos que se acercaban hasta mi posición. O quizás si que logré oírlos, pero no pude llegar a prestarles atención. ¿Quién podría ser? ¿Una persona? ¿Una de aquellas bestias? Ni lo sabía ni me importaba. Sabía que podía haber cosas peores que la que me estaba sucediendo, pero, sinceramente, yo no lo sentía así. No podía quitarme de encima ese mal sabor de boca; no podía calmarme y dejar de sollozar, parar aquel llanto; no en ese momento; ni por mi mismo. Pero, de pronto noté una presencia frente a mí, una cálida figura que comenzó a hablarme.
Levanté la mirada. Mis oídos no me habían engañado; era él. Se volvió a disculpar, pero de una manera diferente. Aquella leve llama de esperanza comenzó a cobrar fuerza en mi interior, al tiempo que el sollozo empezaba a remitir. Creí adivinar entre sus ojos el rastro de lágrimas. ¿Había llorado? No sabía ni que sentir ante eso. Seguía desconcertado. Desconcertado, sí, pero esperanzado.
De pronto noté en mi mejilla una delicada caricia, húmeda, pero caliente. Un instante, ese instante. El instante en el que todo paró de momento. El instante en el que sus labios rozaron mi piel. Mi respiración se ahogó en una seca aspiración, al tiempo que mis párpados volvían a abrirse de nuevo. El contacto terminó, pero yo no me moví, sintiendo por un momento aquel candente aliento golpeándome suavemente. De pronto, antes de que pudiera reaccionar, le escuché de nuevo, escuché de nuevo su voz, baja y leve, delicada y prudente, susurrar junto a mi oreja pidiendo perdón.
En ese instante volví a respirar. Pasé aún dos segundos sin poder reaccionar, con mi labio intentándose despertar de la conmoción, curvándose levemente hasta que, al fin, pude moverme. Volví a levantar mis pupilas hacia a él y le miré, con la ilusión de que mis suposiciones no fuesen erróneas, buscando en sus ojos la promesa de que no me estuviera engañando. Sin pronunciar aún palabra, me lancé hacia delante y le rodeé con mis brazos, haciendo que su pecho y el mío se entrechocaran, colocando mi cabeza al lado de la suya; sintiéndole cada vez más. Luego me separé, sin dejar que mis brazos se movieran más que unos centímetros. Le miré a los ojos, en ese momento parecía que no existía nada más que esos dos iris y los dos pozos negros que encerraban, esos dos pozos desde donde parecía provenir toda esa fuerza que me estaba llenando por momentos. Estaba listo.
- Te quiero - confesé con una voz aún algo débil por mi anterior falta de habla -. Te quiero - repetí como para confirmar mis palabras, aunque no pareciese ser yo quien hacía salir esa declaración de mi interior. Esperé su reacción. Esperaba su confirmación.
Alatz Seb. de Herrera- Mensajes : 1313
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Por fin ocurrió, después de disculparme del modo más sincero y cariñoso que sabía, ocurrió, lentamente me miró, esos ojos....sencillamente me cautivaron, luego se acercó a mi...no me lo podía creer, estaba ocurriendo de verdad, no era un sueño, todo era real, y no podía ser más feliz en estos momentos.
Se aferró fuertemente a mi cuerpo, haciendo que este y su cuerpo fueran uno, yo también lo abracé fuerte, lo más que pude, pero sin llegar a hacerle daño, también puso su cabeza en la mia, el momento era mágico, hasta que se separó de mi lentamente y me miró.
Un ''Te quiero'' rompió el silencio que reinaba en ese bosque, que por cada momento parecía más acogedor, luego otro ''te quiero'' hizo que la atmósfera que nos habíamos creado aumentara, el me quería y yo a el.
Me acerqué lentamente a su cara, lo miré y le di un beso en la comisura de sus labios.
-Yo más, y lo sabes-dije mientras le acariciaba la cara y sonreía.
Después de ese beso no había terminado, no, iba a hacer lo que más deseaba en ese momento, le volví a mirar y con un rápido movimiento hice que mi boca se juntara con la suya, le acaricie la nuca.
-Gracias por este momento...de verdad-unas lágrimas cayeron por mis ojos, me las quité enseguida, pero el agua que nos cubría contribuyo a hacerlas mezclarse entre todo mi cuerpo, aún así Alatz me vio......me daba igual.
Me dí cuenta del tiempo, estaba lloviendo mucho, cada vez más y no iba a ser bueno quedarnos aquí, además ¿como nos íbamos a secar?, va, luego pensaría algo, de momento tenía que disfrutar el momento al máximo, y eso es lo que iba a hacer....
Le agarré suavemente de los hombros y le puse en pie, luego lo apoyé contra el árbol, dejando su cuerpo acorralado, entre el árbol y mi cuerpo, una mirada lo dijo todo, como en las anteriores veces, me acerqué mas a el y le besé con todas mis fuerzas, como si fuera un beso eterno.
-¿Desde cuando te empecé a gustar?, es más, ni sabía que te gustaran también los hombres...
Bueno, supongo que el amor solamente aparecía, el no entendía de sexo o aspecto, sencillamente aparecía y punto..y quizás a el le había pasado, como a mi.
Se aferró fuertemente a mi cuerpo, haciendo que este y su cuerpo fueran uno, yo también lo abracé fuerte, lo más que pude, pero sin llegar a hacerle daño, también puso su cabeza en la mia, el momento era mágico, hasta que se separó de mi lentamente y me miró.
Un ''Te quiero'' rompió el silencio que reinaba en ese bosque, que por cada momento parecía más acogedor, luego otro ''te quiero'' hizo que la atmósfera que nos habíamos creado aumentara, el me quería y yo a el.
Me acerqué lentamente a su cara, lo miré y le di un beso en la comisura de sus labios.
-Yo más, y lo sabes-dije mientras le acariciaba la cara y sonreía.
Después de ese beso no había terminado, no, iba a hacer lo que más deseaba en ese momento, le volví a mirar y con un rápido movimiento hice que mi boca se juntara con la suya, le acaricie la nuca.
-Gracias por este momento...de verdad-unas lágrimas cayeron por mis ojos, me las quité enseguida, pero el agua que nos cubría contribuyo a hacerlas mezclarse entre todo mi cuerpo, aún así Alatz me vio......me daba igual.
Me dí cuenta del tiempo, estaba lloviendo mucho, cada vez más y no iba a ser bueno quedarnos aquí, además ¿como nos íbamos a secar?, va, luego pensaría algo, de momento tenía que disfrutar el momento al máximo, y eso es lo que iba a hacer....
Le agarré suavemente de los hombros y le puse en pie, luego lo apoyé contra el árbol, dejando su cuerpo acorralado, entre el árbol y mi cuerpo, una mirada lo dijo todo, como en las anteriores veces, me acerqué mas a el y le besé con todas mis fuerzas, como si fuera un beso eterno.
-¿Desde cuando te empecé a gustar?, es más, ni sabía que te gustaran también los hombres...
Bueno, supongo que el amor solamente aparecía, el no entendía de sexo o aspecto, sencillamente aparecía y punto..y quizás a el le había pasado, como a mi.
Allan Hayes- Mensajes : 605
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Se volvió a acercar; lentamente. Noté como mi respiración se iba haciendo más y más leve, casi costándome respirar, aunque apenas lo prestaba atención, al tiempo que mi corazón se volvía a acelerar por enésima vez. El nerviosismo me dominaba, pero, a pesar de toda esa inquietud, el deseo de sentir de nuevo esos labios que se comenzaban a aproximar a mí era más fuerte. El resultado fue una pequeña caricia allá donde mis labios terminaran, la cual hizo que un escalofrío recorriese mi espalda y que tuviera que llenar mis pulmones de aire. Toda duda que pudiera tener en cuanto a él, en cuanto a mí, en cuanto a nosotros, se desvaneció con sus palabras.
¿Qué era él? No era un simple compañero, era mi compañero, el compañero que en esos momentos sentía que quería tener a mi lado. Si hace unos instantes su presencia había sido tan turbadora que había tenido que huir de ella, ahora, de pronto, la sentí como una necesidad. No quería separame de él, era como si mis brazos se hubieran quedado voluntariamente enganchados a su cuerpo, como si su calor llegara a completar aquella parte tan vacía en mí. En esos instantes me sentí lleno, tanto que, de no ser porque su mirada me ataba allí con él, casi podría haber jurado que habría comenzado a levitar hacia el cielo. Aunque no podía asegurar que el cielo no estuviera tan lejos de nosotros.
Su mano rozó mi cara, húmedas ambas pieles, pero no por eso su contacto dejaba de ser menos especial, no por eso sentía menos. Sus ojos clavados en los míos, su tacto tocando el mío, mi cuerpo pegado al suyo... todo era perfecto, tan perfecto que, aunque quisiera, no hubiera podido escapar. Pero eso no era nada comparado con lo que aún me esperaba.
Por fin llegó lo que tanto ansiaba: sus labios al fin se juntaron a los míos. La reacción en mí fue devastadora. Fue como si, de repente, estuviera y, a la vez, no estuviera dentro de mi cuerpo, como si todo lo de alrededor desapareciera, como si viese y no viese a la vez, como si no pudiera controlar mi cuerpo, pero, al mismo tiempo, sentir todo lo que mi cuerpo experimentaba, todo lo que él hacía a mi cuerpo sentir. No tuve ni tengo palabras para describir exactamente lo que viví en esos momentos. Ya ni sentía el corazón, que tanto había marcado los instantes anteriores, juraría que había dejado de respirar y que la luz a nuestro alrededor se había trastocado para centrarse solo en él, solo en su rostro, solo en esas oscuras pupilas y ese claro aro que las rodeaba, el único lugar al que mi mirada podía prestar atención. Luego, ese pequeño instante acabó.
Quería más, quería volver a besarle, pero sus palabras volvieron a cobrarse la poca voluntad que me quedaba. Me agradeció todo eso y soltó unas lágrimas. ¿Me lo estaba agradeciendo? No podía creer que estuviera diciendo eso. ¿Agradecido él? No sabía cómo estaba yo, saliendo de esa confusión, de esas emociones confrontadas, pero que, sin embargo, habían terminado por crear la atmósfera adecuada. Noté cómo mis ojos volvían a entumecerse a punto de imitar a los suyos y, justo cuando iba a contestar, me cogió por los hombros, obligándome a levantar. No opuse resistencia, aunque tampoco hube podido hacerlo. Mi espalda se pegó contra el rugoso tronco del árbol, pero mi interés no se centró en ello. Sus brazos se apoyaron rodeándome, uno a cada lado de mí. Estaba encerrado y eso creó ansiedad en mí, sabía lo que iba a pasar y no lo quería evitar, pero me encontraba nervioso. Su cuerpo estaba pegado por completo a mí y su boca volvió a juntarse a la mía. No podía más. No sabía qué iba a ser lo siguiente que me tenía preparado el destino, pero dudaba que pudiera mejorar el cómo me sentía en esos instantes.
Sonreí. Sonreí sinceramente, sin poder siquiera evitarlo. La felicidad me inundaba, mi inspirar y expirar era raudo y entrecortado, con un sonido quizás demasiado alto. Le miré a los ojos, no quería perderme ni un instante de sus miradas, quería beber de ellos todo lo que pudiera; y mi sed parecía implacable.
- No lo sé - le respondí sin poder retirar aquella mueca de mi cara -. Creo que comencé a darme cuenta el día que me salvaste de... bueno ya sabes - sonreí con una leve risotada, fruto, no sabía, si de nervios o de alegría -. Te quiero - no pude evitar repetir. Necesitaba decirlo, necesitaba expulsar toda esa sensación que se acumulaba en el pecho, como si, en el caso de aguantarla, fuera a explotar -. ¿Y tú? ¿Cuándo?
No le dejé siquiera terminar. Necesitaba volver a sentirle. Alcé mi brazo izquierdo en busca de su cabeza, de su nuca, y le presioné suavemente hacia a mí, al tiempo que yo me acercaba hacia él. Volví a hacer que sus labios y los míos fueran uno, abriéndoles y cerrándoles una y otra vez. Lentamente, de forma tímida y tanteando el terreno, deslicé mi lengua hacia afuera, en busca de la suya. Rocé sin querer sus dientes, pero eso no era lo que estaba buscando. Mis dedos se enredaron en su pelo, mientras que mi otra mano se posó sobre su espalda, recorriéndola de arriba abajo, acariciándola con una leve presión. Por fin, en mi lenta, pero interminable exploración de su boca, logré rozar su lengua. Ahora era decisión suya si me aceptaba o no.
¿Qué era él? No era un simple compañero, era mi compañero, el compañero que en esos momentos sentía que quería tener a mi lado. Si hace unos instantes su presencia había sido tan turbadora que había tenido que huir de ella, ahora, de pronto, la sentí como una necesidad. No quería separame de él, era como si mis brazos se hubieran quedado voluntariamente enganchados a su cuerpo, como si su calor llegara a completar aquella parte tan vacía en mí. En esos instantes me sentí lleno, tanto que, de no ser porque su mirada me ataba allí con él, casi podría haber jurado que habría comenzado a levitar hacia el cielo. Aunque no podía asegurar que el cielo no estuviera tan lejos de nosotros.
Su mano rozó mi cara, húmedas ambas pieles, pero no por eso su contacto dejaba de ser menos especial, no por eso sentía menos. Sus ojos clavados en los míos, su tacto tocando el mío, mi cuerpo pegado al suyo... todo era perfecto, tan perfecto que, aunque quisiera, no hubiera podido escapar. Pero eso no era nada comparado con lo que aún me esperaba.
Por fin llegó lo que tanto ansiaba: sus labios al fin se juntaron a los míos. La reacción en mí fue devastadora. Fue como si, de repente, estuviera y, a la vez, no estuviera dentro de mi cuerpo, como si todo lo de alrededor desapareciera, como si viese y no viese a la vez, como si no pudiera controlar mi cuerpo, pero, al mismo tiempo, sentir todo lo que mi cuerpo experimentaba, todo lo que él hacía a mi cuerpo sentir. No tuve ni tengo palabras para describir exactamente lo que viví en esos momentos. Ya ni sentía el corazón, que tanto había marcado los instantes anteriores, juraría que había dejado de respirar y que la luz a nuestro alrededor se había trastocado para centrarse solo en él, solo en su rostro, solo en esas oscuras pupilas y ese claro aro que las rodeaba, el único lugar al que mi mirada podía prestar atención. Luego, ese pequeño instante acabó.
Quería más, quería volver a besarle, pero sus palabras volvieron a cobrarse la poca voluntad que me quedaba. Me agradeció todo eso y soltó unas lágrimas. ¿Me lo estaba agradeciendo? No podía creer que estuviera diciendo eso. ¿Agradecido él? No sabía cómo estaba yo, saliendo de esa confusión, de esas emociones confrontadas, pero que, sin embargo, habían terminado por crear la atmósfera adecuada. Noté cómo mis ojos volvían a entumecerse a punto de imitar a los suyos y, justo cuando iba a contestar, me cogió por los hombros, obligándome a levantar. No opuse resistencia, aunque tampoco hube podido hacerlo. Mi espalda se pegó contra el rugoso tronco del árbol, pero mi interés no se centró en ello. Sus brazos se apoyaron rodeándome, uno a cada lado de mí. Estaba encerrado y eso creó ansiedad en mí, sabía lo que iba a pasar y no lo quería evitar, pero me encontraba nervioso. Su cuerpo estaba pegado por completo a mí y su boca volvió a juntarse a la mía. No podía más. No sabía qué iba a ser lo siguiente que me tenía preparado el destino, pero dudaba que pudiera mejorar el cómo me sentía en esos instantes.
Sonreí. Sonreí sinceramente, sin poder siquiera evitarlo. La felicidad me inundaba, mi inspirar y expirar era raudo y entrecortado, con un sonido quizás demasiado alto. Le miré a los ojos, no quería perderme ni un instante de sus miradas, quería beber de ellos todo lo que pudiera; y mi sed parecía implacable.
- No lo sé - le respondí sin poder retirar aquella mueca de mi cara -. Creo que comencé a darme cuenta el día que me salvaste de... bueno ya sabes - sonreí con una leve risotada, fruto, no sabía, si de nervios o de alegría -. Te quiero - no pude evitar repetir. Necesitaba decirlo, necesitaba expulsar toda esa sensación que se acumulaba en el pecho, como si, en el caso de aguantarla, fuera a explotar -. ¿Y tú? ¿Cuándo?
No le dejé siquiera terminar. Necesitaba volver a sentirle. Alcé mi brazo izquierdo en busca de su cabeza, de su nuca, y le presioné suavemente hacia a mí, al tiempo que yo me acercaba hacia él. Volví a hacer que sus labios y los míos fueran uno, abriéndoles y cerrándoles una y otra vez. Lentamente, de forma tímida y tanteando el terreno, deslicé mi lengua hacia afuera, en busca de la suya. Rocé sin querer sus dientes, pero eso no era lo que estaba buscando. Mis dedos se enredaron en su pelo, mientras que mi otra mano se posó sobre su espalda, recorriéndola de arriba abajo, acariciándola con una leve presión. Por fin, en mi lenta, pero interminable exploración de su boca, logré rozar su lengua. Ahora era decisión suya si me aceptaba o no.
Alatz Seb. de Herrera- Mensajes : 1313
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Feliz e inolvidable, esa era la palabra que mejor podía definir este momento, para mi era único, el tiempo se había parado, ya no había miedo, ni soledad, ni amargura, ni preocupaciones...tan solo estábamos Alatz y yo, como si fuéramos uno.
El no se opuso para nada a todos mis movimientos que hicieron que, como si fuera una marioneta, hiciera lo que yo quisiera, al parecer, en ese instante, yo tenía el control, y eso me gustaba, mucho..
Cuando el respondió a mis preguntas yo quise responder a las suyas, pero no me dio tiempo, me miro con ojos dominantes, pero a la vez cariñosos, lo que casi me obliga a apartar la mirada, era como yo le había hecho antes a el, y de repente, con toda la delicadeza del mundo me volvió a besar, al parecer se había quedado con ganas de más, al igual que yo.
Con su brazo izquierdo me agarró la nuca como yo hice antes con el, mientras que con su otro brazo cogió mi cintura, cosa que hizo que me juntara aún más con el, si antes era yo el que llevaba el mando ahora era el el que quería dominarme..
(''¿quieres jugar?, juguemos pues'')-pensé para mis adentros, me habría gustado decirlo, pero eso implicaba separar su boca de la mía y no estaba por la labor.
Sus labios se apretaron contra los míos, lentamente los fui abriendo, poco a poco, mientras notaba como su lengua salia de su boca para ir a para a la mía, le imité y dejé que nuestras lenguas jugaran unos minutos.
De tanto moverla me dolía la lengua, tenía que parar, aunque no romper el momento.
Me separé lentamente de el y apoyé mi frente sobre su frente, le miré con cara de niño bueno, aunque la sonrisa fuera un poco más ''salvaje''
-Ahora que por fin puedo hablar, más o menos, te responderé a las preguntas de antes-le miré insinuante,aunque un poco avergonzado de lo que iba a decir-Sabes?, tu me empezaste a gustar más o menos desde ese momento, si te soy sincero, al principio, el día en que nos encontramos los 3 en la buhardilla, me caíste un poco mal, para mí parecías uno de esos niños ricos y prepotentes-le acaricié la cara y le besé-Pero me has demostrado que las apariencias engañan, y con creces, así que te pido perdón por todo
Reflexioné un poco sobre lo que acababa de decir, no había quedado mal, entre otras cosas porque, le estaba poniendo mis sentimientos en bandeja.
-Y hasta hoy mismo no me habían gustado los hombres, lo veía raro, aunque ahora, es lo más normal del mundo, y me alegro que me hayas hecho ver las cosas así, has hecho que hoy sea un día especial en mi vida, no se si moriré esta noche, mañana o pasado, pero ya me puedom morir tranquilo, por fin he encontrado lo que siempre llevo buscando, amigos y ya los he encontrado-rodeé su cintura con mis brazos-Aunque tu seas mas que eso, claro
Noté como cada vez la lluvia iba a menos, y como íbamos de mojados los dos, y, en mi caso el barro me cubría las deportivas.
Se me ocurrió una cosa...aunque no tuviera nada que ver con mis pensamientos de antes.
-Te acuerdas de la ''A'' que tengo tatuada, pues ya no va a ser ''A'' de Allan, va a ser ''A'' de Alatz-quizás quedara muy cursi, sobretodo el primer día, pero me pareció muy romántico.
-Y sabes como nos vamos a secar?, dudo que vayamos a encontrar algún sitio donde haga calor-le apreté fuerte contra mi, haciendo que nuestras caras quedaran pegadas, podía entir su respiración, era más uniforme, estaba tranquilo...le besé con todas mis fuerzas, luego continué por el cuello y me paré-¿Te he dicho ya que te quiero?
Estaba eufórico perdido, me empezaba a plantear si la vida aquí iba a ser mejor que en el otro mundo.
(''donde este Alatz, ese será mi sitio'')
El no se opuso para nada a todos mis movimientos que hicieron que, como si fuera una marioneta, hiciera lo que yo quisiera, al parecer, en ese instante, yo tenía el control, y eso me gustaba, mucho..
Cuando el respondió a mis preguntas yo quise responder a las suyas, pero no me dio tiempo, me miro con ojos dominantes, pero a la vez cariñosos, lo que casi me obliga a apartar la mirada, era como yo le había hecho antes a el, y de repente, con toda la delicadeza del mundo me volvió a besar, al parecer se había quedado con ganas de más, al igual que yo.
Con su brazo izquierdo me agarró la nuca como yo hice antes con el, mientras que con su otro brazo cogió mi cintura, cosa que hizo que me juntara aún más con el, si antes era yo el que llevaba el mando ahora era el el que quería dominarme..
(''¿quieres jugar?, juguemos pues'')-pensé para mis adentros, me habría gustado decirlo, pero eso implicaba separar su boca de la mía y no estaba por la labor.
Sus labios se apretaron contra los míos, lentamente los fui abriendo, poco a poco, mientras notaba como su lengua salia de su boca para ir a para a la mía, le imité y dejé que nuestras lenguas jugaran unos minutos.
De tanto moverla me dolía la lengua, tenía que parar, aunque no romper el momento.
Me separé lentamente de el y apoyé mi frente sobre su frente, le miré con cara de niño bueno, aunque la sonrisa fuera un poco más ''salvaje''
-Ahora que por fin puedo hablar, más o menos, te responderé a las preguntas de antes-le miré insinuante,aunque un poco avergonzado de lo que iba a decir-Sabes?, tu me empezaste a gustar más o menos desde ese momento, si te soy sincero, al principio, el día en que nos encontramos los 3 en la buhardilla, me caíste un poco mal, para mí parecías uno de esos niños ricos y prepotentes-le acaricié la cara y le besé-Pero me has demostrado que las apariencias engañan, y con creces, así que te pido perdón por todo
Reflexioné un poco sobre lo que acababa de decir, no había quedado mal, entre otras cosas porque, le estaba poniendo mis sentimientos en bandeja.
-Y hasta hoy mismo no me habían gustado los hombres, lo veía raro, aunque ahora, es lo más normal del mundo, y me alegro que me hayas hecho ver las cosas así, has hecho que hoy sea un día especial en mi vida, no se si moriré esta noche, mañana o pasado, pero ya me puedom morir tranquilo, por fin he encontrado lo que siempre llevo buscando, amigos y ya los he encontrado-rodeé su cintura con mis brazos-Aunque tu seas mas que eso, claro
Noté como cada vez la lluvia iba a menos, y como íbamos de mojados los dos, y, en mi caso el barro me cubría las deportivas.
Se me ocurrió una cosa...aunque no tuviera nada que ver con mis pensamientos de antes.
-Te acuerdas de la ''A'' que tengo tatuada, pues ya no va a ser ''A'' de Allan, va a ser ''A'' de Alatz-quizás quedara muy cursi, sobretodo el primer día, pero me pareció muy romántico.
-Y sabes como nos vamos a secar?, dudo que vayamos a encontrar algún sitio donde haga calor-le apreté fuerte contra mi, haciendo que nuestras caras quedaran pegadas, podía entir su respiración, era más uniforme, estaba tranquilo...le besé con todas mis fuerzas, luego continué por el cuello y me paré-¿Te he dicho ya que te quiero?
Estaba eufórico perdido, me empezaba a plantear si la vida aquí iba a ser mejor que en el otro mundo.
(''donde este Alatz, ese será mi sitio'')
Allan Hayes- Mensajes : 605
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Mi corazón reaccionó en un movimiento mezcla de la emoción y de la ensoñación, como si no llegase a terminar de creer todo lo que estaba pasando, como si lo que sucedía en ese momento superara con creces la poca credibilidad de todo lo vivido en aquella extraña ciudad. Había respondido, permitió que mi lengua y la suya se hicieran una sola. Su tacto húmedo se asemejaba algo al toque de su piel, pero, sin embargo, era muy diferente; quizás mejor, quizás peor, no lograba decidirme, así que sencillamente dejé irse esos pensamientos para centrar toda mi atención sobre él, pues él era el único que la merecía en esos instantes.
Mis sentidos estaban anulados. Parecía que mis oídos dejaban de escuchar lo que sucedía a mi alrededor, aquel olor a mojado del bosque había desaparecido e incluso había dejado de sentir la fría humedad sobre mí. Solo existía él, su calor, sus labios, el roce de su piel o el agitado aliento que rara vez llegaba a distinguir en contra del empuje del mío propio. Necesitaba de él, necesitaba de ese calor, esos labios o esa piel, quería no separarme de él, quería seguir así por siempre y, aunque la desazón arribara a mi corazón por saber que eso no podía ser, la felicidad que me embargaba logró empujarla lejos y arrinconarla en un lugar al cual mi consciencia o mi interés no tuviera acceso.
Después, paró. Quería seguir, pero mi voluntad volvía a estar sujeta a la de él, por lo que únicamente pude abrir los ojos y mirar directamente a los suyos, esas dos lagunas azules de forma perfecta que rodeaban el pozo negro a través del cual llegaba su mirada. Un escalofrío recorrió mi espalda y, por un instante tuve que tragar saliva, que ya no sabía si era mía o suya. Su forma de observarme provocaba demasiadas reacciones en mí: necesidad de estar junto a él, sobrecogimiento por el poder que estaba tomando sobre mí, pero, sin embargo, deseo de que me controlara, al tiempo que yo deseaba dirigirle, y una multitud de otras reacciones que no lograría terminar de enumerar.
Tras apoyar su frente sobre la mía, me dediqué a escuchar sus palabras al tiempo que seguía perdido en la inmensidad de sus pupilas. Me sorprendió que pensara que era un "niño rico y prepotente", yo, que era hijo de dos padres de clase media cuyas familias habían sido obreras desde que emigraran en la posguerra, pero su disculpa conmovió algo más mi ya tambaleante y tembloroso corazón. Notaba las emociones a flor de piel, notaba que estaba cerca de volver a derramar alguna lágrima, aunque esta vez de felicidad, y eso era algo que nunca, en mi joven vida, había sentido. Por contra, el hecho de que hasta ese momento no supiera que le gustaban los hombres, de alguna manera, no llegó a afectarme, quizás porque ya estaba demasiado emocionado. El sentir de aquel órgano martilleante en mi pecho cambió cuando, a su vez, el significado de aquella "A" casi en su nuca variara. Abrí mis labios en una sonrisa que dejaron escapar un leve intento de risa, nada más que un suspiro, pero algo que no llegué a pensar antes de hacer.
Justo iba a contestar a su pregunta, pero esta vez fue él quien interrumpió mi respuesta, atándome fuerte a él, cerca, juntando aún más, si era posible, nuestros rostros, que quedaron en vertical: ojos con ojos, boca con boca. Mi corazón volvió a martillear raudo, algo a lo que ayudó esa muestra de sus sentimientos que yo, irremediablemente, creía con toda mi alma.
- Yo también - le correspondí lenta y suavemente, solo para coger aire de nuevo y contestar su pregunta anterior -. Quizás debiéramos entrar dentro. Quizás haya algo de madera para quemar... - sugerí, aunque el hecho de que el suelo fuera del mismo material suponía un verdadero problema a solucionar. También quedaba la opción de volver a la buhardilla, dado que más era difícil que nos fuéramos a mojar, pero me desagradaba la idea de tenerme que separar de él; quería arrancar para mí, o para nosotros, todo el tiempo que pudiera tener con él.
- Te quiero - dije, casi en un autoreflejo, sin pensar, tan rápido que casi hasta yo mismo me sorprendí, y, dos segundos después, me dispuse a juntar nuestros labios de nuevo. ¿Placer, deseo o mera necesidad? No podía contestar; quizás ambas tres a la vez - ¿Vamos? - pregunté esperando que él estuviera de acuerdo con mi proposición
Mis sentidos estaban anulados. Parecía que mis oídos dejaban de escuchar lo que sucedía a mi alrededor, aquel olor a mojado del bosque había desaparecido e incluso había dejado de sentir la fría humedad sobre mí. Solo existía él, su calor, sus labios, el roce de su piel o el agitado aliento que rara vez llegaba a distinguir en contra del empuje del mío propio. Necesitaba de él, necesitaba de ese calor, esos labios o esa piel, quería no separarme de él, quería seguir así por siempre y, aunque la desazón arribara a mi corazón por saber que eso no podía ser, la felicidad que me embargaba logró empujarla lejos y arrinconarla en un lugar al cual mi consciencia o mi interés no tuviera acceso.
Después, paró. Quería seguir, pero mi voluntad volvía a estar sujeta a la de él, por lo que únicamente pude abrir los ojos y mirar directamente a los suyos, esas dos lagunas azules de forma perfecta que rodeaban el pozo negro a través del cual llegaba su mirada. Un escalofrío recorrió mi espalda y, por un instante tuve que tragar saliva, que ya no sabía si era mía o suya. Su forma de observarme provocaba demasiadas reacciones en mí: necesidad de estar junto a él, sobrecogimiento por el poder que estaba tomando sobre mí, pero, sin embargo, deseo de que me controlara, al tiempo que yo deseaba dirigirle, y una multitud de otras reacciones que no lograría terminar de enumerar.
Tras apoyar su frente sobre la mía, me dediqué a escuchar sus palabras al tiempo que seguía perdido en la inmensidad de sus pupilas. Me sorprendió que pensara que era un "niño rico y prepotente", yo, que era hijo de dos padres de clase media cuyas familias habían sido obreras desde que emigraran en la posguerra, pero su disculpa conmovió algo más mi ya tambaleante y tembloroso corazón. Notaba las emociones a flor de piel, notaba que estaba cerca de volver a derramar alguna lágrima, aunque esta vez de felicidad, y eso era algo que nunca, en mi joven vida, había sentido. Por contra, el hecho de que hasta ese momento no supiera que le gustaban los hombres, de alguna manera, no llegó a afectarme, quizás porque ya estaba demasiado emocionado. El sentir de aquel órgano martilleante en mi pecho cambió cuando, a su vez, el significado de aquella "A" casi en su nuca variara. Abrí mis labios en una sonrisa que dejaron escapar un leve intento de risa, nada más que un suspiro, pero algo que no llegué a pensar antes de hacer.
Justo iba a contestar a su pregunta, pero esta vez fue él quien interrumpió mi respuesta, atándome fuerte a él, cerca, juntando aún más, si era posible, nuestros rostros, que quedaron en vertical: ojos con ojos, boca con boca. Mi corazón volvió a martillear raudo, algo a lo que ayudó esa muestra de sus sentimientos que yo, irremediablemente, creía con toda mi alma.
- Yo también - le correspondí lenta y suavemente, solo para coger aire de nuevo y contestar su pregunta anterior -. Quizás debiéramos entrar dentro. Quizás haya algo de madera para quemar... - sugerí, aunque el hecho de que el suelo fuera del mismo material suponía un verdadero problema a solucionar. También quedaba la opción de volver a la buhardilla, dado que más era difícil que nos fuéramos a mojar, pero me desagradaba la idea de tenerme que separar de él; quería arrancar para mí, o para nosotros, todo el tiempo que pudiera tener con él.
- Te quiero - dije, casi en un autoreflejo, sin pensar, tan rápido que casi hasta yo mismo me sorprendí, y, dos segundos después, me dispuse a juntar nuestros labios de nuevo. ¿Placer, deseo o mera necesidad? No podía contestar; quizás ambas tres a la vez - ¿Vamos? - pregunté esperando que él estuviera de acuerdo con mi proposición
Alatz Seb. de Herrera- Mensajes : 1313
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Después de un rato disfrutando uno del otro Alatz hizo una proposición, ponernos a resguardo del frío y de la lluvia...hasta el momento en que lo dijo no me dí cuenta de que estaba mojado, empezando por las suelas de mis deportivas y acabando por mi pelo, que había quedado alisado por la lluvia, gracias a eso tenía que llevarlo hacía un lado de mi cara cada dos por tres si quería ver todo lo que se encontraba a mi alrededor, y, sobretodo....a el.
(''Alatz'') esa palabra volvió a resonar en mi cabeza.
Solo habían pasado unos días, pero en eso días mi confianza y amor hacía el ascendían a velocidades alarmantes.
Le cogí de la mano y lo llevé de camino al molino; en el barro aun se distinguían sus pisadas y las mías...pensé en el momento de angustia que viví cuando el se alejo poco a poco, pensé que no me volvería a hablar, pensé que me volvería a quedar solo....pensé que todo lo bueno se acababa.
-Sabes?, menos mal que te he dicho lo que sentía, si no mañana mismo me moría jaja!
Cuando entramos dentro del molino bajé a la sala de abajo, el suelo era de piedra, no como en las otras dos, así que cogí la silla rota y la estampé con todas mis fuerzas, la silla respondió al golpe con un sonoro crujido y partiéndose en pedazos.
Junté todos los trozos y me acerqué a Alatz, me abracé a el y, como si de un espía me tratará le cogí el mechero.Le besé y me fui con una sonrisa hacía el montón de madera.
Junté todos los trozos de madera y cogí un poco de hierba seca que había en una esquina.
Rápidamente la improvisada fogata prendió, alumbrando mi cara, en la que se dibujaba una sonrisa.
Cogí la otra silla y la coloqué cerca de la fogata, de tal manera que el calor diera en ella, ahí coloqué mis zapatillas, mis calcetines y mi camiseta.
Hasta que no me giré hacía Alatz no me dí cuenta de la vergüenza que me daba estar con mi torso al aire en frente de el.
Se notaban ligeramente los abdominales, esos que tanto me costó conseguir, y que ahora que los miraba detenidamente no eran para tanto...,rápidamente me giré de cara a la pared y aparente comos i no hubiera hecho nada.
-Solo...solo hay que esperar un poco hasta que la ropa se seque-hice una falsa sonrisa, mi nerviosismo se notaba a kilómetros
(''Alatz'') esa palabra volvió a resonar en mi cabeza.
Solo habían pasado unos días, pero en eso días mi confianza y amor hacía el ascendían a velocidades alarmantes.
Le cogí de la mano y lo llevé de camino al molino; en el barro aun se distinguían sus pisadas y las mías...pensé en el momento de angustia que viví cuando el se alejo poco a poco, pensé que no me volvería a hablar, pensé que me volvería a quedar solo....pensé que todo lo bueno se acababa.
-Sabes?, menos mal que te he dicho lo que sentía, si no mañana mismo me moría jaja!
Cuando entramos dentro del molino bajé a la sala de abajo, el suelo era de piedra, no como en las otras dos, así que cogí la silla rota y la estampé con todas mis fuerzas, la silla respondió al golpe con un sonoro crujido y partiéndose en pedazos.
Junté todos los trozos y me acerqué a Alatz, me abracé a el y, como si de un espía me tratará le cogí el mechero.Le besé y me fui con una sonrisa hacía el montón de madera.
Junté todos los trozos de madera y cogí un poco de hierba seca que había en una esquina.
Rápidamente la improvisada fogata prendió, alumbrando mi cara, en la que se dibujaba una sonrisa.
Cogí la otra silla y la coloqué cerca de la fogata, de tal manera que el calor diera en ella, ahí coloqué mis zapatillas, mis calcetines y mi camiseta.
Hasta que no me giré hacía Alatz no me dí cuenta de la vergüenza que me daba estar con mi torso al aire en frente de el.
Se notaban ligeramente los abdominales, esos que tanto me costó conseguir, y que ahora que los miraba detenidamente no eran para tanto...,rápidamente me giré de cara a la pared y aparente comos i no hubiera hecho nada.
-Solo...solo hay que esperar un poco hasta que la ropa se seque-hice una falsa sonrisa, mi nerviosismo se notaba a kilómetros
Allan Hayes- Mensajes : 605
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Sus dedos se deslizaron lentamente en busca de mi mano, acariciándola y rodeándola para apretarla fuertemente y, de esta forma, poder tirar de ella; poder tirar de mí. Las plantas de mis pies se despegaron del suelo para comenzar a seguirle, no tan trastabillantes como supuse que sería, habiéndome dado cuenta de la sensación general que me envolvía, volátil y etéreo, como si en cualquier momento fuera a elevarme o a desaparecer. De todas formas, el cálido contacto de su piel era suficiente contrapeso para conseguir que mi presencia permaneciera a su lado. No supe si había escuchado las palabras que salieron de su boca mientras deshacíamos el trayecto que me había traído hacia aquel lugar, primero a mí y después a él, ni siquiera supe si había comprendido bien su significado, pero una sonrisa mezcla de la ingenuidad y de la ensoñación que me invadía se instaló durante unos instantes en mis labios, permaneciendo allí hasta comenzar a evaporarse poco a poco, dejando solo un dévil rastro convertido en una disimulada mueca.
Me guió por aquellas mugrientas escaleras que tan poco seguras me habían parecido apenas unos días antes cuando visitara aquel lugar con aquella chica, dato que, en esos precisos instantes, me parecía vanal y lejano, como si el tiempo, en vez de estropear su estructura se hubiera dedicado a restaurar la húmeda madera. Si él bajaba, yo le seguía. En su camino recogió la silla rota, la cual terminó de trocear, apilando los trozos resultantes en una improvisada hoguera. ¿Cómo íbamos a encenderlo? Estaba a punto de razonar la respusta más obvia, la cual se escondía en el bolsillo derecho de mi pantalón, cuando, de pronto, Allan volvió a incorporarse para volverse a dirigir a mí. Mi corazón volvió a acelerar su latir cuando la distancia entre nosotros dos volvió a verse mermada. Sus brazos me rodearon y la presión de su cuerpo sobre el mío me hizo soltar un leve suspiro. Cuando me disponía a girar mi rostro, buscando con mis labios los suyos, de pronto se apartó. En mi estado no me había dado cuenta de cuál eran sus propósitos al acercarse a mí, de los cuales me enteré al vislumbrar el fuego que salía de mi mechero, el cual hacía unos momentos se encontraba pegado a mi pierna, escondido.
La luz me permitió distinguir mejor la estancia. Era más pequeña que la superior, pero seguía siendo circular, con muros de piedra y con la humedad invadiendo la atmósfera. Lo único que lo diferenciaba era la falta de luz natural, la inexistencia de muebles, salvo la otra silla que Allan había traído consigo, y los hongos que crecían en sus paredes, agarrándose a la fría superficie pétrea. No era demasiado acogedor, pero parecía seguro. Atareado con mi registro del lugar no me percaté de las acciones de Allan hasta que éste estuviera terminando de dejar su torso desnudo, dándome la espalda y dejándome contemplar su envés. Una sonrisa volvió a dominar mi boca, esta vez pícara, dando pasos seguros, algo rápidos, pero sobretodo sigilosos, en dirección a él. Mi chaqueta, empapada, terminó chocando contra su espalda aún algo húmeda, al tiempo que mis brazos buscaban el espacio que había entre los suyos y los laterales de su tórax. Cuando lo encontraron, terminaron de rodearle, apretándole contra mí.
- Te quiero - susurré nuevamente dejando que mi aliento chocara contra su oreja, tan cerca que noté una gota de lluvia cayendo desde su pelo hasta mis labios. Luego, lentamente, dejé a mi nariz pasear por su cabello, mojando nuevamente mi cara en el proceso. Comencé a descender, inclinando mi cabeza hasta que encontré su piel. Tras su oreja izquierda fue donde mi camino comenzó su recorrido, lentos besos que implantaba cuidadosamente, que dejaba caer casi como si de finos recortes de seda se tratara, poco a poco, degustando todo contacto, todo roce y toda sensación que se producía entre nosotros dos. Desvié mi recorrido para ir cada vez más hacia atrás, a la vez que desligaba mi mano derecha de su cintura para liberarla, posando ahora mi brazo sobre el suyo, y llevando mis dedos a su cuello. Me dispuse a acariciar el lado contrario por el que había comenzado, suavemente, roces tenues que no sé si esperaba que le hicieran sentir o si lo que intentaba era que lo que sintiera él fuera lo que él me hacía sentir a mí. Cerré los ojos, inundándome de él, y dejé aquella mano descender por su pecho mientras la que aún permanecía en su abdomen le liberaba parcialmente e inicaba un sosegado ascenso hacia un efímero encuentro con su compañera, el cual nunca llegaría a darse.
Paré; paré y volví a dejar mis labios entreabiertos al lado de su oreja, permitiendo que mi respiración encontrara la barrera, barrera o destino, que era él. Fueron unos cuantos segundos, unos cuantos segundos disfrutando de él los que estuve así, quieto, en paz, solo rota aquella quietud por nuestra necesaria respiración y mi corazón, el cual volvía a no saber si latía demasiado apacible o demasiado desfogado. Depués, al fin, reaccioné, le hice girarse para poder contemplar de nuevo aquellos iris de ese azul en los que tanto necesitaba perderme. Ahora sí que notaba el martilleo intranquilo en mi pecho, vivo fuego, más ardiente que el que consumía la hoguera a nuestra vera, más tenaz y resistente que la torre en la que nos encontrábamos y con más fuerza que la tormenta que aún devastaba el exterior. Perdí de nuevo el control. Un solo impulso fue el que me empujó hacia él, a chocar mi húmeda ropa en contra de él, a llevar mis manos a su espalda, atrapándole nuevamente, y a buscar sus labios desesperadamente. Necesitaba tenerle a mi lado, prieto junto a mí, sin espacio que pudiera separarnos. Quería sentirle por completo. Había perdido prácticamente todo rastro de cordura, todo rastro de control. Si quería que en algún momento parar tendría que ser él quien dijera que era suficiente, pues a mi autocontrol le contradecía el deseo, y éste era mucho más fuerte que el primero. En esos instantes yo ya me había perdido. ¿Dónde estaba yo? No importaba, simplemente estaba bien. Aquel era mi hogar; mi hogar era él.
Me guió por aquellas mugrientas escaleras que tan poco seguras me habían parecido apenas unos días antes cuando visitara aquel lugar con aquella chica, dato que, en esos precisos instantes, me parecía vanal y lejano, como si el tiempo, en vez de estropear su estructura se hubiera dedicado a restaurar la húmeda madera. Si él bajaba, yo le seguía. En su camino recogió la silla rota, la cual terminó de trocear, apilando los trozos resultantes en una improvisada hoguera. ¿Cómo íbamos a encenderlo? Estaba a punto de razonar la respusta más obvia, la cual se escondía en el bolsillo derecho de mi pantalón, cuando, de pronto, Allan volvió a incorporarse para volverse a dirigir a mí. Mi corazón volvió a acelerar su latir cuando la distancia entre nosotros dos volvió a verse mermada. Sus brazos me rodearon y la presión de su cuerpo sobre el mío me hizo soltar un leve suspiro. Cuando me disponía a girar mi rostro, buscando con mis labios los suyos, de pronto se apartó. En mi estado no me había dado cuenta de cuál eran sus propósitos al acercarse a mí, de los cuales me enteré al vislumbrar el fuego que salía de mi mechero, el cual hacía unos momentos se encontraba pegado a mi pierna, escondido.
La luz me permitió distinguir mejor la estancia. Era más pequeña que la superior, pero seguía siendo circular, con muros de piedra y con la humedad invadiendo la atmósfera. Lo único que lo diferenciaba era la falta de luz natural, la inexistencia de muebles, salvo la otra silla que Allan había traído consigo, y los hongos que crecían en sus paredes, agarrándose a la fría superficie pétrea. No era demasiado acogedor, pero parecía seguro. Atareado con mi registro del lugar no me percaté de las acciones de Allan hasta que éste estuviera terminando de dejar su torso desnudo, dándome la espalda y dejándome contemplar su envés. Una sonrisa volvió a dominar mi boca, esta vez pícara, dando pasos seguros, algo rápidos, pero sobretodo sigilosos, en dirección a él. Mi chaqueta, empapada, terminó chocando contra su espalda aún algo húmeda, al tiempo que mis brazos buscaban el espacio que había entre los suyos y los laterales de su tórax. Cuando lo encontraron, terminaron de rodearle, apretándole contra mí.
- Te quiero - susurré nuevamente dejando que mi aliento chocara contra su oreja, tan cerca que noté una gota de lluvia cayendo desde su pelo hasta mis labios. Luego, lentamente, dejé a mi nariz pasear por su cabello, mojando nuevamente mi cara en el proceso. Comencé a descender, inclinando mi cabeza hasta que encontré su piel. Tras su oreja izquierda fue donde mi camino comenzó su recorrido, lentos besos que implantaba cuidadosamente, que dejaba caer casi como si de finos recortes de seda se tratara, poco a poco, degustando todo contacto, todo roce y toda sensación que se producía entre nosotros dos. Desvié mi recorrido para ir cada vez más hacia atrás, a la vez que desligaba mi mano derecha de su cintura para liberarla, posando ahora mi brazo sobre el suyo, y llevando mis dedos a su cuello. Me dispuse a acariciar el lado contrario por el que había comenzado, suavemente, roces tenues que no sé si esperaba que le hicieran sentir o si lo que intentaba era que lo que sintiera él fuera lo que él me hacía sentir a mí. Cerré los ojos, inundándome de él, y dejé aquella mano descender por su pecho mientras la que aún permanecía en su abdomen le liberaba parcialmente e inicaba un sosegado ascenso hacia un efímero encuentro con su compañera, el cual nunca llegaría a darse.
Paré; paré y volví a dejar mis labios entreabiertos al lado de su oreja, permitiendo que mi respiración encontrara la barrera, barrera o destino, que era él. Fueron unos cuantos segundos, unos cuantos segundos disfrutando de él los que estuve así, quieto, en paz, solo rota aquella quietud por nuestra necesaria respiración y mi corazón, el cual volvía a no saber si latía demasiado apacible o demasiado desfogado. Depués, al fin, reaccioné, le hice girarse para poder contemplar de nuevo aquellos iris de ese azul en los que tanto necesitaba perderme. Ahora sí que notaba el martilleo intranquilo en mi pecho, vivo fuego, más ardiente que el que consumía la hoguera a nuestra vera, más tenaz y resistente que la torre en la que nos encontrábamos y con más fuerza que la tormenta que aún devastaba el exterior. Perdí de nuevo el control. Un solo impulso fue el que me empujó hacia él, a chocar mi húmeda ropa en contra de él, a llevar mis manos a su espalda, atrapándole nuevamente, y a buscar sus labios desesperadamente. Necesitaba tenerle a mi lado, prieto junto a mí, sin espacio que pudiera separarnos. Quería sentirle por completo. Había perdido prácticamente todo rastro de cordura, todo rastro de control. Si quería que en algún momento parar tendría que ser él quien dijera que era suficiente, pues a mi autocontrol le contradecía el deseo, y éste era mucho más fuerte que el primero. En esos instantes yo ya me había perdido. ¿Dónde estaba yo? No importaba, simplemente estaba bien. Aquel era mi hogar; mi hogar era él.
Alatz Seb. de Herrera- Mensajes : 1313
Re: Antes de entrar en la torre hay que investigar los alrededores no?[Alatz]
Supongo que a Alatz mi gesto le pareció divertido, divertido y atrayente porque nada más posa su mirada en mi se acercó rápidamente y me apretó contra el, haciendo que mi cuerpo se estremeciera, en parte por lo mojada que estaba su chaqueta, en parte por estar nuevamente junto a el.
Noté como pasaba toda su cara por mi cabello mojado, cerré los ojos y me limité a sentir al máximo todas las sensaciones que recorrían mi cuerpo en ese momento, descendió un poco y empezó a besarme la oreja poco a poco, suave y cariñosamente, cada beso era un vuelco al corazón que hacía que, si no fuera por el, cayera de bruces al suelo, en uno de esos besos se me escapó un gemido.
Separó una mano de mi cintura y la poso en mi cuello, empezando a recorrer todo mi abdomen y mi pecho con la otra que quedaba libre, aquellos segundos se me hicieron infinitos, mejor para mi, yo solo podía quedarme como un muñeco de trapo y disfrutar del contacto de nuestros cuerpos.
Fue el quien decidió interrumpir el momento durante un instante girándome hábilmente y mirándome fijamente a los ojos, noté un cambio en su mirada, seguía siendo esa mirada tierna, pero ya no era tímida, era una mirada de deseo, del deseo que sentía por mi, del mismo que yo sentía por el y por tenerle siempre a mi lado....
Volvió a aprisionarme junto a su cuerpo, apretándome fuertemente contra el, como si quisiera que nos uniéramos en uno mismo, pero a la vez me abrazaba de una forma tierna y protectora.
Cuando mi cuerpo volvió a responder mis brazos le rodearon, subieron lentamente hasta llegar a su pelo, con el que jugué un rato, deslizando mis dedos sobre el y acariciándole, después de un minuto o dos bajé lentamente las manos para posarlas en su espalda, para instintivamente bajarla más y posarla en su nalgas.
Al notar lo que estaba haciendo paré de besarle y bajé un poco la cabeza, avergonzado, aunque en realidad sabía que el lo consentía, y, ¿por qué no?, también le gustaba; volví a acercar mis labios a los suyos y retomé mi tarea, de vez en cuando recorría mis manos por esa zona o las presionaba un poco.
No sé cuánto tiempo pasamos así, pero estaba cansado de estar de pie, me separé de el suavemente, siendo mi boca lo último que separara de el.
Le miré de arriba a abajo y, con una sonrisa picarona le desabroché la chaqueta, ahora el único obstáculo que separaba a su torso desnudo de mi era su camiseta humedecida.
-Sabes?-dije, articulando palabra por primera vez después de un tiempo-me estoy cansando de estar de pie
Le agarré suavemente del cuello de la camiseta y le dirigí hasta la silla que quedaba en pie, quité rápidamente mis prendas de alrededor y le senté, después me senté encima de el, de cara, notaba su aliento azotar mi rostro, quería volver a unir nuestros labios, pero todavía quedaba una cosa por hacer.
Le cogí la camiseta y se la quité rápidamente, me aproximé hasta su oreja y susurré:
-Igualdad de condiciones, no?
Después abrí más mis piernas para que la distancia a el fuera menos, lo contemplé de arriba a abajo, deleitándome con la vista de su torso desnudo.
Unos segundo después volví a juntar nuestros labios y fue mi lengua la que se hizo paso entre sus labios, para juntarse con la suya.
No sabía hasta donde sería capaz de llegar y si el quería, pero de momento lo único que tenía claro era que iba a disfrutar del momento.
Posé mis brazos alrededor de su espalda, haciendo que cada mano se posará en el hombro contrario.
Cerré los ojos, el momento no podía ser más perfecto.
Noté como pasaba toda su cara por mi cabello mojado, cerré los ojos y me limité a sentir al máximo todas las sensaciones que recorrían mi cuerpo en ese momento, descendió un poco y empezó a besarme la oreja poco a poco, suave y cariñosamente, cada beso era un vuelco al corazón que hacía que, si no fuera por el, cayera de bruces al suelo, en uno de esos besos se me escapó un gemido.
Separó una mano de mi cintura y la poso en mi cuello, empezando a recorrer todo mi abdomen y mi pecho con la otra que quedaba libre, aquellos segundos se me hicieron infinitos, mejor para mi, yo solo podía quedarme como un muñeco de trapo y disfrutar del contacto de nuestros cuerpos.
Fue el quien decidió interrumpir el momento durante un instante girándome hábilmente y mirándome fijamente a los ojos, noté un cambio en su mirada, seguía siendo esa mirada tierna, pero ya no era tímida, era una mirada de deseo, del deseo que sentía por mi, del mismo que yo sentía por el y por tenerle siempre a mi lado....
Volvió a aprisionarme junto a su cuerpo, apretándome fuertemente contra el, como si quisiera que nos uniéramos en uno mismo, pero a la vez me abrazaba de una forma tierna y protectora.
Cuando mi cuerpo volvió a responder mis brazos le rodearon, subieron lentamente hasta llegar a su pelo, con el que jugué un rato, deslizando mis dedos sobre el y acariciándole, después de un minuto o dos bajé lentamente las manos para posarlas en su espalda, para instintivamente bajarla más y posarla en su nalgas.
Al notar lo que estaba haciendo paré de besarle y bajé un poco la cabeza, avergonzado, aunque en realidad sabía que el lo consentía, y, ¿por qué no?, también le gustaba; volví a acercar mis labios a los suyos y retomé mi tarea, de vez en cuando recorría mis manos por esa zona o las presionaba un poco.
No sé cuánto tiempo pasamos así, pero estaba cansado de estar de pie, me separé de el suavemente, siendo mi boca lo último que separara de el.
Le miré de arriba a abajo y, con una sonrisa picarona le desabroché la chaqueta, ahora el único obstáculo que separaba a su torso desnudo de mi era su camiseta humedecida.
-Sabes?-dije, articulando palabra por primera vez después de un tiempo-me estoy cansando de estar de pie
Le agarré suavemente del cuello de la camiseta y le dirigí hasta la silla que quedaba en pie, quité rápidamente mis prendas de alrededor y le senté, después me senté encima de el, de cara, notaba su aliento azotar mi rostro, quería volver a unir nuestros labios, pero todavía quedaba una cosa por hacer.
Le cogí la camiseta y se la quité rápidamente, me aproximé hasta su oreja y susurré:
-Igualdad de condiciones, no?
Después abrí más mis piernas para que la distancia a el fuera menos, lo contemplé de arriba a abajo, deleitándome con la vista de su torso desnudo.
Unos segundo después volví a juntar nuestros labios y fue mi lengua la que se hizo paso entre sus labios, para juntarse con la suya.
No sabía hasta donde sería capaz de llegar y si el quería, pero de momento lo único que tenía claro era que iba a disfrutar del momento.
Posé mis brazos alrededor de su espalda, haciendo que cada mano se posará en el hombro contrario.
Cerré los ojos, el momento no podía ser más perfecto.
Allan Hayes- Mensajes : 605
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