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Los susurros acarícian nuestros oídos, impidiéndonos oír un malexpresado "te quiero" {Beth}

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Mensaje por Indiana Byron Vie Jun 04, 2010 1:06 am


Bosques Septentrionales, Torre de los susurros - Fecha desconocida, al amanecer.

"Bajo la torre de los tres ventanales, descansa la cautiva convertida a la fe verdad..."
Ese maldito acertijo no salía de su mente ni cuando cerraba los ojos para caer en los brazos de Morfeo. Abrió los ojos con el corazón acelerado y concluyó que se había dormido subido a una de las ramas de un frondoso árbol sin hojas. Suspiró y se pasó una mano por el pelo despeinado. Trató de bajarse inutilmente esos pequeños cuernos que adoraban su corta cabellera y bostezó en un intento de desperezarse. Era la primera noche que había logrado dormir más de dos horas seguidas, concretamente unas tres o cuatro. Toda una hazaña, por suerte los Fherals no se habían dejado caer por el bosque. A lo lejos el sol empezaba a hacer despuntar un día ensombrecido por una suave niebla blanquecina. Saltó de la rama y se estiró como un felino hasta que su columna vertebral se quejó con un crujido estremecedor. Retomó la larga caminata hasta que halló aquello que había vislumbrado a lo lejos. Una torre alta cuyo nombre desconocía ya que, al llegar al nuevo mundo, nadie se había tomado la molestia de darle un mapa con indicaciones turísitcas de lugares que debería visitar. Suspiró y recordó a modo de cantar ese acertijo del demonio.

"Bajo la torre de los tres ventanales..."
Diablos. Torre. ¿Podía ser tan evidente la respuesta? Aceleró el paso, que se convirtió en un trote y acabó en un esprint que lo hizo acabar jadeando a los pies de esa alta torre. Alzó la mirada en busca de ventanales o algo por lo que entrar en su interior. Su caja torácica se hinchaba y deshinchaba mientras trataba de recuperar el aliento. Si realmente allí se hallaba el portal, podría ser libre y volver, independientemente de cuantos pudiera dejar atrás. No eran su problema, ¿o sí? Solo le vino a la cabeza un nombre que no querría en jamás de los jamases dejar atrás por rencor que le guardara.

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Mensaje por Elizabeth Cartier Vie Jun 04, 2010 5:01 pm

La llegada de un nuevo amanecer supuso una vez más un completo alivio para la científica con terror a la oscuridad. Se podía decir que prácticamente no había dormido en los días que llevaba allí durante más de media hora seguida. Si la noche suponía para ella una completa y absoluta pesadilla, mucho más ante la sola idea de quedarse dormida. Y si a eso se le sumaba el hecho de que una horda de zombies de nombre impronuncialbe rondaba por ahí, la cosa no mejoraba.

Todas y cada una de las palabras grabadas en la pared de la sala donde había despertado se habían guardado en su mente cual fotografía perfecta, y no dejaba de darle vuelta a lo que parecía ser una espacie de acertijo. Ella era adicta a esas cosas. Adoraba los juegos de palabras, las adivinanzas, los retos. Se perdía en mares de letras y números combinados de las formas más complicadas como simple afición, por lo que para ella eso era algo parecido a un juego. A pesar de ello, un juego en el que el premio era la vida y la libertad. Por ello se lo había tomado en serio y le había dado mil y una vueltas a las palabras. La torre de la que hablaba podía ser un buen sitio por donde empezar. Dado que no pensaba que tuviera nada que ver con el ajedrez o cualquier otro simbolismo, decidió buscar simplemente una torre. No perdía nada por probar. Ya se complicaría con casos más difíciles si no daba resultado. Una torre que se divisaba en la lejanía, entre lo que parecía ser un bosque, se convirtió automáticamente en su objetivo. Y tras un par de días caminando hacia allí, por fin no tardaría en llegar. Si el dichoso portal estaba allí, se largaría de inmediato de ese lugar de terror y pesadilla para siempre. Volvería a su casa donde no apagaría las lámparas jamás.

Sus pies cubiertos por unas botas que había encontrado por ahí y de las que no quería saber la procedencia, la llevaron hasta las proximidades de la torre de una vez por todas. El hecho de haber aparecido allí estando dormida no había supuesto una ventaja en lo que a la vestimenta se refería. Había llegado descalza y con una camiseta vieja de un blanco ahora dudoso como única ropa. Y tanta lluvia no era buena, por lo que acabaría por enfermar si no se daba prisa en desaparecer de allí. Con la respiración agitada por la caminata, analizó el lugar de un rápido vistazo, esperando que nadie más andase por allí. Ni zombies rabiosos ni posibles contrincantes. No tuvo suerte. Su mirada oceánica se posó en una figura que conocía demasiado bien. No estaba lejos, frente a ella, observando la torre. Tal vez hubiera llegado a la misma conclusión que ella, lo que ciertamente no le molestaba. Le gustaría escapar con él, aunque estaba casi segura de que a él no le haría demasiada ilusión verla allí. De todos modos, carraspeó durante unos segudos para hacerse notar.
Elizabeth Cartier
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Mensaje por Indiana Byron Vie Jun 04, 2010 11:23 pm

Sus ojos color asfalto seguían escrutando esa alta torre solemne que observaba desde una privilegiada prespectiva toda la desierta ciudad. Realmente ese nuevo mundo daba miedo. Nunca sabías cuando iba a salirte un Fheral de cualquier rincón y tratara de arrancarte la yugular a mordiscos. Siguió rodeando la torre a paso ligero, sin mirar lo que pisaba sino buscando los ventanales del acertijo. Dió un par de vueltas y a cada vez que pasaba ya por la misma piedra se desesperaba un poco más al no visualizar nada parecido a los ventanales de la pista para hallar el místico portal.
- ¡Joder! - Gritó llevándose las manos a la cabeza y acuclillándose un momento para volver a alzarse y andar de un lado a otro cual animal enjaulado. - ¡Oh Dios! ... ¿Por qué?... ¿¡Qué he hecho para merecer esto!?- Gritó enfurecido y pateó con rabia esa piedra que le había servido de orientación durante su ruta exploratoria.

Se tironeó del pelo un par de veces, muy nervioso, y se detuvo al oir un carraspeo a su espalda. Se volteó veloz como una saeta y en sus ojos grisáceos se reflejó una mujer de aspecto cansado. De sus labios no salió ni un sonido, aunque lo intentó dado que balbuceó de forma muda el nombre de ella. ¿Entonces no había sido un sueño? La realidad creía haber soñado que ella también estaba atrapada en ese mundo, pero no llegaba a recordar con certeza que realmente hubiera tenido lugar ese encuentro. La solución era clara pero invisible a los ojos de Indiana; no era él sino Mr. Byron el afortunado de protagonizar dicho encuentro con su expareja sentimental, en consecuéncia solo tenía un vago recuerdo soñoliento. Sacudió la cabeza y se acercó a ella en un par de zancadas, examinándola preocupado como si fuera la primera vez que la veía.

- Dios mío. ¿Tú también...? - Volvió a sisear casi más para sí mismo. Alargó las manos para tomarla de las manos pero en un último instante se lo repensó y encogió los brazos. Parpadeó casi sin caber de su asombro y se movió felina pero bruscamente a su alrededor, asegurándose de algo. Al volver a quedar frente a ella suspiró y no hizo otra cosa que apoyar las palmas extendidas en sus mejillas y atraerla para besarle la frente casi de forma religiosa. Cerró los ojos, con la fuerza usada para presioar sus labios contra esa piel poco limpia y cuidada, al besarla. Se separó y volvió a dar otro corto beso en el mismo lugar para susurrar un casi paternal - Menos mal que estás bien... - Todo ocurrió muy deprisa, pero finalmente se separó y se volvió a llevar las manos a la camisa manchada para plancharla con los dedos. En tiempos difíciles no había rencor posible. Prefería verla con vida e investigándole, que muerta a manos de un Fheral.
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Mensaje por Elizabeth Cartier Sáb Jun 05, 2010 2:37 pm

La desesperación del hombre con nombre de explorador era más que evidente a los ojos de Elizabeth. Ni siquier necesitaba hacer uso de lo mucho que conocía de él para percetarse de que estaba histérico. Era completamente lógico. Ella misma se encontraba en un estado de agonía y casi locura provocado por la falta de sueño, alimento y sed. Todo ello sumado al terror permanente que se había instalado en su alma desde que había abierto los ojos para ver esa terrible lámpara de araña. Un miedo que había clado en ella como el frío y el agua de lluvia.

Los segundo que él tardó en abrir la boca se hicieron más que eternos para la científica, completamente desorientada acerca de cómo sería su reacción al verla. Sabía que cuando habían despertado no era Indiana, sino Mr. Byron. Eso suponía que probablemente ahora no recordara nada de eso, y si lo hacía no tendría demasiada idea de lo sucedido. Y quitando ese encuentro, la última vez que había visto a Indiana en condiciones normales le había dejado bien claro que no quería tenerla en su vida. Y se lo merecía. Una mueca indefinida frunció la frente de Beth al recordar otro de los numerosos momentos de su vida en los que la había fastidiado por completo.

Observó a Indiana balbucear su nombre de forma muda, acercarse a ella con largos pasos, analizarla. No parecía enfadado. De hecho casi podría asegurar que se alegraba de verla, al menos de verla viva. Tal vez recordara algo de la llegada. Beth se mantuvo completamente inmóvil mientras él giraba a su alrededor, comprobando algo incomprensible para ella. Esperó una vez más, sin saber qué hacer con el hombre que había vuelto a reunirse con ella en las condiciones más extremas. Estaba completamente a su merced, dependía de la actitud que el tuviera con ella. Cuando Indiana posó las manos en sus mejillas los ojos de Elizabeth se abrieron con una sorpresa que no hizo más que incrementarse al sentir sus labios en la piel. No la había vuelto a echar. Estaba allí, con ella. Diciéndole que se alegraba de verla bien. Cuando esta información fue procesada por la mente extrañamente colapsada de Beth, no pudo evitar abrazarlo en un impulso. Sus brazos se cercaron en torno al cuello de Indiana, pegándose a él en un arrebato de locura. El no era el único que había estado preocupado - Oh dios... tú también estás bien - susurró contra la piel de su cuello, dejando notar en su tono todo el alivio que suponía para ella.
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