Run don't walk! Run! (Kay)

-Joderrrrr... estoy cansada!-mascullé sentándome sobre un gran cascote que se había desprendido de la fachada de un video edificio.
Estaba allí tirada en mitad de la calle sin nadie a mi alrededor, con la única compañía de mi fiel botella de vodka. No entendía como había aparecido en aquel lugar con una botella de alcohol... era mi amante, mi fiel compañero de fiestas.

Suspiré y me tumbé a lo largo de la roca dejando la botella sobre mi regazo. Estaba contemplando el ocaso con un sol oculto entre la niebla y las nubes. No me hacía mucha gracia quedarme sola de noche en mitad de aquella maldita ciudad.
Tenía claro que no estaba en California, esto no se parecía a ninguna ciudad... no había nadie por sus calles y la sensación de sentirme observada a cada momento me estaba poniendo de los nervios.
-¡¿Hola?!-grité vaciando mis pulmones en un intento de conseguir compañía.
El eco de mi estridente voz se perdió pronto y resignada me puse en pie escalando a una cascote mayor, justo pegada a donde estaba yo. Desde aquella nueva posición pude escuchar unos leves pasos que parecían venir del interior del edificio a mis espaldas. Gire sobre los talones de mis botas y concentré mi curiosa mirada turquesa en el oscuro hall de lo que parcía un hotel.
-¿Hola?-esta vez mi voz no salió tan clara ni potente...tenía algo de miedo la verdad- ¿Hay alguien?

Salté al suelo perdiendo un poco el equilibrio pero recuperándome y cogiendo de nuevo la botella del licor ruso, era lo único preciado que tenía y no lo perdería.
-¡Esto no tiene ni puta gracia! -bramé encarándome con la oscuridad.
La respuesta vino en forma de gruñido gurutal... oscuro... fiero...
Poco a poco de la oscuridad fueron emergiendo unas sombras pálidas, altas, de cuerpos atrofiados pero que avanzaban sin tropezar.
Tragué saliva retrocediendo y tropezándo. Recordé la inscripción en la pared de la sala donde desperté.
Esos seres... a medida que los iluminaba la luz rojiza del crepúsculo estos iban desvelando su temible aspecto y aunque no tuviera ni voz ni control de mi cuerpo pude levantarme casi por instinto y echar a correr.

En estas ocasiones dicen que no hay que echar la vista atrás. Yo lo hice...y fue peor. Esos dos seres demoníacos emprendieron también la carrera tras de mí.
-¡¿Por qué yo?! Había zorras que se lo merecían más...-maldije casi sin aliento sin dejar de correr.
Lo mío era correr, escapar de los problemas... y dos grandes problemas con unos dientes que les salían de lo que parecía la boca venían tras de mí.
-Joder...joder...
Corrí sin saber por donde iba esquivando escombros, grietas del asfalto y demás obstáculos.

Intentaría buscar un buen lugar dónde poder dormir. Sí, eso es lo que haría. Pero en las calles era un poco arriesgado. Bueno, ¿qué más daba? Tendría que descansar en cualquier sitio. Total, si los Fherals me iban a atacar mientras dormía, harían algo de ruido. Suerte que yo tuviera el sueño tan ligero.

Mis pasos se escuchaban en las calles y eso que las converses no hacían demasiado ruido. Me paré, mirando a mi alrededor con el ceño fruncido, puede que en alguna de esas casas pudiera dormir tranquilo por una noche. No había podido descansar desde el día en la torre con Johanna, así que Dios se podía imaginar cómo tenía el cuerpo.

Seguí caminando y, al girar una esquina, algo chocó contra mí, haciendo que cayera de culo contra el suelo. Miré lo que había caído encima de mí. Abrí los ojos. Era una chica rubia, con os ojos turquesas y de aspecto rebelde. Sacudí la cabeza y la miré con cierta seriedad.

-¿Te importaría mirar por dónde vas...? -la última palabra la dije casi en un susurro, mirando al frente. Dos enormes y rápidos zombies se acercaban hacia nosotros, quizás con demasiada hambre. La miré a los ojos-. Vale, no importa.

Me levanté con rapidez y saqué la katana. Dudaba que pudiera con dos sin sufrir ningún daño. pero puede que aquella no fuera mi pelea. Miré a mi alrededor. No había nada para esconderse. ¡Mierda!

Corría con la botella a buen recaudo logrando sacar algo de ventaja a esos malditos seres. Ahora que los había visto con mis propios ojos en mi mente la idea de que el grabado de la pared era cierto cobraba vida. Sentirme atrapada en esa ciudad fantasma y maldita rodeada de esos monstruos no era de mi agrado ni el de nadie.

No estaba familiarizada con ciudades abandonadas y recorrer sus laberínticas calles no era fácil. Me interné en unos estrechor callejones hasta dar con uno sin salida, con una verja cerrando el paso.
-Por mis ovarios que...-con cabezonería y toda la adrenalina disparada corrí hacia la verja encaramándome a ella y la salté.
No sería muy alta, pero lo bastante para retener a esos bichos.
Aguardé a unos metros de la verja con una prepotente sonrisa elevando la botella como si quisiera brindar.
-No probaréis esta carne malditos-les saqué la lengua más tranquila y relada.

Pero todo lo bueno dura poco, con un simple empujón tumbaron la verja arrancándola de los grilletes amarrados al ladrillo del callejón y volvieron a su cacería donde yo era la presa.
-Mierda...
Salí por patas nuevamente corriendo por una avenida más grande y despejada. Al girar en una cerrada curva para adentrarme en otra calle con la esperanza de encontrar refugio me topé con alguien o algo... por favor...más fhearls de esos no...
-Auch...
Reaccioné observando que había caído sobre un chico de más o menos mi misma edad, de cabello azabache liso y despuntado estratégicamente, de ojos claros y tez pálida ¿Estaría también perdido?
Me quité de encima suya y rodé a un lado recuperando mis pertenencías y sorprendiéndome al ver como desenvainaba una katana.

Podría dejarlo combatiendo con esos seres, pero a pesar de ser algo egoísta e individual no era tan mala persona en el fondo.
Así que rápidamente lo agarré de la camiseta poniéndo su atención en una grieta en la pared de un edificio cercano.
-Podemos entrar y perderlos-propuse,aunque no sé que sería peor la verdad...

Joder, mierda. No quedaba mucho tiempo. Se nos iban a echar encima en apenas unos minutos. Y encima no había ningún lugar en dónde esconderse. No podía entrar en ninguna de las casas porque seguro que habría más como esos en su interior. Y pasaba de tener el día más movidito de lo que estaba siendo. Ya era bastante con todo aquello. Se me estaban empezando a hinchar los cojones.

La chica tiró de mi camiseta para llamar mi atención. Sí, tenía razón, puede que en aquella grieta no nos vieran. Además, parece que estaba bastante oscuro y el olor a humedad se confundiría con el resto. La metí a ella primero, al fin y al cabo el que temía el arma era yo y el que podía atacar era también yo. Me metí detrás de ella y sujeté la caktana con fuerza, esperando a que los malditos bichos pasaran de largo.

-Venga, joder, venga.

Esperamos en silencio unos segundos. Cuando paraon por nuestro lado, el corazón se me puso en la garganta. Pero pasaron, caminando hacia delante, buscándonos como unos desesperados. No pude evitar sonreir y suspirar. Parece que todo había pasado, al menos, por ahora.

El tiempo se agotaba, pero por suerte el tío reaccionó y pudimos correr hacia aquel edificio. Entré de un pequeño salto metiéndome en la estrecha endidura de la pared. Él vino detrás y os metimos hasta el máximo, alejándonos en la oscuridad, escuchando a esas criaturas acercarse.
Los segundos pasaban tan lentamente que podía escuchar mi corazón latir desesperadamente por el sprint y por el miedo.

Aguantamos la respiración y menos rezar maldecí todo lo que se me ocurrió. Tenía algo de agobio por los lugares estrechos y pequeños, pero prefería esto a salir a la calle con esos seres.

Pronto vimos la silueta macabra de los fhearls, olfateando el ambiente, buscando ciegamente sus presas...mas pasaron de largo en carrera tratando de encontrarnos.
Esperamos unos minutos sin hacer ningún ruido, con temor a respirar incluso, pero parecía que el peligro había pasado.
-Dios...creo que un poco más y me dan tres infartos seguidos-murmuré con la mirada puesta en el exterior a través de la grieta.

Lo positivo de la situación era que al menos sabía que había más gente perdida por aquella ciudad a parte de los dos compañeros que encontré al despertar.

Ya no se escuchaban los lentos pasos de los zombies sobre el asfalto de la calle. Ya se habían hizo. Salí, con mucha precaución, al exterior, con el arma alzada, por si me sorprendían por cualquier lugar. Pero aquello estaba más vacío que una iglesia en un barrio satánico. Me metí una mano en el bolsillo y observé a mi alrededor y escuché. No, se habían ido.

Pude suspirar tranquilo y escuché lo que dijo la chica. Me encogí de hombros, mirándola a los ojos con una sonrisa torcida.

-Parece como si fuera la primera vez que los ves -volví la mirada a la calle y me pasé la mano por el pelo, con gesto de cansancio.

Me había ido a topar con una inexperta. No habría llegado haría mucho. Bueno, al menos, algo era algo. Parecía que el número de personas aumentaba poco a poco.

Salimos poco a poco a la calle, él con la katana en la mano preparado para atacar por si esos seres volvían y yo con la botella en idéndica postura. Aquí cada uno sus armas.

Miré a todos lados escuchando todo a nuestro alrededor, pero de nuevo la ciudad se había sumido en un silencio sepulcral. Poco a poco iba quedando menos luz del ocaso, si de día aquello parecía ya un infierno no quería pensar que pasaría en la fría noche.

Me giré para mirarlo con una ceja alzada y pose relajada ahora que no había zombies a la vista.
-¿Puede ser que por qué sea la primera vez que los veo?-contesté evidenciando la realidad.
Así que por su comentario sin mucho ánimo en la voz supuse que él ya llevaría más tiempo aquí que yo. Un punto a su favor.
-A ver, el experto... ¿Cuánto tiempo llevas ya aquí?-pregunté con los labios fruncidos en una sonrisa que mantenía casi siempre.

Creo que lo mejor iba a ser moverse, si esos malditos bastardos volvían quizás no tendríamos tanta suerte, pero seguro que por aquellas calles abundaban demasiado...

El silencio era mortal. Nos alejamos un poco del lugar, mirando hacia todas partes, todavía con la psicosis en ca cabeza, pero parecía que no había peligro por ninguna de las esquinas. Suspiré y la miré.

-Puede ser que sea por eso -no moví ninguna de las facciones de mi cara, no tenía ganas-. Llevo aquí casi una semana o creo que una entera, no lo sé. Ya he estado en peligro de muerte más veces que los días que llevo.

Guardé la katana en el cinto y bajé la tendría que largarme t cabeza. La sacudí y me pasé la mano por el pelo. Joder, aquello era una mierda.

Mirando hacia todas partes lo seguí de cerca, él sabría mejor a donde ir, porque yo...ni idea.
Mi vista recorrió la katana reposado en el cinto ahora. Yo tenía como arma mi botella de vodka, cada uno con sus armas, pero era más útil una espada la verdad.

Era bastante seco en palabras la verdad...
-¡¿Una semana?!- yo llevaba horas y ya estaba aburrida y queriendo volver a casa y de fiesta.
Y encima estaban los bichos esos acosándonos por toda la ciudad... esto era peor que una de esas pelis de zombies.
-Y... ¿Hay más gente por aquí? Quiero decir... que lleven más tiempo o sepan como volver, porque esto me da muy mal rollo todo...-dije revlviendome un poco el pelo poniéndolo en su sitio.

Si habíamos acabado allí sería por algo y también habría alguna manera para salir.

Giré una esquina, escuchando más allá de los pasos que los dos dábamos y más allá de lo que me estaba preguntando aquella chica que no conocía de nada y que encima me estaba siguiendo. Debí encontrar algo quemado, pero... allí había de todo.

-Sí, una semana -la miré a los ojos y volví la vista a la carretera, con una sonrisa amarga-. Hay muchas más personas aquí. Lo que buscamos es salir de este sitio, buscamos el portal. Algunos incluso, matan por una mísera pista -la miré, sonriendo con frialdad-. No hay nadie que sepa como salir de aquí, todos estamos encerrados en un juego sin salida.

Mis pasos de pararon frente a una casa. Tiré la puerta -o lo que quedaba de ella- abajo y miré antes de entrar. Hice ruido con la katana y esper.e No había Fherals. Podría entrar, subir al tejado y ver la ciudad entera desde allí, quizás averiguara algo.

Siguiendo al joven iba pisando con cuidado para no tropezar por los cascotes del edificio que teníamos al lado. Con un pequeño saltito salté una viga entera y seguí el camino tan campante.
Al escucharle hablar alcé la mirada y pensé en que si yo solo llevaba unas horas allí...no me querría ver con una semana si estaba...
Su mirada no me inspiró mucha esperanza ni tranquilidad la verdad...
-Toda esa mierda del portal...

Me detuve al ver que se proponía entrar en una de las casas, me quedé a una distancia prudencial, no quería que me sorprendiera uno de esos monstruos. Él tenía una katana pero yo solo una botella de cristal.
Finalmente acabó entrando al no encontrar peligro por lo que lo seguí.
-Leí lo de la pared, todo ese rollo del portal, las torres... pero no lo sé... no creo que solo tengamos esa salida... no tengo ni idea de nada la verdad...

Entré investigando por el hall parándome al lado de una mesa volcada en el suelo. Dejé la botella en el suelo, puse el pie sobre la mesa y agarré la pata con fuerza. Estaba bastante suelta así que no tuve que forcejear mucho para conseguir un arma.
-Perfecto-la blandí como un bate de Baseball recuperando la botella- Lo de matar a otros ya lo veo extremo-dije riéndome algo nerviosa por ese dato.