Agua, aguita [Alejandro Lombardo]

Sin saber como, llegué al río. Bajé por unas escaleras horribles hasta llegar a la orilla del río. El cielo estaba nublado, pero no llovía; por raro que pareciera. Aquel clima comenzaba a cansar, lluvia o nubes. Después de aquel día con sol, todo volvía a ser horrible. Ya podía salir el sol y las nubes se podrían extinguir.

Caminé lentamente por la orilla del río, me apetecía refrescarme y limpiarme un poco. Tomar una ducha era como hablar alemán, algo imposible para mí. Pero aunque fuera un chapuzón rápido era posible. Dejé la mochila un poco alejada del río, pero a la vista. Me quité el jersey y me acerqué a la caudalosa corriente de agua. Estaba bastante limpia, a menos a simple vista. Me incliné y me lavé la cara. Estaba fría, un gustazo en aquel caluroso día.

Sin pensarlo mucho, sumergí toda la cabeza, sujetándome fuerte en las malas hierbas que había a ambos lados. Tres segundos y salí, con el cabello empapado. Los escurrí con las manos y lo empujé hacia atrás, con fuerza. Si hubiera habido alguien, se habría empapado entero. La largura de este era considerable, me llegaba por la mitad de la espalda; me encantaba.

Al girarme para vigilar la mochila vi a un hombre mirarme. Era mayor, de unos treinta más o menos. Sin dejar de mirarle me levanté y avancé lentamente hacia la mochila. Tenía cara amable, aunque las apariencias engañan la mayoría de veces.

-Hola -saludé. Mejor presentarse desde un principio -Soy Cassie, encantada, supongo.

Estaba sentado a la base de un árbol, mirando el río. Era lo mejor que podía hacer en estos días. Me había quedado dormido, pero desperté rápidamente por un pequeño frío que estaba haciendo. Desde aquel día asoleado solo hacía días con nubes y lluvia. Mis heridas se habían sanado, aunque todavia no recuperé la memoria, no podía saber quien soy, ni siquiera si tengo o no familia. Abrí los ojos y ví una chica que recién salió del río. Se había bañado al río seguramente. Se presentó. Por lo tanto hize lo mismo. -Hola! Sonreí. -El gusto es mío! Lástima que no puedo presentarme. No recuerdo mi nombre...! Quizás le parezca extraño, pero era la verdad. Por el accidente no recordaba mi nombre.

-¿No sabes quién eres? -pregunté, sorprendida -¿Tienes amnesia o algo parecido?

Era extraño que alguien tuviera amnesia. Además, si se contaba con la variable de estar en una ciudad fantasma y llena de zombies, era una desventaja. En realidad no lo era, daba igual si tenías pareja, si eras profesor o actor... sólo se trataba de superviviencia.

-Yo sí me acuerdo quien soy, aunque para lo que me sirve en la ciudad de los zombies -suspiré y me peiné un poco el cabello, debía estar revuelto; muy revuelto -¿Eres nuevo por aquí? Yo llegué hará unos cinco o seis días y casi me muero. Al ver a los fherals... -sentí un escalofrío, provocado por el recuerdo de los fherals mezclado por el que me había provocado una suave brisa que había en el lugar -Pero aquí estamos, intentando salir de aquí.

Acertó. Era cierto. Por el accidente que tuve perdí la memoria. -Sí... en el accidente que tuve perdí la memoria. Le dije. -Pero no te preocupes, no soy mala persona. O eso creo jeje. Reí. Era cierto, podía parecer un real peligro al no saber quien era en la ciudad fantasma. Pero bueno... Noté que estaba arreglandose el cabello. Lo tenía largo y castaño claro, me gustaba ese color. -Eres muy linda ¿sabes? Le sonreí. Era nueva, apenas llegó hace cinco o seís días. Le tenía miedo a los fherals o que eran esos bichos. Se le notaba el temor en la voz y en sus gestos. -Mm... puedo decir que llegué hace unos días. Afortunadamente, no, no ví ningún fheral. Dios me ayudó jejeje. Le sonreí. -Pero no te preocupes! Aquí estoy yo para protegerte. Puedes contar conmigo para lo que sea. Le miré sus ojitos lindos y verdes. Ese color esmeralda me fascinaba.


off: perdón, estaba en sesión de examenes xD por eso no entré... pero ya estoy

-Tranquilo, no tienes por qué protegerme -no me gustaba la historia del caballero que salvaba a la damisela, no era creíble en aquella ciudad -La verdad es que me las apaño bien sola, de momento sigo viva -sonreí -Deberías ponerte un nombre, algo fácil de recordar. Es que da un poco de mal rollo lo de la amnesia -Eso no deberías haberlo dicho -Lo siento, no quería molestar, es que este lugar me pone de los nervios.

No podías vivir en aquel lugar. No podías dormir tranquilamente, ni siquiera tenían un lugar donde dormir. Era una búsqueda de la supervivencia sin descanso. Debería haber ido a ese campamento de verano con Matt, así sabría buscar comida por el parque o los bosques. Eso te pasa por ser tan cabezona.

-Siento decepcionarte, Dios aquí no existe; o no se hace presente. Si fuera bueno, nos sacaría de aquí -comenté -Al menos es mi percepción, pero tranquilo, a lo mejor a ti te ayuda -sonréi suavizando mi contestación. Dios era un concepto que, personalmente, no cabía en mi cabeza. No podía haber nadie tan malo, ni siquiera un ser superior, podía hacernos eso.