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Visita a la buhardilla[Alatz y Beth]
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Visita a la buhardilla[Alatz y Beth]
Miré al cielo....tan gris y cubierto de nubes como siempre, tenía frío mucho frío, el tiempo en el nuevo mundo no era precisamente el del caribe y aunque tuviera una nueva camiseta no se me ocurrió coger una sudadera nueva, en cambio seguí con mi maloliente y sucia sudadera gris....ojalá no hubiera sido tan imbécil de dejar pasar ese día...
Rápidamente me levanté y me quité la sudadera, la miré con pena y la dejé apartada en un rincón
(''Adiós, vieja amiga'')-pensé con sarcasmo mientras una sonrisa se dibujaba en mi cara.
examiné el lugar en el que me encontraba, más bien en el que nos encontrábamos Alatz y yo, Nath había ido a buscar comida o no se que, nosotros habíamos insistido en acompañarla pero esta se resistió y se fue.
Un tiempo después nos encontrábamos caminando por una calle ya conocida por nosotros, en esa calle nos conocimos y empezamos a formar un grupo y a forjar nuestra amistad, al pasar por la puerta del edificio donde se encontraba la guardilla me entró la añoranza y tiré de la cuerda, pero con más cuidado que la otra vez, para que la escalera no cayera encima mía, rápidamente subí y vi que todo estaba exactamente como lo dejamos, un montón de mantas viejas en un rincón y pisadas que se dibujaban en el polvo...
-Hacía ya tiempo que no nos acercábamos eh?-le dije a Alatz que parecía tan emocionado como yo.
La guardilla no llegaba a ser nuestro refugio, pero todos sabíamos que pronto lo sería, era un buen lugar, con una ventanita para vigilar y todo eso.....era el único lugar al que le tenía cierto cariño en el nuevo mundo, mas que por el lugar por lo que sucedió, definitivamente en este lugar solo podían pasar cosas buenas....
-Bueno sube ya...o te estás haciendo viejete y te cuesta subir la escalera?-le dije a Alatz mientras le sonreía.....
Rápidamente me levanté y me quité la sudadera, la miré con pena y la dejé apartada en un rincón
(''Adiós, vieja amiga'')-pensé con sarcasmo mientras una sonrisa se dibujaba en mi cara.
examiné el lugar en el que me encontraba, más bien en el que nos encontrábamos Alatz y yo, Nath había ido a buscar comida o no se que, nosotros habíamos insistido en acompañarla pero esta se resistió y se fue.
Un tiempo después nos encontrábamos caminando por una calle ya conocida por nosotros, en esa calle nos conocimos y empezamos a formar un grupo y a forjar nuestra amistad, al pasar por la puerta del edificio donde se encontraba la guardilla me entró la añoranza y tiré de la cuerda, pero con más cuidado que la otra vez, para que la escalera no cayera encima mía, rápidamente subí y vi que todo estaba exactamente como lo dejamos, un montón de mantas viejas en un rincón y pisadas que se dibujaban en el polvo...
-Hacía ya tiempo que no nos acercábamos eh?-le dije a Alatz que parecía tan emocionado como yo.
La guardilla no llegaba a ser nuestro refugio, pero todos sabíamos que pronto lo sería, era un buen lugar, con una ventanita para vigilar y todo eso.....era el único lugar al que le tenía cierto cariño en el nuevo mundo, mas que por el lugar por lo que sucedió, definitivamente en este lugar solo podían pasar cosas buenas....
-Bueno sube ya...o te estás haciendo viejete y te cuesta subir la escalera?-le dije a Alatz mientras le sonreía.....
Última edición por Allan Hayes el Lun Jun 21, 2010 10:42 pm, editado 1 vez
Allan Hayes- Mensajes : 605
Re: Visita a la buhardilla[Alatz y Beth]
Otro día más en aquella maldita ciudad. El mismo cemento gris de las aceras, el mismo hormigón gris de los edificios e incluso el mismo gris del cielo. Siempre gris. Miraras donde miraras gris. Gris y más gris. Hasta mi piel parecía comenzar a adquirir ese tono ceniza por no tomar ni un rayo de sol e incluso creía que mi humor terminaría por adquirir ese tono irónico y sarcástico ante la vida y a los que me rodeaban, algo que debía evitar si no quería quedarme solo; no quería convertirme en un viejo uraño. De todas formas la compañía parecía paliar el mal humor y el sentimiento de nostalgia que lograba invadirme a veces; sin Nathalie y Allan era bastante probable que hubiera terminado dándome por vencido y habiéndome dejado a la mala suerte de aquel mundo. Añoraba a mis amigos, a mi familia, incluso a la forja de mi tío y a mis obras y esculturas, que ya comenzaban a disolverse en los oscuros recovecos de mi memoria no tan reciente. Temía olvidar mi vida anterior, mi vida en el otro mundo, un lugar racional que ya empezaba a recordar lejano; demasiado lejano.
- Sí, el rehuma me está matando - intenté bromear respondiéndole a su sonrisa con una pareja idéntica reflejada sobre mis labios al tiempo que comenzaba a subir saltando esos peldaños que llevaban al piso superior. Aquel chico, que tiempo atrás conociera como alguien incluso nervioso, algo que no destacaba entre mi propia sensación en aquellos primeros momentos sobre las calles de aquel lugar, se había convertido en un compañero, incluso en alguien digno de confianza en un mundo donde la confianza suponía un riesgo demasiado grande
La buhardilla seguía siendo aquel lugar lleno de polvo y trastos viejos que habíamos conocido aquel primer día, un lugar apartado del mundo y al parecer bastante difícil de encontrar. Una vez los dos estuvimos arriba recogí las escaleras cerrando aparentemente el acceso.
- Deberíamos buscar algo para que no puedan subir aquí o no puedan ver la buhardilla - sugerí. La seguridad tenía que ser una de nuestras primeras preocupaciones en ese mundo en el que cualquier rastro de compasión divina parecía ausente.
Tras apartar al resto del mundo de nuestro escondrijo, me dirigí a sentarme en esas mugrientas mantas que encontráramos en el piso inferior y apoyé el peso de mi cuerpo en las palmas de mis manos, tras de mí. En ese momento me percaté de que era la primera vez que Allan y yo nos quedábamos solos en aquel lugar. De pronto, sin razón aparente alguna, el casi lógico silencio que hubo empezó a ponerme nervioso y, comenzando a mover el pie derecho, me incorporé, poniendo mi espalda en vertical y posé la vista en el suelo, intentando controlar la respiración y, así, el ritmo de mi corazón.
- Sí, el rehuma me está matando - intenté bromear respondiéndole a su sonrisa con una pareja idéntica reflejada sobre mis labios al tiempo que comenzaba a subir saltando esos peldaños que llevaban al piso superior. Aquel chico, que tiempo atrás conociera como alguien incluso nervioso, algo que no destacaba entre mi propia sensación en aquellos primeros momentos sobre las calles de aquel lugar, se había convertido en un compañero, incluso en alguien digno de confianza en un mundo donde la confianza suponía un riesgo demasiado grande
La buhardilla seguía siendo aquel lugar lleno de polvo y trastos viejos que habíamos conocido aquel primer día, un lugar apartado del mundo y al parecer bastante difícil de encontrar. Una vez los dos estuvimos arriba recogí las escaleras cerrando aparentemente el acceso.
- Deberíamos buscar algo para que no puedan subir aquí o no puedan ver la buhardilla - sugerí. La seguridad tenía que ser una de nuestras primeras preocupaciones en ese mundo en el que cualquier rastro de compasión divina parecía ausente.
Tras apartar al resto del mundo de nuestro escondrijo, me dirigí a sentarme en esas mugrientas mantas que encontráramos en el piso inferior y apoyé el peso de mi cuerpo en las palmas de mis manos, tras de mí. En ese momento me percaté de que era la primera vez que Allan y yo nos quedábamos solos en aquel lugar. De pronto, sin razón aparente alguna, el casi lógico silencio que hubo empezó a ponerme nervioso y, comenzando a mover el pie derecho, me incorporé, poniendo mi espalda en vertical y posé la vista en el suelo, intentando controlar la respiración y, así, el ritmo de mi corazón.
Alatz Seb. de Herrera- Mensajes : 1313
Re: Visita a la buhardilla[Alatz y Beth]
Decididamente, ese mundo era una mierda. Soledad, terror y gris eran los elementos que caracterizaban la atmósfera de ese lugar de pesadilla del que tenía asumido que no saldría jamás. Había perdido la cuenta de los días que llevaba vagando por las calles de esa odiosa ciudad de pesadilla en la que solo se escuchaban gritos de pánico y rugidos gruturales provenientes de los bichos cuyo nombre ni siquiera era capaz de aprenderse. Su vida se había visto reducida a aguantar el día como pudiese, intentando no morir de hambre o devorada por un zombie. Eso sin contar con el hecho de que su pánico irracional a la oscuridad convertía las noches en unas horas de desesperación que la dejaban agotada.
Echaba de menos su cama, su casa, y su lámpara de noche. Echaba de menos el chocolate, la ropa, las duchas, y el agua limpia. Echaba de menos el contacto con seres vivos que no quisieran devorarla. Por eso cuando divisó un par de jóvenes merodeando por los callejones de la ciudad, los siguió. No tenía ni idea de quiénes eran, de qué querían, o de qué hacían allí. Pero le aba lo mismo. La desesperación era más fuerte que el miedo.
En completo silencio se deslizó tras ellos como una sombra sigilosa. Sus pies cubiertos con las botas que le había robado a un cadáver apenas hacían ruido sobre la pieda del suelo. El silencio solo se veía roto por los retazos de conversación que le llegaban procedentes de los chicos, ya que por una vez la lluvia no jugaba a empapar la camiseta antaño blanca que le hacía las veces de vestido. Necesitaba ropa con urgencia.
Los ojos de la científica analizaron con atención cada movimiento de esa pareja intentando discernir si serían un peligro o no, pero eso dejó de interesarle cuando losvió subir a lo que parecía ser ¿una buhardilla? Vaya. Había vida humana en esas dichosas casas y ella sin saberlo. Sin un ápice de duda siguió los pasos de la pareja de extraños, utilizando el mismo procedimiento que ellos para llegar a la estancia. Al entrar en ésta sus ojos recorrieron la escena que se abría ante ella. Pisadas en el polvo, unas mantas viejas, y esos dos desconocidos. Una de las cejas de Beth se alzó hasta formar un perfecto arco de desconcierto e incertidumbre. No tenía ni idea de qué decir al respecto.
Echaba de menos su cama, su casa, y su lámpara de noche. Echaba de menos el chocolate, la ropa, las duchas, y el agua limpia. Echaba de menos el contacto con seres vivos que no quisieran devorarla. Por eso cuando divisó un par de jóvenes merodeando por los callejones de la ciudad, los siguió. No tenía ni idea de quiénes eran, de qué querían, o de qué hacían allí. Pero le aba lo mismo. La desesperación era más fuerte que el miedo.
En completo silencio se deslizó tras ellos como una sombra sigilosa. Sus pies cubiertos con las botas que le había robado a un cadáver apenas hacían ruido sobre la pieda del suelo. El silencio solo se veía roto por los retazos de conversación que le llegaban procedentes de los chicos, ya que por una vez la lluvia no jugaba a empapar la camiseta antaño blanca que le hacía las veces de vestido. Necesitaba ropa con urgencia.
Los ojos de la científica analizaron con atención cada movimiento de esa pareja intentando discernir si serían un peligro o no, pero eso dejó de interesarle cuando losvió subir a lo que parecía ser ¿una buhardilla? Vaya. Había vida humana en esas dichosas casas y ella sin saberlo. Sin un ápice de duda siguió los pasos de la pareja de extraños, utilizando el mismo procedimiento que ellos para llegar a la estancia. Al entrar en ésta sus ojos recorrieron la escena que se abría ante ella. Pisadas en el polvo, unas mantas viejas, y esos dos desconocidos. Una de las cejas de Beth se alzó hasta formar un perfecto arco de desconcierto e incertidumbre. No tenía ni idea de qué decir al respecto.
Elizabeth Cartier- Mensajes : 56
Re: Visita a la buhardilla[Alatz y Beth]
Justo cuando iba a responder a la orden que Alatz me había dado una chica con una camiseta larga, que en sus mejores momento parecía haber sido blanca entro en la buhardilla y se quedo perpleja mirándolo todo, como si de una cueva del tesoro se tratase.
-Vale, quizás sea fácil que alguien entre, supongo que ya le buscaremos solución -miré a la chica, tenía la ropa extremadamente sucia, parecía que no se había duchado en días(como todos nosotros, bueno más bien nos lavábamos un poco con agua...), parecía estar en buen estado mental, aunque en este mundo nunca se sabe...
Quería darle buena impresión a Alatz, supongo que para eso había que ser hospitalario, así que....allá vamos.
-Puedes pasar y descansar un rato, siempre que no estés loca, claro...-sonreí, quizás forcé un poco la sonrisa para que se notara que lo último era broma, supongo que con este gesto llamaría la atención, aunque fuera un poquito...
Me acomodé apoyándome en uno de los pilares de madera y miré de reojo a Alatz, parecía un poco desconcertado, rápidamente le dije por señas si estaba bien lo que había hecho.....
No solo por llamar la atención y parecer una buena persona, si no por que si a el no le daba buena espina era una mala señal, solía ir solo con gente de fiar....al menos eso creía, es decir...había escogido pasar una noche con Beth y conmigo siendo unos completos desconocidos...sería por algo
OFF:
Perdon por el micro-post....
-Vale, quizás sea fácil que alguien entre, supongo que ya le buscaremos solución -miré a la chica, tenía la ropa extremadamente sucia, parecía que no se había duchado en días(como todos nosotros, bueno más bien nos lavábamos un poco con agua...), parecía estar en buen estado mental, aunque en este mundo nunca se sabe...
Quería darle buena impresión a Alatz, supongo que para eso había que ser hospitalario, así que....allá vamos.
-Puedes pasar y descansar un rato, siempre que no estés loca, claro...-sonreí, quizás forcé un poco la sonrisa para que se notara que lo último era broma, supongo que con este gesto llamaría la atención, aunque fuera un poquito...
Me acomodé apoyándome en uno de los pilares de madera y miré de reojo a Alatz, parecía un poco desconcertado, rápidamente le dije por señas si estaba bien lo que había hecho.....
No solo por llamar la atención y parecer una buena persona, si no por que si a el no le daba buena espina era una mala señal, solía ir solo con gente de fiar....al menos eso creía, es decir...había escogido pasar una noche con Beth y conmigo siendo unos completos desconocidos...sería por algo
OFF:
Perdon por el micro-post....
Allan Hayes- Mensajes : 605
Re: Visita a la buhardilla[Alatz y Beth]
De pronto escuché cómo las escaleras se volvían a abrir. Supuse que sería Nath, volviendo de donde quiera que se hubiese ido. Me sorprendió la rapidez que se había dado por volver a aquella buhardilla cuando, de pronto, dejé de extrañarme al ver aparecer una cabeza que no se parecía en nada a la suya. Su rostro era más maduro, no el de una niña, si no el de una mujer. Aún no había perdido el aire de juventud y de frescura, aunque la suciedad y esa camiseta que necesitaba un urgente lavado hacían que desmereciese bastante. Pero lo que me sorprendió realmente no fue su aparición si no que Allan la dejase entrar de buenas a primeras. Era una desconocida y ese era nuestro terreno.
Él se apoyó contra uno de los troncos que soportaban el techo de aquella construcción y me miró. Yo le respondí con cara de preocupación, pero no aguanté mucho su mirada, ya que prefería mirar a aquella chica. No iba a contradecir a mi compañero, al fin y al cabo el grupo lo componíamos tres y no yo solo, aunque no me agradaba la idea de dejar entrar a cualquiera a nuestro escondite.
- Pasa - confirmé las palabras de mi compañero asintiendo levemente con la cabeza pero sin apartar la mirada de ella. No podía fiarme de nadie, tuviera la pinta que tuviera.
Sentado como estaba, me recosté un poco para dejar que mi espalda chocara contra la pared. Quizás debiéramos hacer alarde de hospitalidad y ofrecerle algo de comer, pero prefería primero que hablara y nos dijera las razones por las que había llegado hasta allí. ¿Compañía? ¿Necesidad? ¿Espiar? Quizás estaba loca, no lo sabía. Simplemente esperé.
Él se apoyó contra uno de los troncos que soportaban el techo de aquella construcción y me miró. Yo le respondí con cara de preocupación, pero no aguanté mucho su mirada, ya que prefería mirar a aquella chica. No iba a contradecir a mi compañero, al fin y al cabo el grupo lo componíamos tres y no yo solo, aunque no me agradaba la idea de dejar entrar a cualquiera a nuestro escondite.
- Pasa - confirmé las palabras de mi compañero asintiendo levemente con la cabeza pero sin apartar la mirada de ella. No podía fiarme de nadie, tuviera la pinta que tuviera.
Sentado como estaba, me recosté un poco para dejar que mi espalda chocara contra la pared. Quizás debiéramos hacer alarde de hospitalidad y ofrecerle algo de comer, pero prefería primero que hablara y nos dijera las razones por las que había llegado hasta allí. ¿Compañía? ¿Necesidad? ¿Espiar? Quizás estaba loca, no lo sabía. Simplemente esperé.
Alatz Seb. de Herrera- Mensajes : 1313
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