Entre la oscuridad (Ezra)

No sabía muy bien cuánto tiempo llevaba dando vueltas por aquel extraño y a la vez excitante mundo.
La oscuridad eterna me envolvía y el aire frío recorría cada rincón del lugar, haciendo que mi cuerpo se extremeciera.

Mis pies caminaban de forma lenta por las calles de ese nuevo mundo al que habia llegado de una forma que todavía desconocía. Sin saber muy bien cómo había llegado a un escondite perfecto que me mantendría a salvo de aquellos que me estarían buscando en el lugar que una vez llamé hogar, tratando de encerrarme de nuevo en el manicomio.

Me pregunté si habría encontrado al ingenuo enfermero que se había dejado seducir por alguien como yo, y no pude evitar que una sonrisa maliciosa se dibujase en mi rostro, dotándolo seguramente de una inocencia macabra que caracterizaba mis gestos.

La gente solía tender a pensar que yo era una frágil e inocente muchacha, delicada y enfermiza, hasta el punto de que miles de caballeros andantes se ofrecían a ayudarme, con la intención de reafirmar así sus egos, pues al parecer ayudar a las mujeres, sobre todo a las jóvenes, y que estás les dediquen unas palabras amables o les alaben, hacen que sus infinitos egos crezcan de manera desmesurada.
Suspiré, yo no era así en absoluto.

Miré a mi alrededor, con mis músculos en una tensión a la que ya se habían acostumbrado, oculta entra la oscuridad con la respiración entrecortada y las pupilas dilatadas, caminando de forma lenta y manteniéndome alerta por si acaso merodeaban por la zona algunos Fherals.