Es inutil buscar una salida [Nadinne J,Leblanc]

Hacía apenas unas horas que había llegado sin saber como a esta "ciudad", intenté buscar una salida durante horas, corriendo de un lado para otro siempre en alerta intentando averiguar como coño podría salir de allí y llegar a mis vacaciones de una vez, la esperanza de que aquello fuera una broma o de que todavía estuviera soñando entre las sábanas de mi cama había desaparecido. Aquello era la pura realidad, una realidad a la que hiba a enfrentarme como había hecho siempre con todos los problemas que me afectaban, si las palabras de aquella pared escrita estaban en lo cierto encontraría el portal por mis cojones, sí claro que sí sin importar si tenía que matar o hacer cualquier tipo de cosa para conseguirlo, hiba a salir de allí eso lo tenía claro, y no descansaría un segundo hasta conseguirlo.

El mono recorría mi cuerpo, nesesitaba un cigarrilo ya, y más aún con los nervios que tenía encima, no por miedo sino por no tener donde dormir, alguien que me explicara que era aquella ciudad desastroza y cual era mi cometido para salir de ella, y lo peor de todo, las tripas me rugían y no tenía nada que hecharme a la boca. Suspiré, había entrado en un par de establecimientos vacíos en los cuales ya alguien se había encargado de saquear.

Tras varios minutos deambulando por aquellas calles apoyé mi espalda en la pared si se podía llamar así ya que estaba en unas condiciones bastante malas por no decir que destruida por completo, y dejé caer mi cuerpo sentandome en el suelo. Nesesitaba descansar unos minutos, almenos para recuperarme de tantas horas corriendo, si tenía que pasar unos días sin comer tenía que guardar fuerzas. Resoplé y apoyé mis codos en las rodillas ya flexionadas, para luego sujetar mi cabeza con las palmas de las manos mirando al suelo.

Tenía una mezcla de sensaciones en ese momento casi imposibles de explicar, por un lado me sentía sin fuerzas, con todos los problemas que tenía para ahora terminar en una puta ciudad donde e algún loco se le había ocurrido "teletransportarme" desde un puñetero portal, si lograba volver a New york y contaba lo sucedido me tomarían por loco seguramente, y con razón ya que ni yo mismo daba crédito a lo que estaba pasando. Y por otro lado sabía perfectamente que tenía que hecharle huevos al asunto y luchar para salir de allí.

Vaya mierda, pensé, seguramente ahora mi "futura ex-mujer" estaría tirandose a mi mejor amigo por algún lugar de mi antigua ciudad, y yo aquí en un lugar donde no había absolutamente nada ni nadie, por ahora, el cual no tenía salida. La verdad si esto era un castigo del destino hubiera preferido mil veces una tortura china o algo por el estilo.

Me rasqué la nuca con desesperación, mi estómago volvía a rugir y las tripas se movían de un lado para otro. Decidí entonces tranquilizarme un poco y tomarmelo desde una perspectiva diferente, alomejor esta era una aventura de la cual podía aprender algo, y en esta situación almenos mantendría mis pensamientos ocupados en otra cosa que no fueran mis problemas sentimentales, eso me animó un poco aunque seguí descansando en aquella postura con los ojos algo entrecerrados.

Estaba hambrienta, jodidamente hambrienta. Llevaba como media hora recorriéndome las calles de la horrible ciudad, entrando en cada una de las abandonadas tiendas, esperando encontrar algo para comer.

Cada día que avanzaba me parecía eterno, y me hacía darme por vencida, pensando que jamás volvería a Francia, que jamás volvería a ver a mis padres, ni a Lorraine... Ni al chico guapo que conocí la noche que desaparecí. Era todo una auténtica locura, una pesadilla de la que no lograba despertar.

Además, la mayoría del tiempo estaba sola, y eso me hacía hundirme más. Es cierto que no podía fiarme de casi nadie, por no decir nadie, de los que se encontraban en este lugar, pero cada día me convencia más de que todos eramos unos desesperados deseosos de volver a nuestras casas. Y yo buscaba una salida sin cesar, pero sin encontrar ni una sola prueba de como salir de allí, ni una.

Cada vez me costaba más encontrar algo para comer, un lugar donde refujiarme para dormir, donde encontrarme segura.

Deseaba salir a la calle si tener que anda con el primer palo que me encontrase por el camino por si alguien intentaba atacarme. Sin el miedo de encontrarme un agujero en el suelo que me hiciese tropezar, o caer hacia el vacío. Salir y ver el sol asomarse entre las nuves, ver el azul del cielo, la lunes y las estrellas por la noche. Y no este cielo siempre oscuro y gris.

Me adentré en un callejón examinando las tiendas, si podían llamarse así. Caminando con sumo cuidado, y lo más silenciosa posible. Al alzar la mirada del suelo, ví a alguien sentado apoyado en la pared del edificio. Me detuve para asegurarme de que se trataba de una persona y no de uno de esos extraños zombies o como quiera Dios que se llamen.

Levanté un poco la cabeza y fijé mis ojos en el cielo. Estaba nublado y encima la oscuridad de la noche estaba terminando de ocultar la poca luz que propinaba el cielo a aquel sitio. Saqué mi móvil del bolsillo y comprobé una vez más que definitivamente no, no había cobertura. Almenos me proporcionaría un poco de luz para aquella noche, ya que las farolas parpadeaban y daba la impresión de que no durarían mucho en fundirse.

Me levanté despacio, no sabía que hora era pero por la luz de la noche pude intuir de que era tarde, hora de buscar un sitio seguro para dormir. Aunque buscar algo seguro en aquel sitio donde todo estaba destrozado era algo realmente imposible, una cosa sí que tenía claro, si me aparecía algún ser extraño de los cuales no recordaba el nombre que aparecía en aquella maldita nota avisandonos, lo mataría sin piedad. El cabreo acumulado por la llegada a aquella extraña ciudad me daría las fuerzas para romperle uno a uno todos los huesos de su cuerpo. Apreté los puños al pensarlo, me llenaba de rabia sentirme tan importente.

Al escuchar un pequeño ruido de unos pasos, una presencia humana, o quizá de algun ser asqueroso que comía humanos. Giré mi cabeza con suma rapidez y clavé mis ojos en aquella chica, rubia de ojos azules. Parecía inofensiva, y la verdad tenía mal aspecto. Tal vez llevara en este sitio más tiempo que yo, y era inofensiva. Pero eso era algo que nadie me podía asegurar así que decidí mirarla con firmeza sin apartar mi vista de sus ojos hipnotizantes ni un segundo, y como no sin bajar la guardia.

Si trataba de hacerme algo no dudaría ni dos segundos en matarla, aunque realmente me daba pena hacerle daño a aquella chiquilla tan inofensiva a mi parecer.

Decidí retomar mi rumbo, y buscar comida, y quizá un cigarrilo, por el cual pagaría millones si pudiera. Suspiré y me puse en marcha dando pasos firmes y cortos dirigiendome hacia donde se encontraba aquella chica misteriosa, pero para pasar de largo y seguir mi camino.

El chico se dio cuenta de mi presencia, ya que giró su cabeza en mi dirección y clavó sus ojos en mí de forma incluso intimidante. Sostuve la mirada, no quería apartarla y que pensara que era más dévil que él solo por el hecho de ser una mujer, más bajita y menos corpulenta que él.

Vi como se levantaba y comenzaba a caminar confirmes pasos hacia mí, apreté los puños espectante de cualquier tipo de movimiento brusco que él pudiese útilizar contra mí.

Le examiné a medida que avanzaba hacia mi posición, recorriendo su rostro y su cuerpo de pies a cabeza. Limpio, peinado, con la ropa sin apenas rasguños; caminaba con firmeza, sin pesadez, con agilidad. Definitivamente era un recién "secuestrado", ya no tenía el mismo aspecto que nosotros.

Mi pelo estaba enredado, a pesar de haber tratado de peinarlo lo mejor posible con mis dedos, mi ropa estaba rasgada, las rodilleras de mis pantalones estaban marrones, y arañadas y mis tacones desgastados, aunque me negaba a caminar descalza por aquel lugar.
Tres días habían sido suficientes para llevar mi aspecto a la ruina.

A cada paso que daba, al sensación de que se acercaba para atacarme se iba reduciendo a que, simplemente iba a seguir buscando; y que quizá, prefería no relacionarse con nadie, porque no se fiaba de nadie, como la mayoría de los que estabamos aquí.

Justo al pasar por su lado paré en seco. La observé de arriba abajo, realmente la chica seguramente era una de las víctimas, tenía la ropa rasgada, seguramente pasaría bastante frío, la noche estaba cada vez más cerrada, bajé mi mirada un poco más hasta sus tacones. Vaya, pensé...no debería ser muy cómodo. Suspiré y me salió esa pequeña vena de humanidad por aquella joven. Y tal vez no me vendría mal establecer alguna que otra conversación con alguien, eso haría que el aturdimiendo de mi mente que engendraba pensamientos en mi cabeza como si de mala hierva se tratase y que crecían con rapidez se alejaban por un rato de mi mente.

¿Estás bien...?. Me decidí a preguntarle intentando inspirarle algo de confianza, cosa que estaba seguro de que no conseguiría. Seguramente tampoco se fiaría de nadie al igual que yo, pero intentarlo no me costaba nada. No era lo mismo estar solo que en compañía de alguien, y ya que al pareceer por sus pintas llevaba aquí mas tiempo que yo, no me vendría nada mal que alguien me pusiera al día sobre esta estúpida e incredula situación.

Relajé un poco mi cuerpo y dí un paso hacia atrás con tranquilidad quedando frente a ella. Al parecer vamos a tener unas bonitas vacaciones de aventura por aquí. ¿No crees? Me atreví a bromear por la situación intentando romper el hielo, acompañado por una leve sonrisa que se dibujaba en mi cara, haciendo que mis labios se curvaran un poco.

Sin duda alguna aquella chica lo estaba pasando mal, si yo estaba desquiziado y tan solo llevaba unas horas, me imaginaba que ella estaría al límite. Aquello era una puta locura, no se podía describir de otra forma. Crucé mis brazos sobre el pecho y esperé una respuesta de sus labios con ansia, en ese momento recé para que se tomara mis palabras de buena forma y no me contestara de mala gana, ya que lo que menos nesesitaba en ese momento era discutir con una desconocida que está en la misma situación que yo.

El chico avanzó hasta llegar a mi posción, pasando por al lado mío, observándome entre curioso y, quizá hasta con lástima .Odiaba que la gente sintiese lástima por mí, pero creo que si me viese en un espejo, has yo sentiría lástima por mí misma, mi aspecto debçia ser triste a la vista del resto. No a la vista de los que ya llevabamos días ahí, claro, ya nos habíamos acostumbrado a vernos de tal manera; pero quizá los recién llegados podían verse reflejados en mí si se mirasen dentro de tres días.

Entonces escuché la suave voz de aquel chico, que de pronto se detuvo después de ya haber pasado de largo. Moví levemente la cabeza hacia él, algo sorprendida por su pregunta. Era la primera vez desde que había llegado que me encontraba a alguien por la calle y se preocupaba por saber cómo me encontraba. -He... Tenido días mejores. -Dije esborzando una muy leve sonrisa.

Dió un paso atrás colocándose justo en frente de mí. Entonces pude estudiar sus facciones con más claridad. Sus rasgos marcados y duros; una intensa mirada; labios finos pero sensuales; corpulento, fuerte, perfectamente preparado para cualquier ataque, o eso parecía a simple vista.
- Llámalo vacaciones...Llámalo pesadilla, o, tu nuevo hogar; para el resto de tus días. -Dije con cierto sarcasmo. - Soy Nadinne. -Continué.- Acabas de llegar, ¿verdad? -Quise saber, aunque por su aspecto, estaba casi convencida de que me encontraba en lo cierto.

Al escuchar su respuesta medité un poco la situación. Era normal que hubiera tenido días mejores, estando en aquel pequeño gran infierno en el que no tenías absolutamente nada. Pensé unos segundos, solo había dos formas de pensar; la primera, dejarse vencer y intentar sobrevivir como un desgraciado y la segunda, intentar llevarlo de otra manera, acostumbrandome a el ambiente y ser medianamente feliz hasta encontrar aquél maldito pero tan deseado por todos seguramente, portal que me devolvería a mi sitio.

Después de conseguir algo de comida, una ducha y algo de ropa seguro estarás mejor...pero mira Hice una brece pausa. almenos aquí no tenemos que preocuparnos de el que alguien nos mire mal o nos juzque por las pintas ¿no? Solté una pequeña risotada sincera. Era hora de poner algo de humor al asunto.

Solté mis manos bajandolas hasta mis bolsillos y las metí dentro refugiandome un poco de la brisa fina y fría que azotaba mi cara y las partes de mi cuerpo descubiertas.

Escuché con atención lo que decía y fruncí el ceño arrugando un poco mi cara. ¿Qué dramática no? Una sonrisa leve se volvió a dibujar en mi cara en cuestión de segundos. Digamos que mientras encontramos la salida pretendo montarme un chalecito con piscina por aquí...y disfrutar de la estancia... Me reí con ganas y mis tripas volvieron a rugir pidiendo a gritos algo de comida, arrugué un poco la nariz y doblé el cuello haciendo estallar los huesos primero hacia la derecha y acto seguido hacia la izquierda.

Encantado de conocerte Nadinne, bonito nombre por cierto.. Dije con cierto tono de dulzura, me acerqué un poco a ella y le dí dos besos en las mejillas, no por estar en aquel lugar hiba a cambiar las formas de conocer a una chica. Yo soy Adrien... Concluí mientras volvía a mi puesto anterior, a un paso de ella.

Al escuchar su pregunta asentí con la cabeza varias veces con efusividad. Sí, hace unas horas...estoy adaptandome a la ciudad aún...

Escuché las palabras del chico algo incrédula. Ni siquiera yo había sido tan optimista cuando llegué, ni el primer día, ni el primer minuto, ni el primer segundo, que descubrí donde estaba. ¿Qué le hacía pensar que aquí podía encontrar algo bueno? ¿Una tranquilidad para vivir?
Eso era absurdo. Tenías que estar las 24 horas del día alerta de que no te atacase nada extraño. Para colmo, casi cada día llovía, todo estaba siempre lleno de barro. No había lugar donde refugiarse del frío de la noche, ni de las molestas gotas que caían sin cesar.

- Verás... No te miran mal por las pintas... Te miran mal porque sí; aquí nadie confía en nadie. -Expliqué. Ni siquiera preocupaba el hecho de que tu aspecto fuese horrible; era lo de menos. -Conseguir algo de comida es complicado, mi teoría es que terminaremos comiéndonos los unos a los otros antes de que podamos salir de aquí; y respecto a la ducha y la ropa limpia... Si te conformas con bañarte en el lago, y con suerte conseguir una prenda,no de tu talla, algo rasgada, has tenido mucha suerte. -Dije encogiéndome de hombros.

No veía la hora de salir de allí, casi había asimilado que de no encontrar en cuanto antes la manera de salir, acabaría siendo deborada por aquellos casi zombies que merodeaban por allí, y que por suerte, aún no había visto.

Escuché sus palabras y me reí un poco rodando los ojos. Que extraño, al escuchar el sonido de mi risa me di cuenta de en estos tres días casi había olvidado como sonaba. - Un chalet con piscina, ya... Pues no sé de donde vas a sacar los materiales ni el agua. -Dije curvando ligeramente mis labios.

Bajé la vista hacía su estómago al escuchar el crujido de sus tripas y sonreí satisfecha, no era la única que estaba muriéndose del hambre. Volví mi vista haciá él cuando volvió a hablar y asentí. -Creo que tú estómago también está encantado de conocerme. -Bromeé.- Y gracias. Igualmente, Adrien.- Me sorprendí cuando se acercó a darme dos besos, la gente que estabamos ya por allí, casi habiamos olvidado lo que eran los modales.

Al escucharla me encogí de hombros. A mi ella me inspiraba confianza y era totalmente normal desconfiar de todo el mundo. Pero no podía pasarme la vida en alerta y solitario mientras estuviera en aquella ciudad, era mas llevadero si hablabas con alguien o compartias con alguien tu tiempo. O almenos eso era lo que pensaba yo.

Bueno aunque no te conozco me inspiras confianza...no sé no creo que intentes hacerme nada... Mis facciones se relajaron esbozando una gran sonrisa. Bueno si eso es así me pido comerte a ti, ¿Vale?...que parece que tienes la carne suave y seguro que con buen sabor... Bromeé.

Miré alrededor, era tarde y quizás hora de buscar algo de alimento, algún lugar donde pasar la noche y hacer un fuego que nos refugiara del frío. Por el fuego no había casi problema, tenía un mechero por suerte..un lugar donde dormir podría meterme en cualquier tienda de los alrededores que estuviera medianamente bien, el problema era la comida...pero algo tenía que haber por huevos.

Volví mi vista hacia ella, quizás aquella chica desprotegida podía ser una buena compañera de supervivencia, aparte era la única persona a la que conocía en las pocas horas que llevaba en este nuevo mundo.

No te preocupes eso se consigue...tomate tu estancia aquí como una acampada, con seres que comen hombres pero al fin y al cabo una acampada... Dije en un tono de voz más bajo. En sí estaba intentando darle ánimos a ella, y a mi mismo, pensar de una manera optimista no estaba nada mal. Si no lo hacía a mi parecer era mucho peor, porque solo me quedaría la desdicha.

Al escuchar su comentario con respecto a mis tripas no pude evitar reirme con ganas, si, estaba realmente muerto de hambre. Creo que eso de comerte está más cerca de lo que piensas... Bromeé entre risas. Por la oscuridad parece que es muy tarde, podríamos buscar un refugio, y hacer un pequeño fuego...y alomejor con suerte encontramos algo de comida. ¿No crees? Dije con un tono de voz agradable, en sí aquello que le había dicho era sutilmente una proposición de que me ofreciera su compañía para no estar tan solo, y de paso formas un "equipo" para la supervivencia.

Por primera vez parecía que a alguien le inspiraba confianza, por primera vez desde que estaba allí, claro. Normalmente no suelo inspirar mucha confianza, no solo en esta ciudad, también me pasa en Francia; se ve que no debo tener una cara amigable, pero bueno... Me ha importado siempre lo más mínimo. En el trabajo, sin embargo, no me ha ocurrido eso, no tuve muchos problemas para relacionarme con la gente; aunque la gran mayoría de mis amigos, he de confesar, que son hombres.

- Bueno, yo en tu lugar, y viendo mi aspecto también opinaría lo mismo. Sin embargo yo no tendría porque fiarme de tí, todavía. -Dije sonriendo levemente de lado. No me inspiraba desconfianza, la verdad, aunque tampoco soy de entregar mi confianza así como así a cualquiera, y menos en la situación en la cual nos encontrabamos. Tras escuchar su siguiente comentario reí rodando los ojos. -Vaya, mil puntos para ganar mi confianza, machote. El hecho de que sea tu plato reserva por si no econtramos comida, no dice mucho a tu favor. -Dije con una pequeña sonrisa.

Sentí la brisa fría, casi helada, recorrer mi cuerpo de manera envolvente, cosa que hizo que abrazase mis frazos, y los frotase con las palmas de mis manos para darme algo de calor.
Levanté mi vista mirando de nuevo al chico para escuchar sus palabras.

- ¿Una acampada? Si que te llevaban a lugares extraños en tus viajes de fin de curso, o en tus convivencias en el instituto. -Dije algo risueña. El punto de vista del chico no estaba tan mal; tomárselo con optimismo e incluso con humor, era una buena forma de afrontar la situación, pero cuando llevabas días, dándote cuenta de que no era una pesadilla si no la cruda realidad, las cosas cambiaban, tu humor y tu autoestima descendían.

Reí un poco de nuevo por su comentario y fruncí el ceño apretando suavemente mis labios antes de responder. - No creas, ni por asomo, que te lo pondría tan fácil para ser tu cena. -Dije arqueando levemente la ceja. - ¿Podríamos? Hablas en plural... Aún no he dicho que me fie de tí como para refugiarme en algún lugar contigo. -Dije con cierta diversión, a la vez que le daba la espalda para comenzar a caminar, con la idea de salir de aquel callejón.

Arqueé una ceja al escuchar su respuesta, me encogí de hombros levemente. Me la sudaba si no le inspiraba confianza; solo la había intentado ayudar. No te estoy pidiendo que lo hagas... Dije con firmeza y volví mi vista alrededor, tenía que encontrar un sitio; observé que había un par de tiendas y supermercados vacíos, almenos ya tenía un lugar en el que pasar la noche resguardado.

Observé como aquellas palabras salían de su boca y no pude evitar reirme levemente. No estaba acostumbrado a esas acampadas. Digamos que en mi trabajo estoy bastante acostumbrado a estar en este tipo de situaciones... Y era verdad. Había estado bastante tiempo en el ejército como para estar preparado para estas cosas, no les tenía ningun miedo a los seres que no me acordaba del nombre, si me tenían que matar que lo hicieran aunque dudo que lo consiguiesen ya que yo bajo ningún concepto me hiba a quedar quieto; nunca había vivido con miedo y esta no hiba a ser la ecepción.

Me rasqué el brazo derecho con la mano y me reí levemente al escuchar sus palabras. Ese es el chiste, no me gustan las cosas fáciles... Concluí con cierto tono de diversión.

Escuché sus últimas palabras mientras miraba como se daba la espalda para irse. Negué con la cabeza levemente, al parecer era una chica de pocos amigos o almenos eso me parecía a mi; pero bueno ella se lo perdería..dicen que dos es mejor que uno, pero yo no hiba a ser el que se arrastrase, podía sobrevivir solo. Bueno entonces..hasta otra. Dije mientras me giraba hacia la izquierda, dí unos pasos cortos acercandome a la puerta de lo que parecía un supermercado, era lo mejor que estaba por allí.

Examiné su expresión. Al parecer no le había sentado muy bien el hecho de no haber dipositado toda mi confianza en él, pero no tenía otra opción, si le iba dando mi confianza a todo el mundo, alfinal seguro que salí escaldada por algún lugar. Además, nunca he sido muy de cojer confianzas de buenas a primeras. No respondí a su respuesta.

Al principio me sentí mal por haberle respondido así, pero después me di cuenta de que había sido lo mejor que podía hacer. Podía darle un voto de confianza, quizá, pero debías dejarle claro que estaba en alerta a cada minuto.

Le miré curiosa cuando habló de su trabajo; ¿que trabajaba en un centro psicquiátrico o algo así? Porque esto era de locos. - ¿De verdad? En el mío lo de viajar es bastante habitual, aunque creo que es el lugar más tétrico al que he viajado, sin dudas. -Dije con cierto tonto risueño en mi voz.
Sonreí después asintiendo con la cabeza. - Mira, tenemos algo en común, a mí tampoco me gustan las cosas fácies. -Dije con una mueca.

Escuché su despedida y sonreí levemente mientras mis pasos se detenian. Giré parte de mi cuerpo para seguir con la mirada sus pasos, y vi sus intenciones de entrar al supermercado. La verdad es que me dio incluso pena; yo hubiese dado cualquier cosa porque en mi primer día alguien caminase en busca de una salida junto a mí. - En cierta manera lo has hecho. -Dije alzando la voz y respondiendo a su primera afirmación. - No hay nada de comida ahí dentro. Ya lo he comprovado. Y arriba.. .Arriba hay un agujero enorme por donde entra muchísimo frío, hay goteras, y si llueve esta noche te empaparás. -Le expliqué sin perder mi posición

Escuché lo que decía sin detenerme. ¿Viajar mucho?, ¿Qué era. modelo, piloto, azafata quizás?, decidí no quedarme con la duda. ¿Y en qué trabajas exactamente?...si se puede saber claro y siempre es bueno ir a lugares nuevos... Respondí con un tono algo frío...Si, las cosas fáciles cansan rápido, ¿No crees? Concluí con una leve sonrisa.

Justo cuando estaba apunto de entrar a aquel supermercado escuché sus afirmaciones. ¿No hiba a seguir su camino?, resoplé. Gracias por la información... Giré mi vista hacia la tienda de al lado, con suerte esa estaría mejor.

Apreté los puños con fuerza, estaba muerto de hambre, y encima aquello estaba destrozado. Mi mandibula se tensó, vaya mierda de todo, todavía no entendía el por qué yo era el que tenia que estar en esta mierda de ciudad, ¿Por qué habia sido elegido por decirlo de alguna forma a pasar el puñetero portal?. En ese momento pensé, la que debería de estar aquí era la zorra de mi ex-novia y con un poco de suerte se la comería un canival de esos que andaban sueltos por aquí. Negué con la cabeza y señalé la tienda que se encontraba justo al lado del supermercado. ¿Esta está mejor o es como la otra? Dije con una leve sonrisa y acto seguido giré mi cabeza para mirarla.

Solo esperaba que esta sí estuviera algo mejor, con suerte podría sentarme y descansar algo, o almenos refugiarme en cierto modo del frío enorme que estaba empezando a hacer, y encima empecé a sentir pequeñas gotas caer en mi cara. Perfecto, estaba empezando a llover, lo que me faltaba.

No aparté la vista de ella esperando una respuesta con ansia, tenía que buscar rápido para que me diera tiempo a refugiarme de la que estaba por caer, aunque un pensamiento aturdió mi cabeza. No era ningún inmortal y si toda la ciudad estaba de aquella forma y no podía comer en días, acabaría muriendo. Por muy fuerte que sea una persona si no se alimenta es igual de débil que todos los demás.

Escuché su pregunta y medité. ¿Por qué no responderle a una pregunta tan simple y sin apenas importancia? Además, eso ya lo había contado antes en la morada. - Soy azafata de vuelo. Siempre soñé con viajar por todo el mundo, y entonces me di cuenta de que era la profesión perfecta para mí. -Dije sonriendo soñadora, al recordar los primeros años después de sacarme el titulo de azafata; fueron maravillosos.

Tras advertirle al chico nuevo, Adrien, sobre la situación del supermercado, cambié la expresión de mi rostro, serenándola. Me arriesgaría a darle mi confianza, aunque fuese parte de ella, tenía toda una larga noche para demostrarme que no era una mala persona, solo un pobre desgraciado como yo, que había ido a parar a este lugar, quien sabe por que razón.

Finalmente esborzó una pequeña sonrisa después de hablar, y caminé unos pasos hasta llegar hacia la puerta de la nueva tienda en la que se había plantado. Arrugué la nariz y negué con la cabeza. - No creas. -Dije señalando las goteras que caian del techo del recinto.-Antes he encontrado uno de estos comercios no tan destruido, por lo menos tiene techo, y aunque no lo creas, no hay goteras. Aunque no hay comida- Dije con una pequeña mueca. Tomé un poco de aire y torcí el labio. - Puede que quiera compartirlo contigo, por hoy. -Dije a modo de brindarle una parte de mi confianza; cosa que debía comenzar a hacer con alguien, si no quería seguir el camino yo sola; iba a ser duro, y con alguien acompañandome, sería más fácil.

Escuché con atención su respuesta y asentí con la cabeza, sonreí. ¿Azafata de vuelo? Suena muy interesante, y para que negarlo...terriblemente sexy... Solté una gran carcajada y me encongí de hombros entrecerrando los ojos. No sabía por que pero ese tipo de profesones en las mujeres me atraía extrañamente; Azafatas, ejecutivas, abojadas... Agité un poco la cabeza intentando salir de aquellos pensamientos tan agradables, pero que no podía permitirme pensar en ese momento.

Cuando se acercó a mi le sonreí de una forma satisfactoria. Eso significaba que no tenía tanta prisa en irse, y la verdad que el avisarme sobre aquel supermercado había sido un gran detalle por su parte. Eso decía mucho de ella, que por muy dura que pareciera era buena persona y nada egoista, si hubiera sido otra hubierda dejado que me aguantara la noche bajo la lluvia.

Seguí la señal de su dedo y me percaté de las goteras. Arrugué la cara, mierda; pensé. Otro lugar que no está en condiciones. ¿Es que había alguno en esta maldita ciudad que estuviera bien?, porque no lo parecía. No tube que esperar mucho para conseguir una respuesta a mis pensamientos, si que lo había y ella lo había encontrado. Y en parte me estaba invitando a compartirlo conmigo.

Vaya gracias por la invitación... Giré la cabeza para mirarla y esbocé una gran sonrisa. Puede que te mate esta noche y me quede con ese lugar para mi solo, yo que tú no dormiría... Bromeé entre risas. Bueno, entonces... Hice una breve pausa. Vamos o qué?